En la maravillosa y verde extensión de la Amazonía peruana, una nueva voz joven surgió con un nombre poderoso: Ronin Koshi, que en castellano se traduce como “anaconda fuerte”. Este nombre no solo marca su identidad, sino que también simboliza su profunda conexión con su herencia y su entorno. Ronin es un artista y activista del pueblo shipibo-konibo, cuya vida y trabajo son dedicados a preservar y difundir la rica cultura de su comunidad indígena.
El joven llegó a Lima con tan solo cuatro años. A pesar del traslado a la capital peruana, nunca dejó de sentir una profunda afinidad por las tradiciones y costumbres de sus ancestros. Este lazo indestructible con sus raíces se convirtió en la piedra angular de su arte, que ha llevado a ciudades como Toronto, Nueva York, Manaus, Washington y Ciudad de México. A través de sus obras, Ronin Koshi narra historias y canta las melodías de la Amazonía, cruzando fronteras culturales y lingüísticas con cada pincelada y cada diseño.
De la mecánica industrial al arte
Antes de sumergirse por completo en el arte, Ronin estudió y trabajó en mecánica industrial. Sin embargo, esta carrera no logró satisfacer su espíritu inquieto y creativo. Este descontento lo llevó a trabajar con su madre, Olinda Silvano, una reconocida artista contemporánea. Juntos vendían artesanías, y fue en este entorno donde el joven aprendió a bordar telas y a pintar con pigmentos naturales, utilizando la ‘técnica kené', mientras escuchaba historias sobre sus ancestros. Estas experiencias despertaron en él un deseo ardiente de conocer más sobre su cultura y de combinar este conocimiento ancestral con la formación académica en la Escuela Nacional de Bellas Artes.
“Cuando yo terminé el colegio secundario, no tenía el dinero suficiente para poder acceder a una universidad particular, así que estudié ingeniería mecánica,” comenta. Sin embargo, su pasión por el arte eventualmente lo llevó a seguir el camino artístico junto a su madre, reveló el joven para Infobae Perú.
Actualmente, madre e hijo trabajan codo a codo, creando murales y artesanías que reflejan los conocimientos de sus antepasados. Sus diseños geométricos representan energías cósmicas, plantas medicinales y animales que actúan como guardianes de la selva. Además, ambos participan en conferencias culturales en instituciones públicas y privadas, llevando el mensaje de la cultura shipibo-konibo a un público más amplio y diverso.
Conexión con la naturaleza y la cultura ancestral
La historia de Ronin no es solo la de un artista que busca reconocimiento, sino la de un defensor de su cultura. Cada obra es un tributo a su comunidad y un grito de resistencia contra la amenaza de la modernidad que intenta diluir sus tradiciones. Su arte es una forma de conservar y celebrar las enseñanzas y mitos de sus ancestros, asegurando que no se pierdan en el olvido.
Ronin relata cómo, desde niño, encontraba en los recuerdos de la selva una fuente de inspiración inagotable. “Yo llegué a Lima a los cinco años de edad, por ejemplo. Me matricularon en un colegio y ahí me inspiraba cerrar los ojos y recordar mis experiencias en la comunidad, en el gran bosque y el hermoso río. Eso me impulsaba a pintar en las hojas”, comentó el joven, recordando su infancia y la manera en que su entorno influyó en sus primeras creaciones.
La migración de su familia a Lima fue un cambio drástico. Recuerda cómo su niñez en la selva era libre y llena de aventuras, comparándola con la vida en la ciudad, donde se sentía restringido y alejado de la naturaleza.
“La niñez que yo he vivido en mi comunidad es muy distinta a cómo ha ido creciendo aquí en la capital”, explica. “Allí jugaba, disfrutaba, me trepaba a los árboles, agarraba los frutos, corría, y pescaba con mis amigos.”
El proceso creativo y el legado ancestral
El proceso creativo de Ronin es una mezcla de rituales y recuerdos. Su madre le enseñó que antiguamente los diseños kené se visualizaban mediante el uso de plantas medicinales, un conocimiento que aún perdura en sus prácticas artísticas. Además, menciona cómo su madre, desde pequeña, tenía la capacidad de ver estos diseños de manera vívida, algo que él también experimentó desde niño. “Ella me contaba que desde pequeña ella podía ver los diseños como andaban por todos lados,” recuerda Ronin sobre su madre.
La técnica kené es fundamental en el trabajo de madre e hijo. No solo es una expresión artística, sino una forma de mantener viva su cultura. También describe cómo su madre aplicaba pigmentos naturales sobre telares y luego los cubría con barro, un proceso que inicialmente le parecía incomprensible, pero que con el tiempo aprendió a valorar profundamente. “Yo decía, madre, pero ¿por qué ensuciar todo el trabajo con barro? Y ella me decía, no hijito, mira la amiga,” rememora.
Arte como medio de activismo social y ambiental
El trabajo de Ronin también aborda problemáticas sociales y ambientales que afectan a su comunidad. Utiliza su arte como una plataforma para dar voz a las preocupaciones de los pueblos indígenas sobre la contaminación, la minería ilegal, el narcotráfico y la pesca indiscriminada, problemas que amenazan su forma de vida y su entorno natural. “A través de mi arte tengo oportunidad de dirigirme a personas que nos pueden ayudar, por ejemplo, políticos, organizaciones. Pueden ver la gran problemática que nuestras comunidades indígenas,” afirma el joven.
La educación bilingüe es otro aspecto crucial en la preservación cultural de la comunidad shipibo-konibo en Lima. Ronin enfatiza la importancia de enseñar a los niños en su lengua materna para que no pierdan su identidad cultural. “Aquí tenemos la escuela intercultural bilingüe, la única escuelita en Lima, donde nuestro idioma es inculcado a los niños que nacen aquí en la comunidad para que nuestro dialecto no se pierda,” dice.
Proyectos futuros y difusión internacional
Sus planes futuros incluyen la expansión de su trabajo artístico y educativo tanto en Perú como en el extranjero. Ronin y su madre fueron invitados a universidades y centros culturales en lugares como Houston, donde compartirán su conocimiento sobre la Amazonía. Además, continuarán participando en proyectos internacionales, como la creación de un mural en Brasil que aborda el cambio climático, integrando su arte con temas globales de relevancia.
El joven también se involucró en proyectos urbanos en Lima, mezclando el arte tradicional shipibo-konibo con expresiones modernas como el hip hop y el graffiti. A través de estas iniciativas, busca conectar con los jóvenes de su comunidad y de la ciudad, mostrándoles que pueden ser orgullosamente indígenas mientras se integran en la sociedad contemporánea. “Pronto voy a sacar un tema musical con un primo, esta es una primicia para todos ustedes,” dice Ronin, entusiasmado por sus futuros proyectos.
Ronin es el primer invitado de la segunda temporada de “Transitando por Latinoamérica”, un programa producido por UPC Cultural, donde Adrian Avila Bueno recorre ciudades del continente para recopilar historias de personas con pertenencia a pueblos originarios, pero bajo una impronta cultural que se expresa en las calles mediante el arte urbano. Para conocer más sobre el artista del pueblo shipibo-konibo puedes visitar su página oficial