Perú parece ser una tierra bendita por la cantidad de tesoros naturales que podemos encontrar y que muchas veces no son conocidos por la gran mayoría de sus habitantes.
Entre aquellas joyas escondidas, tenemos a una infinidad de plantas medicinales que la Madre Naturaleza nos regala. Sin embargo, hay una que resalta por los beneficios que trae a nuestro cerebro. Se trata del casho y en las siguientes líneas descubrirás todo lo que debes saber sobre este tesoro.
Datos generales
El casho, también conocido como marañón o anacardo, es un árbol originario de América del Sur y Central, extendido desde Brasil hasta México. Perteneciente a la familia Anacardiaceae, su nombre científico es Anacardium occidentale L.
En el Perú, se cultiva en regiones como Loreto, San Martín, Madre de Dios, Piura, Junín, Lambayeque y Ucayali, debido a sus múltiples beneficios agrícolas y medicinales.
Esta planta crece en climas tropicales con estaciones secas y húmedas, tolerando temperaturas entre 15 y 32°C y precipitaciones anuales que varían entre 750 y 3,750 mm. Prefiere altitudes hasta 1,000 msnm, aunque los climas excesivamente húmedos pueden afectar la fructificación por la presencia de hongos.
En términos de suelo, el casho es versátil, creciendo en terrenos arenosos, lateríticos, ácidos y alcalinos con buen drenaje. Sin embargo, no se adapta bien a suelos arcillosos y mal drenados, ni a aquellos propensos a inundaciones. Este árbol se encuentra comúnmente en zonas abiertas de la Amazonía.
Medio año para la siembra
La siembra del casho en la región de Iquitos se realiza preferentemente durante el periodo de diciembre a junio. Los árboles se plantan con un espaciamiento de 7 a 10 metros en cuadrado o en patrón de tresbolillo, recomendándose 9 metros en suelos fértiles para fomentar una floración temprana.
El cultivo requiere un control periódico de malas hierbas y la aplicación de abonos orgánicos cada seis meses para asegurar un desarrollo óptimo.
En regiones tropicales húmedas, como Iquitos, el casho se puede asociar con cultivos de yuca, plátano, piña, uvilla, pijuayo, umarí y castaña, permaneciendo en el sistema hasta cinco años antes de ser reemplazado por otros cultivos.
En suelos inundables y fértiles, el casho puede coexistir con cultivos de subsistencia como yuca, maíz y frijol, así como con frutas y hortalizas como papaya, sandía, melón, pepino y ají. Además, puede asociarse con árboles perennes como capirona, cedro y aguano.
Cosecha y conservación
Esta maravilla empieza a dar frutos a partir del tercer año de plantación, con una cosecha que se realiza cuando el pseudofruto está completamente maduro, aproximadamente de 2 a 3 meses después de la floración.
Las variedades tempranas florecen entre los 10 y 20 meses. La producción de almendras puede alcanzar entre 8 y 10 kg por árbol al año, con rendimientos de hasta 2,238 kg/ha en condiciones óptimas.
Las partes aprovechables del casho incluyen hojas, corteza, pseudofruto, fruto y semilla. Las hojas y flores se secan para su conservación, mientras que los pseudofrutos frescos requieren refrigeración. Las semillas se tuestan para prolongar su vida útil.
Usos medicinales y nutricionales
El casho es valorado por sus propiedades medicinales y nutricionales. Su contenido nutricional incluye proteínas, carbohidratos, calcio, fósforo, hierro, y vitaminas como caroteno, tiamina, riboflavina, niacina y ácido ascórbico.
Tradicionalmente, se ha utilizado para tratar diversas afecciones. Sus frutos se consideran beneficiosos para la memoria, y la cocción de su corteza y hojas ayuda con cólicos, inflamaciones, insomnio, diabetes, y hemorroides. La resina se usa para tratar lesiones cutáneas y cáncer de piel, mientras que las semillas tostadas son conocidas por sus propiedades afrodisíacas.
En la medicina popular, el jugo del pseudofruto se emplea contra el escorbuto, hemoptisis y diarrea, y la cocción de la corteza y hojas se utiliza como tratamiento para enfermedades venéreas y neuralgias. La planta también se aprovecha para tratar verrugas, callos, y limpiar la sangre.
Con su amplio rango de beneficios y adaptabilidad a diferentes climas y suelos, el casho sigue siendo una planta de gran valor tanto para la agricultura como para la medicina tradicional, representando un recurso invaluable en las regiones donde se cultiva.