Para pocos quedan dudas de que el Perú, y en especial Lima, casi desde su fundación, fue el lugar perfecto en el que las culturas europeas y las costumbres locales se mezclan y den origen a una nueva manera de ver la vida.
Y de esas raras mezclas que nacían en la vieja ‘Ciudad de los Reyes’, casi a finales del siglo XIX hizo su aparición una figura singular que dejó una huella indeleble en la historia del país.
Se trata de Christian Dam quien no solo fue un simple dentista de la época, sino que con sus ideas puso en jaque a Iglesia Católica. Y esta es su historia.
Llegó desde el Caribe
Nacido en la lejana isla de Saint Croix (Islas Vírgenes) en 1852, Christian Dam desembarcó en Lima a los 19 años con la mirada puesta en un futuro que marcaría al Perú.
Su llegada a nuestra capital no fue simplemente un cambio de ubicación geográfica, sino el inicio de un viaje intelectual y político que lo llevaría desde la odontología hasta el corazón de movimientos liberales y anarquistas que sacudieron las estructuras de la sociedad peruana de la época.
Luego de estudiar Odontología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, (se graduó en 1872), fue su incursión en la masonería limeña lo que marcó el inicio de una reflexión profunda sobre el devenir del país. En una época donde las logias masónicas luchaban por la hegemonía, Dam se destacó como una figura importante.
Como miembro de la Logia Alianza y Firmeza Nro. 16, Dam desempeñó un papel protagónico en la historia de la masonería peruana, contribuyendo a la unidad de los francmasones y fortaleciendo su doctrina.
El contexto político y social del Perú en aquel entonces estaba marcado por la guerra con Chile y la presencia de los jesuitas en el país. Dam, con sus ideas liberales, se involucró activamente en la lucha contra la permanencia de los jesuitas durante el Gobierno de Andrés Avelino Cáceres, colaborando con figuras prominentes de la masonería y el radicalismo liberal.
Lo veía todo
Como cirujano dentista, Dam no solo ejerció su profesión, sino que se convirtió en un activista comprometido con la causa de la salud pública. En una época donde la atención odontológica era escasa, su presencia destacada en Lima, donde solo había siete dentistas, lo convirtió en una figura venerada y respetada.
Pero su legado va más allá de la práctica de la odontología. Su participación en la lucha contra la influencia jesuita en el Perú durante el gobierno de Cáceres lo posicionó como una figura clave en el panorama político y social de la época.
Junto a figuras como Ricardo Palma y el general César Canevaro, Dam lideró una campaña contra la permanencia de este grupo religioso en el país, demostrando su compromiso con los ideales liberales. Hasta que logró su expulsión en 1886.
Liga de librepensadores
Pero su recuerdo en nuestra historia no solo circunscribe a su activismo político. Su participación en la fundación de la Liga de Librepensadores del Perú en 1897 marcó un punto de inflexión en la historia intelectual y cultural del país. Esta institución, que promovía ideas liberales y anticlericales, se convirtió en un espacio alternativo de sociabilidad para esos tiempos.
Sin embargo, su incursión en el anarquismo hacia el inicio del siglo XX representó un cambio significativo en su pensamiento y acción. A través de su participación en centros de estudios sociales obreros y su colaboración con periódicos, Dam demostró su compromiso con la lucha por la justicia social y la emancipación de los trabajadores.
Su muerte en 1920 dejó un vacío en el movimiento liberal y anarquista del Perú, pero su legado perdura en la memoria colectiva del país. Christian Dam fue más que un cirujano dentista y un líder masónico; para algunos fue un visionario que luchó incansablemente por un Perú más justo y libre.