El Perú no solo guarda tesoros en lo que respecta a la gastronomía o al turismo, pues este lugar también guarda otras joyas que no necesariamente son palpables, pero todos los conocemos y hacemos uso de ellas. Se trata de los famosos refranes.
Esos que han ido pasando de generación en generación hasta nuestros y que muchas veces repetimos sin, necesariamente, saber la historia de su origen y las razones de por qué han trascendido en el tiempo.
Tal es el caso de ‘estar entre Pisco y Nazca’, curiosa sentencia que casi todos los peruanos hemos escuchado o utilizado alguna vez. Y esta es la historia de su nacimiento.
Combinación perfecta
En el siglo XVI, los productores españoles, preocupados por la importación de vino de la colonia, buscaron prohibirla. Esto llevó a los viñateros a cambiar a la producción de aguardiente de uva, protegiendo su medio de vida y familias.
El aguardiente, exportado con éxito, adquirió el nombre del puerto de Pisco. La preferencia por el pisco sobre el aguardiente de caña generó debate sobre cuál era mejor. Una anécdota cuenta que al mezclar los dos, unos españoles se embriagaron, afirmando estar “entre Pisco y Nazca”.
Desde entonces esta frase es usada para referirse a alguien ebrio y aprovecha el doble sentido de la palabra Pisco, ciudad famosa por el destilado de uva.
Y es que se dice también que en Nazca se producía aguardiente de caña, llamado nazca. La historia del pisco se convierte así en parte de la cultura y tradición peruana, con su propia narrativa y mitos.
Peruano o chileno
En el marco de una encendida disputa histórica y cultural, Perú y Chile se encuentran enfrascados en una controversia que gira en torno a un aguardiente de uva muy especial: el pisco. Este destilado, que tiene profundas raíces en la región, es objeto de un debate que ha trascendido las fronteras y ha llegado hasta instancias internacionales.
El origen del pisco se remonta a la época de la conquista del Imperio Incaico en 1533, cuando los españoles introdujeron las primeras uvas en el Virreinato del Perú. A finales del siglo XVI, ante la amenaza que representaba la importación de vino desde la colonia, los productores en España buscaron prohibir esta práctica.
Como consecuencia, se prohibió la siembra de la vid, lo que llevó a los viñateros a cambiar su enfoque hacia la producción de aguardiente de uva, protegiendo así su medio de vida y sus familias.
La solución adoptada fue la elaboración de aguardiente de uva, que con el tiempo adquirió el nombre del puerto de Pisco, por donde se embarcaba. En Chile, también se producía un aguardiente similar, pero con sus propias características.
Ambos países comparten la producción de este destilado, pero las diferencias en la elaboración y las normativas legales han generado una disputa sobre quién tiene derecho a utilizar el nombre “pisco”.
Diferencias y similitudes
Aunque el pisco peruano y el chileno comparten la base de ser aguardientes de uva, existen diferencias significativas en su producción y regulación.
Por ejemplo, mientras que el pisco peruano se destila sin ajustar su graduación alcohólica final, el pisco chileno se hidrata con agua desmineralizada para alcanzar la graduación deseada. Además, cada país tiene su propia lista de uvas autorizadas y métodos de destilación específicos.
Controversia sobre la denominación de origen
La disputa principal entre Perú y Chile radica en el uso exclusivo del nombre “pisco”. Perú argumenta que el término está estrechamente ligado al espacio geográfico donde se produce el aguardiente, específicamente la ciudad de Pisco, mientras que Chile sostiene que ambos países tienen derecho a utilizarlo, dado que ha sido utilizado históricamente para referirse al destilado de uva producido en la región.
A nivel internacional, varios países han reconocido la denominación “pisco” a favor de Perú, de Chile o de ambos. La Unión Europea, por ejemplo, reconoce la indicación geográfica “pisco” como exclusiva de productos originarios de Chile, pero también reconoce la denominación de origen “pisco” para productos peruanos.