Los turistas peruanos y extranjeros suelen asombrarse con la longevidad de las personas que viven en lugares recónditos del Perú, donde es común encontrar habitantes que superan los 100 años. En medio de la majestuosidad de la sierra, rodeados de paisajes impresionantes y un aire puro, cientos de integrantes de diversas comunidades disfrutan de una dieta natural y una vida físicamente activa que, de alguna manera, parecen prolongar sus vidas de manera casi mágica.
Esta realidad contrasta con la de los ancianos que viven en Lima, donde es raro ver a personas que siquiera se acerquen a los 100 años. En la ‘Ciudad de los Reyes’, factores como la contaminación, el estrés y la alimentación procesada impactan negativamente en la esperanza de vida de las personas. Además, el ritmo de vida acelerado y el tráfico constante afectan la calidad de vida, acentuando la diferencia con las comunidades rurales, donde el contacto con la naturaleza y un estilo de vida más tranquilo aparentemente favorecen una mayor longevidad.
Mientras los turistas recorren pueblos alejados de la sierra, se encuentran con ancianos que caminan con vitalidad y desempeñan con dedicación sus tareas diarias. Es un espectáculo singular ver a estos ciudadanos de avanzada edad cuidando de sus animales, cultivando la tierra o atendiendo sus comunidades con una energía. Los visitantes se sorprenden al ver esta muestra de vigor, pero quedan aún más maravillados al enterarse que existe una comunidad de Puno donde los habitantes superan los 100 años de edad.
La isla de Taquile: un territorio donde sus habitantes superan los 100 años
En medio del lago Titicaca, que comparte sus aguas con Perú y Bolivia, se encuentra una isla singular cuyos habitantes disfrutan de una vida prolongada. Los visitantes quedan asombrados al conocer a isleños que, rodeados por el entorno sereno y mágico del lago, viven más de 100 años. Esta comunidad, donde la longevidad es casi norma, despierta la admiración y curiosidad de todos aquellos que llegan a sus orillas, buscando el secreto de una vida larga y llena de vitalidad.
Se trata de la isla de Taquile, un territorio que pertenece a la región de Puno, específicamente a la provincia de Puno y al distrito de Amantaní. Durante la época colonial y hasta comienzos del siglo XX, esta locación se utilizó como prisión política. Sin embargo, a partir de 1970, pasó a ser propiedad exclusiva de los habitantes de Taquile. Así lo dio conocer el Congreso de la República a través de un boletín informativo dedicado al departamento de Puno.
En 2024, Luisito Comunica visitó este paraje y quedó sorprendido por la cultura de las comunidades, así como por la longevidad de los lugareños. En su video de YouTube titulado “¿Por qué en este pueblo viven más de 100 años?”, se puede apreciar el paisaje, las manifestaciones culturales y, sobre todo, las declaraciones de los pobladores.
“Aquí la gente no conoce muchas enfermedades. Mi mamá tiene 109 años y todavía camina. (...) Mi abuelo murió a los 120 años, pero eso fue hace muchos años”, expresó don Felipe, habitante de la isla, al youtuber.
Según el lugareño, sus familiares y algunos de sus vecinos alcanzan esa edad avanzada debido a que el ambiente no está contaminado, se puede respirar aire puro y las aguas no están sucias. Además, sus dietas están compuestas principalmente de alimentos naturales y frescos, lo que contribuye a su longevidad.
Para conocer a uno de los grupos de personas más longevas del Perú, se puede viajar a Juliaca, distrito de la provincia de San Román. Una vez en esta ciudad, el turista puede tomar un bus rumbo a Puno, desde donde se iniciará el viaje hacia la isla de Taquile. Es preciso mencionar que el periplo en bote dura aproximadamente 3 horas y que la altitud entre el puerto y el pueblo varía ligeramente, de 3.810 metros sobre el nivel del mar a 3.950 m s. n. m. Además, la temperatura máxima es de 23°C mientras que la mínima alcanza los 7°C.
En otro apartado del boletín del Congreso se puede leer lo siguiente: “Taquile se caracteriza por sus amigables pobladores, quienes conservan sus costumbres, tradiciones y vestimenta a la usanza antigua. Los lugareños destacan por sus laboriosos y finos textiles con decoraciones simétricas simbólicas, de colores fuertes, que reflejan su forma de vida, sus costumbres y sus creencias andinas”.
El señor Felipe, en otro momento de la entrevista, dijo que casi todos los integrantes de su comunidad se conocen y conviven como una familia. Destacó que no existe delincuencia. Esto llamó la atención de los internautas, pero un dato concitó aún más su interés: los lugareños prescinden de estrecharse la mano cada vez que se saludan. “Nosotros intercambiamos hojas de coca en lugar de darnos la mano o abrazarnos. Después de decir buenos días o buenas tardes, realizamos este intercambio”, explicó.
Pobladores tienen un templo dedicado al pene
A unos cuantos kilómetros de la isla de Taquile, existe un templo dedicado al miembro viril de los varones, el pene. Este lugar se encuentra en la ciudad de Chucuito, distrito de Chucuito, provincia de Chucuito. Según un boletín del Congreso, a esta localidad se le conoce como la ‘Ciudad de las Cajas Reales’ porque fue el centro de recolección de impuestos durante el virreinato. En medio de la tierra fértil, descansan las iglesias renacentistas de Santo Domingo (siglo XVI) y La Asunción (siglo XVII).
Sin embargo, estos centros religiosos no son los únicos atractivos turísticos que capturan la atención de turistas peruanos y extranjeros, así como de los pobladores de la isla de Taquile. El sitio arqueológico Inca Uyo también concita la atención de estas personas. Pero, ¿por qué les llama la atención?
En el video de Luisito Comunicas se puede ver esculturas de penes y vaginas de distintos tamaños. Debido a sus características de construcción y al uso de material lítico, el origen de este sitio arqueológico ha sido identificado como incaico.
Popularmente, este lugar se conoce como ‘Templo de la fertilidad’. De acuerdo con los pobladores, las mujeres dejan sus ofrendas con el fin de quedar embarazadas. Los hombres también hacen lo propio: se acercan a una escultura de vagina para luego dejar hojas de coca o alimentos. Cabe señalar que las mujeres suelen sentarse en piedras con formas fálicas, motivadas por su deseo de formar una familia.