Un mercado laboral más competitivo y flexible no solo asegura un mayor acceso al trabajo, con un buen entorno y beneficios para el empleado, sino que también apunta a elevar la productividad del trabajador. Incluso sirve como herramienta para mitigar los efectos de un menor crecimiento económico. Así, se generarían los mayores retornos para las empresas, con el consecuente impacto en la generación de ingresos para las familias, y para el Estado a través del pago de impuestos.
Esta no es una característica particular del mercado laboral peruano. La legislación laboral está caduca. Es una de las peores a nivel mundial en materia de contratación y despido, según el Reporte de Competitividad Global del Foro Económico Mundial. La tasa de informalidad en nuestro país se ubica año tras año por encima del 70%. En el último año esta fue del 71.1%, según estimaciones de la Encuesta Permanente de Empleo Nacional (EPEN). Más de 12.2 millones de trabajadores a nivel nacional subsisten en la informalidad, sin beneficios ni condiciones laborales mínimas de calidad. El régimen general implica costos laborales no salariales del 62.2%, según cálculos del propio Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo.
El desincentivo para la formalidad y el crecimiento de las empresas está servido, lo que genera diferencias muy marcadas en salarios. En el último año, el salario promedio en el sector formal a nivel nacional fue de S/ 2,903; mientras que en el informal fue de S/ 1,099, casi un tercio. A nivel departamental la brecha salarial es incluso mayor.
Por ejemplo, en el caso de Piura, el salario promedio en el sector formal fue de S/ 2,464; mientras que en el informal fue de S/ 986, por debajo de la remuneración mínima vital (S/ 1,025). Piura empeoró en el Índice de Competitividad Laboral (ICL) de ComexPerú. Pasó del puesto 12 al 21, de 24 departamentos. Se ha hecho más difícil encontrar empleo y que los trabajadores accedan a una afiliación pensionaria y/o de seguros de salud.
En Cajamarca, el salario promedio en el sector formal fue de S/ 2,747; mientras que en el informal fue de S/ 819, también por debajo de la remuneración mínima vital. Cajamarca descendió en el pilar de Acceso al Mercado Laboral del ICL. Pasó del puesto 2 al 7. Se redujo su tasa de participación laboral; es decir, incrementó su nivel de inactividad. La proporción de trabajadores inactivos que sí querían trabajar aumentó de 23.5% a 30%, lo cual representó un aumento en 30,831 personas en esta condición. La tasa de desempleo aumentó de 2.3% a 4.1%, con 32,345 desempleados en total.
Mientras que en Tumbes, el salario promedio en el sector formal fue de S/ 2,470; mientras que en el informal fue de S/ 1,143. Tumbes también descendió en el pilar de Acceso a Mercado Laboral del ICL. Pasó del puesto 16 al 21. Representa el cuarto con mayor dificultad para buscar y encontrar empleo. Incrementó en la tasa de participación laboral; es decir, menor proporción de inactivos. La proporción de trabajadores inactivos que sí querían trabajar aumentó de 21.9% a 41.4%, lo cual representó un aumento en 10,614 personas en esta condición. La tasa de desempleo aumentó de 4% a 4.8%, con 6,982 desempleados en total.
Los resultados lo confirman. La legislación laboral actual limita la generación de empleo y de mayores oportunidades e ingresos para las familias. Urge una reforma. ¿Para cuándo?