Conocido como el padre de la psiquiatría peruana, don Honorio Delgado es uno de los personajes que, gracias a su trabajo y estudios, ha sabido dejar una huella profunda en la comunidad científica del Perú.
Pero su marca no solamente quedó grabada en estas tierras, sino también por lograr entablar amistad con una figura reconocida a nivel mundial. Se trata del psicoanalista, de origen austríaco, Sigmund Freud, quien es reconocido como una de las mentes más brillantes que ha pisado este planeta.
Lo que pocos sabes es que entre el peruano y la estrella mundial surgió una amistad bastante particular. Y esta es la historia de cómo nació.
Sin límite de edad
A pesar de los 36 años que los separaban, Honorio Delgado se convirtió en el “primer amigo extranjero” de Sigmund Freud, estableciendo un intercambio intelectual y afectivo que perduraría durante casi dos décadas.
Desde Arequipa, en Perú, Delgado y Freud intercambiaron cartas, investigaciones y visitas, construyendo un lazo único que trascendió las fronteras culturales y lingüísticas.
El compromiso de Delgado con las ideas de Freud fue innegable. Fascinado por el psicoanálisis desde una edad temprana, el joven médico peruano se convirtió en uno de los más importantes divulgadores de su pensamiento en América Latina.
Su contribución a la difusión del psicoanálisis en la región fue fundamental, escribiendo la primera biografía en español de Freud y estableciendo una relación cercana con él que pocos latinoamericanos lograron.
Sin embargo, con el tiempo, Delgado experimentó un cambio conceptual que lo llevó gradualmente a alejarse de las ideas de su mentor. A pesar de su profunda admiración por Freud, el médico peruano comenzó a cuestionar ciertos aspectos de su doctrina, encontrando inspiración en otros pensadores y corrientes de pensamiento.
Este distanciamiento no disminuyó su legado ni su impacto en la psiquiatría latinoamericana, siendo reconocido como uno de los pensadores más importantes de la región.
Así comenzó todo
La relación entre Delgado y Freud se inició en 1915, cuando el joven médico peruano publicó un artículo sobre psicoanálisis en el diario “El Comercio”. Este trabajo pionero despertó el interés de Freud, quien reconoció el talento y la dedicación de Delgado a una edad temprana. Desde entonces, comenzó un intercambio epistolar que se convertiría en una amistad duradera.
Durante aproximadamente una década y media, Delgado se convirtió en el principal defensor del psicoanálisis en América Latina. Su profundo conocimiento de la obra de Freud y su habilidad para difundir sus ideas lo convirtieron en una figura destacada en el campo de la psiquiatría.
A través de sus escritos y conferencias, Delgado contribuyó a la expansión del psicoanálisis en la región, inspirando a una nueva generación de profesionales de la salud mental.
Todo tiene su final
A pesar de su estrecha relación con Freud, Delgado comenzó a distanciarse gradualmente del psicoanálisis a partir de la década de 1930. Sus críticas a ciertos aspectos de la teoría freudiana y su interés en otras corrientes de pensamiento marcaron un cambio significativo en su carrera.
Aunque su alejamiento del psicoanálisis sorprendió a muchos, Delgado continuó siendo una figura influyente en el campo de la psiquiatría, explorando nuevas ideas y enfoques en su búsqueda de la verdad científica.
A lo largo de su vida, Delgado ocupó importantes cargos públicos en el Perú, destacándose como ministro de Educación durante el gobierno de José Luis Bustamante y Rivero. Su compromiso con la educación y la salud mental lo convirtieron en un líder respetado y admirado en su país.
Delgado falleció en Lima el 27 de noviembre de 1962, dejando un legado perdurable en el campo de la psiquiatría latinoamericana. Su contribución al desarrollo de la psicología en la región sigue siendo reconocida y celebrada hasta el día de hoy, recordándonos que el verdadero progreso se encuentra en la búsqueda constante de conocimiento y la apertura a nuevas ideas.