Si el artista peruano hubiera tomado el cosmos como un lienzo, habría encontrado en la vastedad del espacio el escenario perfecto para desplegar su prolífico talento multidisciplinario. Nuestro compatriota, que sobresalió en diversas disciplinas artísticas como la poesía, el arte visual y la dramaturgia, entre otras, habría visto en cada estrella y en cada galaxia un punto de inspiración para sus obras.
Fusionando la infinitud del universo con la profundidad de sus emociones y pensamientos, cada obra suya habría sido un reflejo de la inmensidad y belleza del cosmos, un homenaje a la complejidad y el misterio que envuelve tanto al arte como al universo. Pero, ¿quién es este artista cuya obra casi trascendió los confines terrestres? ―y esto no es una metáfora―.
Se trata de Jorge Eduardo Eielson, una estrella luminosa en el firmamento artístico, cuya obra trasciende confines y disciplinas. Nacido en Perú en 1924, dotó a su poesía de una profundidad emocional sin precedentes, capaz de envolver al lector y llevarlo por un viaje a través de universos donde las palabras esculpen las emociones más genuinas. Pero su genialidad no se detuvo en la poesía; en el campo del arte visual, el artista jugó magistralmente con el color, la textura y las formas para crear obras que se comunican con lo infinito.
La experiencia de leer los poemas o de contemplar las obras de arte visual del autor de “El cuerpo de Giulia-no” puede ser tan enriquecedora que lleva a los espectadores o lectores a sentirse como si estuvieran trascendiendo los límites físicos y temporales, adentrándose en un estado o lugar que se siente infinito y ilimitado. En ese sentido, es relevante mencionar que una de las creaciones del artista peruano, así como sus cenizas, estuvieron a punto de elevarse más allá de los límites de la Tierra.
El artista que solicitó a la NASA esparcir sus cenizas en el espacio
Es difícil encontrar las palabras adecuadas para describir a un artista que, con maestría, exploró prácticamente todas las facetas del arte y elevó a Perú a una posición que casi tocaba el cielo. A lo largo de su distinguida carrera, Jorge Eduardo Eielson vivió momentos memorables dignos de destacar: fue galardonado con el Premio Nacional de Poesía por “Reinos” en 1945; protagonizó una exposición en la Galleria L’Obelisco en Roma; participó en la XXXVI Bienal de Venecia con su obra “247 metros de tela de algodón crudo”; y creó el Gran Quipus de las naciones en la Spielstrasse de Mónaco de Baviera (Múnich) durante los Juegos Olímpicos, entre otras relevantes contribuciones.
Ahora bien, en cuanto a la solicitud que le hizo Eielson a la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, más conocida como NASA (por sus siglas en inglés, National Aeronautics and Space Administration), es preciso señalar que este tema fue abordado en una conversación que entabló Martha Canfield con el artista.
En diálogo con Infobae Perú, Canfield dio detalles de la solicitud de su amigo. “Él había querido hacer de su vida una obra de arte, pero, según decía, no lo había conseguido. Entonces dijo: ‘Lo único que puedo hacer ahora es que mi muerte sea una obra de arte’. Por eso él quería que las cenizas fueran lanzadas al espacio”, contó.
Es menester precisar que esta petición se realizó en 1969, año en que se marcó un hito histórico en la exploración espacial al lograr el primer alunizaje tripulado. Liderada por la NASA, la misión Apolo 11 llevó a los astronautas Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins hacia la Luna.
Antes de este evento, el artista escribió una carta dirigida a la NASA proponiendo la colocación de una de sus esculturas en la Luna. Después de redactarla, envió la misiva al líder del proyecto Apolo y, poco tiempo después, el artista recibió una respuesta negativa.
Lejos de desanimarse ante esta respuesta, el artista se sintió motivado a redactar otra carta en la que, esta vez, solicitaba que, después de su fallecimiento, sus cenizas fueran dispersadas en el espacio, junto con las de otros literatos.
“Soñaba con que la NASA aceptara que todas las cenizas de los poetas fueran puestas en órbita alrededor de la Tierra, para que la poesía protegiera al planeta. Obviamente, la NASA le respondió que no era posible, así que sus cenizas no fueron esparcidas en ningún lado, sino que están sepultadas cerca de las de Michele”, señaló Canfield, la albacea de Eielson, a este medio de comunicación.
El polifacético artista Jorge Eduardo Eielson falleció el 8 de marzo de 2006 en Italia, país que fue su hogar por casi la mitad de su existencia. Tras este lamentable hecho, sus restos fueron cremados y posteriormente depositados en el cementerio de Barisardo, lugar en el que se encuentra la tumba de Michele Mulas.