Luego de la conquista del Tahuantinsuyo por parte de los españoles liderados por Francisco Pizarro en 1533, se desencadenaron cambios en la estructura social, política y económica de la región. Los conquistadores introdujeron la religión católica, con la consigna de erradicar las creencias y prácticas religiosas incaicas.
La llegada de los españoles trajo consigo enfermedades contra las cuales la población indígena no tenía inmunidad, causando una drástica reducción de la población nativa. Los foráneos también impusieron el sistema de encomiendas, mediante el cual los indígenas eran sometidos a trabajar para los españoles en condiciones de extrema dureza. En el territorio que hoy conocemos como Perú no solo hubo actos de violencia; también se empleó la fuerza para someter a los indígenas durante la conquista de Tenochtitlán.
La conquista de Tenochtitlán ―la capital del Imperio azteca― por parte de Hernán Cortés y sus fuerzas en 1521, implicó un trato particularmente brutal hacia los indígenas de la región. Los conquistadores españoles, en su búsqueda del control sobre el centro religioso, emplearon la violencia, la manipulación y la alianza con pueblos indígenas enemigos de los aztecas para derrocar a Moctezuma II, el tlatoani azteca.
Durante la conquista de América, el trato de los conquistadores hacia los indígenas fue, en general, extremadamente duro y violento. Los españoles impusieron su dominio mediante el uso de la fuerza militar, sometiendo a las poblaciones locales a través de batallas, masacres y actos de crueldad.
En medio de la ola de violencia en América, en España surgió un debate en el que participaron dos filósofos españoles. Los intelectuales se enfrascaron en una controversia que giró en torno a la justificación moral, legal y teológica de los derechos de los pueblos indígenas de las Américas bajo el dominio español. La discusión se centró en dos visiones opuestas respecto al tratamiento que debían recibir los indígenas y la legitimidad de su conquista y encomienda.
B. de las Casas vs. G. de Sepúlveda, el debate que paralizó la conquista
El debate entre Bartolomé de las Casas y Ginés de Sepúlveda surgió en el contexto del intenso cuestionamiento sobre la legitimidad y la moralidad de las acciones de los conquistadores españoles en América. Este enfrentamiento ideológico, conocido especialmente por la Junta de Valladolid de 1550-1551, tuvo como fondo el tratamiento de los pueblos indígenas y la justificación de la conquista.
Ahora bien, este debate detuvo la conquista de América. Así lo señaló Lewis U. Hanke, historiador estadounidense. “Probablemente nunca, ni antes ni después un poderoso emperador ―y en 1550 Carlos V era el gobernante más fuerte de Europa, con un gran imperio ultramarino, además―, en todo el apogeo de su poder, ordenó que cesaran sus conquistas hasta que se decidiera si eran o no justas”, escribió el investigador.
Luego de que Carlos I ordenara la paralización de la conquista del Nuevo Mundo en 1550, convocó a una Junta de autoridades en Valladolid. Esta reunión tuvo el propósito de debatir y determinar la justicia de las conquistas en América, así como la legalidad de la esclavitud de los pueblos indígenas americanos.
En la Junta de Valladolid, Bartolomé de las Casas y Ginés de Sepúlveda presentaron sus argumentos respecto a los derechos y el tratamiento de los pueblos indígenas de las Américas. Sobre este tema en cuestión, María Luisa Rivara de Tuesta, profesora emérita de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), dio detalles de las posturas del fraile dominico y el teólogo.
“Ninguno los defendería tan apasionadamente como Bartolomé de las Casas (1474-1566). Cuando oyó decir que los naturales estaban tan lejos de la escala de la humanidad, que eran incapaces de recibir la fe, afirmó que la opinión era herética e hizo que el caso fuera puesto en claro por los doctos de Salamanca con fray Juan Hurtado al frente, y estos declararon que, en efecto, la pertinencia de tal afirmación podría llegar a merecer la hoguera”, se lee en el artículo “La filosofía colonial en el Perú”, de Rivara de Tuesta.
En otro apartado del documento se lee lo siguiente: “Sepúlveda se enfrentó por entonces con los indios, de quienes pensaba que eran hombrecillos en los que apenas es dable encontrar vestigios de humanidad: sin ciencias, sin letras, sin historia ―salvo cierta vaga reminiscencia conservada en pinturas―, sin leyes, sin propiedades. Veía gran diferencia entre ellos y los españoles, inteligentes y bravos; y no le parecía contrario a la justicia ni a la religión cristiana repartir indios a españoles rectos y prudentes, por las ciudades y por los campos, para su educación religiosa y moral”.
¿Qué planteaban Bartolomé de las Casas y Ginés de Sepúlveda?
Bartolomé de las Casas planteaba que los indios americanos eran seres humanos capaces de entender y aceptar la fe cristiana por medios pacíficos. Argumentaba en contra de su esclavitud y explotación, defendiendo su derecho a la libertad y a la propiedad. Este fraile dominico, como parte de su argumentación, señalaba la brutalidad y la injusticia de las prácticas de conquista y colonización, y abogaba por un enfoque de evangelización no violento.
Ginés de Sepúlveda, por otro lado, argumentaba que la conquista y el sometimiento de los indios americanos eran justificables tanto moral como religiosamente. Se apoyaba en teorías aristotélicas sobre la ‘natural esclavitud’ de ciertos pueblos, considerando a los indígenas como seres inferiores que necesitaban ser guiados y gobernados por los españoles.
Es menester señalar que el teólogo consideraba que la conquista era legítima por la siguientes razones: la supuesta barbarie y prácticas inhumanas de los indígenas, como los sacrificios humanos, y la misión de los españoles de evangelizar, incluso si esto requería el uso de la fuerza.
Tras una intensa deliberación sobre temáticas de índole ética y legal relacionadas con los métodos de conquista en territorios ultramarinos, un grupo conformado por jueces, teólogos y juristas se comprometió a emitir un veredicto decisivo sobre las cuestiones presentadas. Sin embargo, dicha resolución nunca llegó a concretarse.
Este hecho se considera que fue un influjo en la redacción de las ordenanzas de 1573 y en la conquista de Filipinas, donde se habrían aplicado métodos menos severos en comparación con las tácticas empleadas en la conquista de territorios como el Cusco o Tenochtitlán.