La momia peruana que inspiró el famoso cuadro “El grito”

La singular figura expresa un sentimiento de angustia y dolor, y es tan popular que hasta existe un emoji con su rostro

La momia peruana que inspiró a Edward Munch. (historia-arte.com)

Pinturas famosas hay muchas, así como una gran variedad de artistas que han trascendido a sus épocas y han llegado hasta nuestros días inmortalizados en cuadros y muestras que llaman la atención de todo aquel que se anime a observarlas.

Sin embargo, son muchas menos las que se han vuelto tan icónicas que han logrado tener impacto en la cultura popular. Bien podemos mencionar a la Gioconda de Leonardo Da Vinci como la exponente que más destaca en este apartado. También a Las Meninas, de Diego Velázquez, o incluso a La noche estrellada de Vincent van Gogh, y por supuesto, es imposible dejar fuera a la mundialmente famosa El Grito, de Edward Munch, una obra que incluso tiene su propio emoji, pero que también está fuertemente inspirada en nada menos que una momia de origen peruano.

La momia que inspiró El Grito

Cuando Munch pintó El Grito ya había dejado claro desde hace algún tiempo el tipo de arte que realizaba, uno marcado por el dolor, la angustia y la muerte, elementos inquietantes que le dieron personalidad a sus pinturas y que daban cuenta del fuerte impacto que le causaron las prematuras partidas de su madre y su hermana producto de una tuberculosis.

El pintor de El Grito estuvo marcado por la muerte y el dolor. (Stefan Ziemendorff - Academia Edu)

Lo cierto es que su obra, hoy considerada una de las más importantes de la historia del arte, tiene como protagonista a un hombre que parece expresar una profunda desesperación. Y aunque inicialmente iba a ser un hombre con traje, una visita de Munch en 1889 al Museo de Etnografía de Trocadero de París cambiaría por completo su visión.

Allí vio a una momia perteneciente a la cultura chachapoyas que sin duda lo dejó tan impresionado que la convirtió en parte de El Grito. Cabe mencionar que el pintor solía plasmar en sus cuadros elementos reales y tuvo en su haber obras con representaciones de figuras muertas, asimismo, pintaba la realidad de las cosas que había visto y fue fuertemente influenciado por Paul Gauguin, un pintor que también quedó deslumbrado con la momia Chachapoyas y la retrató más de una vez en sus pinturas.

Como un dato adicional, es importante agregar que Much explicó en su diario cómo nació la idea para su obra:

“Paseaba por un sendero con dos amigos –el sol se puso– de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio –sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad– mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza”.
Edward Munch, un genio de su época. (biography.com)

Con esta descripción, expertos precisan que usó la imagen de la momia ya que expresaba bien la sensación que había sentido en ese momento.

Por otro lado, pese a la creencia popular de que el personaje central está gritando, el Museo Británico explica que más bien la figura está tapándose los oídos para bloquear el grito que menciona Munch en su diario.

Asimismo, se dice que el cuadro iba a llamarse en realidad ‘El grito de la naturaleza’, pero al no tratarse del grito de una sola persona, el autor optó por ponerle solo El Grito para darle un sentido universal, reforzando su mensaje existencialista.

¿Cómo llegó la momia a París?

Sobre la momia peruana, conforme a la información de la que se tiene conocimiento, esta fue encontrada en el departamento de Amazonas en 1877, cuando el horticultor francés Pierre Vidal-Senèze encontró un grupo de sarcófagos de la etnia de los chillaos, de la cultura Chachapoyas.

Al revisar dentro de estos encontró varias momias en perfecto estado de conservación. Uno de los fardos que llevó de vuelta a su país fue vendido al Ministerio de Educación Pública de Francia, para luego ser exhibido en el museo de París, donde tanto Gauguin como Munch pudieron apreciarla y plasmarla más tarde en su arte.