Hoy el departamento de Apurímac está de aniversario, un momento perfecto para repasar la esencia de este espacio ubicado en el corazón de los Andes peruanos. Desde la antigüedad, la región no solo ha sido cuna de profundas tradiciones y paisajes que siguen cautivando a más de uno, sino también de un poderoso pueblo que en el pasado supo imponerse en los territorios que gobernaron.
Esta zona hoy en día alberga a una población resiliente, llena de vida, alegría y hospitalidad que da la bienvenida a propios y extraños. Sus costumbres, forma de vida y legado ancestral son su sello característico y le dan una identidad única que celebramos hoy, 28 de abril.
Cuna de los Chancas
La historia del departamento se remonta a tiempos de antaño, épocas donde ni siquiera los incas habían florecido como civilización. Durante mucho tiempo, la zona fue el lugar que albergó a la legendaria cultura chanca, un pueblo de valientes y fuertes guerreros que no dudaron en iniciar su propio proceso de expansión y conquista de territorios, logrando sentar sus bases mediante actividades como la agricultura, vital para la supervivencia.
Con el paso del tiempo, los Chancas se involucraron en una guerra contra el curacazgo Inca, que también pugnaba por convertirse en un gran imperio.
Como se sabe, la historia sobre estos hechos ya ha sido escrita y fueron los ‘hijos del sol’ quienes lograron imponerse a la etnia guerrera; sin embargo, esto no ha cambiado el rol importante que tuvieron al poblar la zona, ni su presencia en la historia como dueños de uno de los más grandes y temidos ejércitos del Perú antiguo.
Época virreinal
Más tarde, con la llegada de los conquistadores al Perú, el incanato caía y todo el país pasaba a ser controlado por la corona española. En el caso de Apurímac, debido a sus fértiles valles, se mantuvo la agricultura como una actividad preponderante y muchos de los pueblos que allí surgieron, lo hicieron en torno a la actividad comercial y administrativa.
Así, la región hacia el año 1689, pertenecía a la intendencia del Cusco y era uno de los lugares que abastecía de productos derivados de la caña de azúcar, como el aguardiente, chancaca o azúcar, según menciona la reseña histórica del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
Fue tan importante esta actividad que sus productos lograron abastecer incluso al centro minero de Potosí.
El INEI también precisa que hacia 1689 y 1690 había un total de entre 16 y 21 cañaverales en Abancay, con una gran cantidad de haciendas que empleaban, en promedio, 353 colonos cada una. Otra actividad que se desarrolló muy bien fue la ganadería, ya que las nuevas especies se adaptaron al medio ambiente de esta zona.
Fundación
Llegada la república el Perú pasó por una época convulsionada y Apurímac durante algún tiempo llegó a pertenecer a la jurisdicción del Cusco. Tras la independencia se constituyó una nueva forma de división política, y años más tarde, un 28 de abril del año 1873, la zona fue declarada oficialmente como un departamento, cuya capital sería Abancay.
Apurímac cuenta con siete provincias: Abancay, Andahuaylas, Antabamba, Aymaraes, Cotabambas, Chincheros y Grau, además, limita con los departamentos de Cusco, Ayacucho y Arequipa.
¿Por qué se llama así?
El nombre de esta región proviene de dos vocablos quechuas. El primero es ‘Apu’, que significa Dios, y el segundo es ‘Rímac’, que significa hablador. Ambas palabras juntas dan como resultado el nombre que conocemos y cuyo significado es ‘El Dios que habla’, un nombre que hace referencia a las antiguas costumbres y creencias de pobladores que habitaron el Perú en el pasado.