Es bien sabido que el primer grito de independencia en el Perú se dio un 28 de julio de 1821, fecha que hasta hoy celebramos como el momento cumbre de la liberación del país como colonia española que estuvo presente durante casi 300 años. Sin embargo, las hostilidades con la corona continuaron incluso pasados enfrentamientos tan importantes como el de Ayacucho y Junín, que consolidaron nuestra libertad.
El tiempo traería consigo un combate que es recordado por reafirmar esta independencia, pero también por movilizar a cientos de soldados y héroes que no dudaron en ponerse al frente para defender al país y su soberanía. Estamos hablando del Combate de 2 de Mayo, fecha que pasó a la historia y que recordamos cada año.
Accidente en Talambo
Los antecedentes de este nuevo conflicto empezaron en un lugar conocido como la hacienda de Talambo, en Lambayeque, donde un colono español que ejercía como agricultor falleció en circunstancias que fueron exacerbadas y que escalaron en una crisis internacional. Por aquellos días, Perú no tenía tratados de paz firmados con la madre patria y mucho menos relaciones diplomáticas, según explica la página de la Marina de Guerra.
Para ese momento, Eusebio Salazar y Mazarredo, bajo el rótulo de comisario especial extraordinario de España en el Perú, no fue reconocido como tal en territorio nacional y no pudo reunirse con las autoridades para investigar más a fondo el caso, lo que provocó que, a su encuentro con Luis Hernández-Pinzón Álvarez, comandante general de la Escuadra del Pacífico, se decidiera tomar represalias contra el país.
A fin de buscar una salida de este impasse, el Perú negoció con las fuerzas españolas. Se quería a toda costa evitar un conflicto bélico, especialmente considerando que no había los medios suficientes para hacerle frente a la armada extranjera que estaba muy bien equipada.
Como resultado se firmó el tratado Vivanco-Pareja el 27 de enero de 1865. Los términos de este tratado dejaban a Perú con una deuda a España y exigencias excesivas.
Como no podía ser de otra forma, muchos connacionales criticaron la firma de este documento, entre ellos el coronel Mariano Ignacio Prado, quien luego se hizo del poder y no reconoció dicho tratado. Para esas fechas el país también había adquirido cierta cantidad de armamento por si las negociaciones con España no daban frutos.
Más adelante, el Perú firmó una alianza defensiva con Chile en caso de que los colonialistas atacaran el sur. A este acuerdo se sumarían también los países de Bolivia y Ecuador, en aras de garantizar la libertad del continente.
El glorioso Combate de 2 de Mayo
Perú declaró la guerra a España un 14 de enero de 1866 y los enfrentamientos iniciaron hasta llegar al bombardeo de Valparaíso, una verdadera tragedia, para luego amenazar con hacer lo mismo en el puerto del Callao.
En esas fechas el país aún no contaba con navíos como el Huáscar o Independencia, pero sí con cañones traídos desde el extranjero y se logró ubicar muchos de ellos en una área defensiva que iba desde la boca del Río Rímac hasta La Punta.
En este contexto se instalaron defensas en zonas como la Merced, el fuerte de Santa Rosa y las baterías Maipú, Chacabuco y Chalaca. En este último se hallaba el Cañón del Pueblo, cuya instalación fue improvisada en 24 horas por una multitud de patriotas, según menciona la página de La Marina de Guerra. La población civil también se vio inmiscuida en este evento.
Así, el 2 de mayo de 1866 la escuadra española atacó con sus fragatas y buques auxiliares. Uno de los lugares que atacaron fue la Torre La Merced, donde se encontraba el héroe José Gálvez, quien murió en servicio encarnando los valores de libertad dirigiendo la operación.
Lo cierto es que el enfrentamiento se extendió durante algunas horas en que el fuego iba y venía, mientras que los defensores hacían gala de gran valentía y no se doblegaron pese al miedo. Los cañones siguieron disparando, y por mar y tierra se sentía el deseo de evitar a toda costa un desembarco extranjero.
Esta resistencia finalmente hizo retroceder poco a poco a los colonialistas, quienes renunciaron a su sueño de obtener nuevamente el control del país. Por todos lados había actos de heroísmo, como el de las compañías de bomberos que iban apagando los incendios y evitaron una catástrofe mayor.
La retirada finalmente marcó un hito para el Perú, libre e independiente y que había ganado con fuerza y coraje librarse de las cadenas que aún amenazaban con esclavizarlo. Según el historiador Jorge Basadre, cuyas palabras recoge la Marina de Guerra “se logró robustecer el espíritu nacional peruano”, por ello, se recuerda esta batalla como un momento más que cumbre en nuestra gloriosa historia.