El Pollón, la emblemática pollería cuyos clientes podían comer en sus autos: local será demolido para desarrollar un proyecto inmobiliario

La expansión inmobiliaria, en su afán por encontrar ubicaciones estratégicas para construir edificios, está amenazando la supervivencia de reconocidos locales gastronómicos. Comensales recuerdan con nostalgia este establecimiento

Al transitar por la avenida Pérez Araníbar 1933, los transeúntes se encuentran con un cartel de luto. (Composición Infobae: El Pollón / Carlos Carbajal)

En ciertos establecimientos donde se ofrece comida, la experiencia trasciende la simple degustación de platillos; estos lugares se convierten en escenarios de gratos momentos compartidos con familiares, amigos y parejas. Cada visita renueva y evoca aquellas experiencias pasadas, lo que crea un vínculo especial entre el local y sus clientes. La atmósfera de estas locaciones, junto con sabores que cautivan el paladar, incentiva a las personas a volver en busca de una deliciosa comida y recuerdos que provocan sonrisas.

Por ejemplo, las pollerías, restaurantes, cafeterías, entre otros negocios gastronómicos, se convierten en lugares mágicos donde se celebran logros y sueños alcanzados. Sus instalaciones se convierten en cómplices silenciosas de las primeras citas, llenas de promesas y mariposas en el estómago, y a la vez, brindan refugio a las almas que buscan un momento de paz en medio de la vorágine de la ciudad de Lima.

Precisamente en la ‘Ciudad de los Reyes’ existe un local que ha sido testigo de incontables momentos felices para miles de peruanos y ciudadanos extranjeros desde antes del advenimiento del nuevo milenio. Ahora, estas personas recuerdan con nostalgia este establecimiento tras enterarse de que será reemplazado por un edificio. Pero cómo se llama este negocio que pronto cerrará sus puertas. Se trata de El Pollón.

Fachada de la pollería El Pollón, ubicado en el distrito de San Isidro. (Carlos Carbajal)

El Pollón, una pollería que despierta nostalgia entre sus comensales

La expansión inmobiliaria, en su afán por encontrar ubicaciones estratégicas para el desarrollo de nuevos proyectos, está amenazando la supervivencia de reconocidos locales gastronómicos, verdaderos bastiones de historia y tradición que han sido escenario de incontables momentos de alegría y comunión entre generaciones.

Estos sitios enfrentan ahora el riesgo de ser borrados del mapa urbano. La ironía recae en que es justamente su ubicación privilegiada, aquella que les otorgó vida y popularidad a través de los años, la que hoy los hace blanco del desarrollo inmobiliario. Esta realidad no es ajena a la pollería El Pollón, que pronto cerrará sus puertas para dar paso a la construcción de un edificio habitacional.

Al transitar por la avenida Pérez Araníbar 1933, en el distrito limeño de San Isidro, los transeúntes y pasajeros se encuentran con un cartel de luto, cuyo color negro parece tejer un velo de sombras sobre el espíritu de quienes lo leen. La elección de este color no es casual, dado que al igual que la noche envuelve el día en oscuridad, así el contenido del cartel abraza con pesar el ánimo de la comunidad.

El desasosiego ha inundado las redes sociales, plataformas en las que los usuarios han manifestado su tristeza y, al mismo tiempo, han evocado los momentos felices vividos en la pollería. Pero, ¿qué mensaje lleva escrito ese cartel? Se trata del anuncio de un proyecto inmobiliario.

Anuncio del proyecto inmobiliario que será construido en el terreno donde actualmente se encuentra la pollería. (Carlos Carbajal)

“Prepárate para algo nuevo. Próximamente departamentos de 1, 2 y 3 dormitorios”, se lee en el cartel, ubicado en la fachada del establecimiento de comida. Este mensaje entristeció a los internautas de las redes sociales, quienes no dudaron en escribir palabras emotivas.

“¡Qué nostalgia! Nuestra juventud se va”, “Era un gustito que nos daba mi mami cuando cobraba…”, “En ese estacionamiento di el beso más increíble de mi vida; se cierra una leyenda”, “Recuerdo una vez que fui con mi madre en invierno, ella se quejaba del frío, entonces la dueña nos abrió el salón para nosotros solos”, “La primera vez que fui ahí fue con alguien especial, qué recuerdos. No comí el pollo de los nervios”, “¡Qué recuerdos! Iba en familia en los 80, excelente pollo y cremas”, fueron algunos de los comentarios llenos de emoción que los usuarios compartieron en TikTok.

