Durante el 2023, los centros de salud del Ministerio de Salud (Minsa) atendieron a 80,271 personas que presentaban trastornos mentales y de comportamiento relacionados con el consumo de sustancias psicoactivas. Este número refleja una creciente preocupación por la atención especializada necesaria para abordar esta problemática.
En el mismo año, la Oficina de Naciones Unidas sobre Drogas y Crimen destacó en su informe mundial que cerca de 40 millones de individuos a nivel global sufren trastornos por el consumo de drogas, pero apenas una quinta parte ha recibido tratamiento adecuado.
Ante esta situación, el Minsa ha sumado esfuerzos con la Sección de Asuntos Antinarcóticos y Aplicación de la Ley de la Embajada de los Estados Unidos, Plan Colombo, y la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD) de la Organización de los Estados Americanos (OEA), para implementar un programa de capacitación que busca mejorar las competencias de los profesionales que laboran en los servicios de adicciones.
Este programa, conocido como el Currículum Universal de Tratamiento para Trastornos por Uso de Sustancias (UTC), está destinado a fortalecer los conocimientos y habilidades del personal de salud en Arequipa, La Libertad, Ayacucho, Lima región y las DIRIS de Lima Metropolitana.
El consultor uruguayo del Plan Colombo, el médico psiquiatra Gabriel Rossi, enfatizó la importancia de una formación continua para los profesionales en el campo, basada en evidencia científica y adaptada a la realidad del país.
“Todos los profesionales deben tener una capacitación continúa basada en la evidencia científica que existe a nivel mundial, adecuada a la realidad peruana para modificar la conducta y mejorar la calidad de vida de las personas que tiene un consumo de sustancias”, indicó.
Este proceso de formación, que se extiende de abril a septiembre en una modalidad híbrida, tiene como objetivo no solo educar a los participantes sino también prepararlos para replicar estos conocimientos entre sus colegas. Rossi recalca la importancia de modificar comportamientos y elevar la calidad de vida de aquellas personas afectadas por el consumo de sustancias.
En esa línea, la directora de Salud Mental del Minsa, July Caballero Peralta, saludó esta iniciativa y mostró su satisfacción por el éxito alcanzado. indicó, además, que esta capacitación redundará en beneficio de la salud mental de la población nacional.
Dato: Si conoces de alguien que presente algún problema de salud mental por consumo de drogas, acude inmediatamente al establecimiento más cercano o llama a la línea 113, opción 5, para que acuda a la orientación de salud correspondiente.
Uno de cada tres peruanos padece algún trastorno mental
En Perú, la prevalencia de los trastornos mentales se ha convertido en una situación alarmante, con cifras que indican que uno de cada tres ciudadanos presenta algún tipo de problema de salud mental, de acuerdo con datos divulgados por el Ministerio de Salud (Minsa).
Esta situación es aún más grave considerando que el 80% de estas personas no recibe la atención necesaria. En el curso de 2023, se registró un incremento significativo en los casos de depresión, superando las 280,000 consultas, donde las mujeres representaron el 75,5% del total y los menores, el 16,5%.
Comparativamente, la dotación de especialistas en salud mental en el país es insuficiente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que en Perú hay solamente tres psiquiatras y diez psicólogos por cada 100.000 habitantes, una cifra que palidece en comparación con los estándares internacionales.
Por ejemplo, países como Argentina y Finlandia poseen una mayor proporción de psicólogos, con 223 y 109 respectivamente por cada 100.000 habitantes, evidenciando una brecha considerable en la atención a la salud mental en el territorio peruano.
Este déficit de profesionales resulta en un desafío para el sistema de salud del país, afectando la capacidad de proveer servicios adecuados a los ciudadanos que enfrentan trastornos mentales. Tal escasez se refleja no solo en la disponibilidad de atención especializada sino también en las largas esperas y el difícil acceso a tratamientos integrales que puedan satisfacer las necesidades de una población crecientemente afectada por condiciones como la depresión y la ansiedad.