En otro ambiente del local, específicamente en la playa de estacionamiento, se puede ver otro cartel que anuncia lo siguiente: “Pronto haz realidad tus sueños”. Las personas ya no podrán festejar sus metas en El Pollón debido a que el establecimiento será derribado para construir un edificio habitacional. Al costado de este texto hay un edificio que sería el proyecto inmobiliario terminado. Es menester señalar que en un futuro no muy lejano, las personas vivirán en departamentos de 45 metros cuadrados o más.

Un vistazo a la historia de El Pollón

Esta pollería se creó en la década del 60 y su local no siempre estuvo en San Isidro. Así lo dio a conocer la empresa a través de su cuenta de Facebook. “Siempre recordamos y honramos nuestros inicios, en el año 1961, en La Victoria. Nos emociona decir que hemos sobrevivido diferentes épocas en la historia del Perú y seguimos aquí”, reza la publicación del 2020.

En la imagen se puede ver a familiares del dueño de la pollería El Pollón. (El Pollón)

Con el paso del tiempo, este histórico local dejará de existir físicamente, pero los recuerdos de los miles de comensales que ocuparon sus mesas para compartir momentos gratos perdurarán. A cualquier hora, ya fuera de tarde, noche o incluso en la madrugada, los visitantes podían deleitarse con su especial pollo a la brasa, así como con otros platillos, tales como el arroz chaufa o los sándwiches.

Otros recordarán que en la playa de estacionamiento del establecimiento de comida se podía comer. El mozo llegaba se acercaba al auto, tomaba el pedido y luego de unos minutos traía el pollo a la brasa en fuentes peculiares.

El local actual de San Isidro entró en funcionamiento en la década del 90. Antes el negocio se encontraba ubicado en el cruce de las avenidas Del Ejército y Salverry. Luego se trasladaron a una casa ubicada a unas cuadras, cuya dirección es avenida Pérez Araníbar 1933. En esta última locación estuvo Gastón Acurio, quien probó potajes dentro de su vehículo.

“Me acuerdo cuando venía aquí con mis amigos a las 3 de la mañana después de salir de nuestras fiestas de 15 años. Comíamos nuestro plato gigante de pollo a la brasa con las salsitas”, señaló el destacado cocinero en su programa Aventura culinaria.
Los clientes podían comer dentro de sus autos estacionados en la playa de estacionamiento de la pollería. (El Pollón)

En esa ocasión, Gastón se decidió por un sándwich de pollo con tocino y tomate, acompañado de una porción de papas fritas y su respectivo ají. “Esta papa blanca del Pollón es lo mejor que hay; y cuando le pones este ajicito con su toque de huacatay, no hay nada que hacer”, agregó. Cabe señalar que él en todo momento estuvo en su auto e incluso el mozo fue a su encuentro.

La legendaria pollería cuenta con más de 60 años de historia. Una prueba de ello es la publicación que realizaron en 2021 a través de su cuenta de Facebook, en la cual anunciaban que pronto celebrarían su aniversario. “¡Qué recuerdos! Nuestro local en la década de los 90. Este año celebramos los 60 años desde que iniciamos con la tradición de traer a todas las familias peruanas nuestro gran sabor”, reza la publicación.

Así luce el típico pollo a la brasa de El Pollón. (El Pollón)

Al caminar frente a la pollería El Pollón, muchos transeúntes se ven invadidos por una nostalgia al observar el letrero del proyecto inmobiliario que anuncia su inminente desaparición. Este lugar, más que un simple establecimiento de comida, ha sido un espacio de encuentro y alegría, donde en algún momento de sus vidas, disfrutaron de sabores que se convirtieron en recuerdos imborrables. La noticia de su cierre significa el adiós a un pedazo de sus historias personales, compartidas entre los sabores del pollo a la brasa.

Origen del pollo a la brasa

La historia del pollo a la brasa se remonta a mediados del siglo pasado, el 5 de febrero de 1950, cuando se inauguró en Perú el restaurante La Granja Azul.

Fundado por Roger Schuler, un ciudadano suizo que transformó su negocio de venta de pollos en una granja para convertirse en el artífice de la preparación de estas aves al carbón. Fue gracias a Schuler que el platillo peruano encontró su lugar en la culinaria internacional y se convirtió en una tradición.

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