Desde siempre la arquitectura ha estado orientada a proyectar y construir edificaciones y espacios urbanos que respondan a las necesidades de los seres humanos, que sean funcionales y estéticamente agradables.
Este trabajo comprende varias fases y requiere una integración con el entorno, así como un nivel de comprensión de la mente humana. Asimismo, la arquitectura ha servido a lo largo del tiempo como un reflejo de la sociedad y ha ido evolucionando con ella. En el Perú no fue diferente, ya que muchos de los estilos arquitectónicos que podemos ver en diversas partes del país responden a momentos específicos de la historia y han quedado como un recordatorio de vivo de ella.
La arquitectura brutalista, corriente que vino desde Europa, también forma parte de la cara visible de nuestro Perú, específicamente al hablar de Lima, y vale la pena repasar un poco sobre su significado y lo que representó para la nación.
¿Qué es el brutalismo?
Se trata de una corriente arquitectónica que surgió el siglo pasado durante el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, un momento crítico ya que en Europa había una gran necesidad relacionada a la vivienda. Miles de personas habían quedado sin hogar y lo que abundaba eran edificios hechos añicos.
Frente a esto, la solución viable era construir estructuras que fuesen funcionales, pero baratas y que pudieran albergar a una gran cantidad de familias.
El nombre de esta corriente nace a partir del uso del término ‘Brutalism’ por parte del ingeniero británico Reyner Banham, quien se encargó de adaptar la palabra de origen francés béton brut, con la que se le conoce al hormigón armado, principal material usado por este movimiento.
Las obras de estilo brutalista destacan por ser colosales y dejar ver el hormigón o concreto, e incluso parte de los materiales con las que han sido construidas, ya sean ladrillos, vidrio, entre otros. Juegan con las formas geométricas angulares y son monocromáticas.
Todos esos elementos forman parte del acabado y estuvieron muy extendidas el siglo pasado, especialmente en países de ideología comunista.
Símbolo de una era
En Perú este tipo de estilo arquitectónico no quedó relegado, por el contrario, se sabe que fue introducido por la Escuela de Ingenieros hacia los años 1950 y 1960.
De ese modo, la corriente que para la época era moderna, fue plasmada en edificios como la Residencial San Felipe o Santa Cruz. Incluso se pudo apreciar en el Centro Cívico o el Hotel Sheraton.
Con el regreso del país a un régimen militar tras el golpe de estado del General Velasco Alvarado, el brutalismo pasó a ser la forma perfecta de demostrar el poderío de la nueva gestión, así como sus ideales y valores.
De ese modo se inició desde 1968 un proceso de grandes construcciones que evocaran autoridad y poder, como fueron los edificios gubernamentales y empresas públicas que expresaban la ideología nacionalista y buscaban despertar orgullo entre la población.
Edificios que siguen en pie
Vale resaltar que muchos de los edificios de este estilo siguen en pie y pueden ser vistos en muchas partes de la ciudad. El gobierno militar se encargó de edificar estos espacios tan emblemáticos, por ejemplo, la sede de Petroperú, ubicada en el distrito de San Isidro, para la que se hicieron concursos públicos y cuya forma buscaba representar a un pozo petrolero mediante un conjunto de edificios de gran volumen vertical, al lado de otros horizontales.
De ese modo se daba cuenta de la soberanía nacional sobre el crudo; sin embargo, sus dimensiones fueron catalogadas como desproporcionadas para las necesidades reales y el uso que se le daría.
Otro edificio emblemático de estilo brutalista fue el Ministerio de Pesquería, hoy Museo de la Nación, en el distrito de San Borja. Un coloso de concreto expuesto que tenía la intención de asemejar la anatomía de un cetáceo mediante espacios vacíos, alturas, volumen y demás. Cabe mencionar que la pesquería, especialmente de anchoveta, era una fuente de ingresos bastante fuerte en esa época y se buscaba exaltar dicha actividad.
Se puede mencionar también al Cuartel General del Ejército, conocido como El Pentagonito, una estructura que comparte esas características colosales del estilo brutalista y que daba la imagen de jerarquía y poder.
Edificios como el de la Secretaría General de la Comunidad Andina de Naciones, el Banco de Vivienda del Perú, hoy Ministerio de la Mujer o el del Banco Central de Reserva del Perú en el Centro de Lima.
También es importante destacar proyectos como la ampliación del Senati, la Escuela Naval de la Marina o el Banco de Crédito de Miraflores, que se encuentra en pleno corazón del distrito y a vista y paciencia de los visitantes.
Lo cierto es que esta corriente mantuvo vigencia durante algún tiempo, pero conforme los gobiernos militares fueron perdiendo fuerza, su uso se vio cada vez en menor medida. Pese a esto y el paso de los años, en cada una de estas construcciones se puede apreciar la marca de una temporada de cambios profundos en el Perú, además de una gran exaltación del patrimonio y un nacionalismo que los acompañará para siempre.
¿Cuál fue el último Gobierno Militar del Perú?
El último gobierno militar en Perú fue liderado por el General Francisco Morales Bermúdez, que se extendió desde 1975 hasta 1980. Este periodo, conocido como el “Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas”, finalizó con la transición hacia un gobierno democrático y la elección de Fernando Belaúnde Terry como presidente, marcando el retorno de Perú a la democracia.
La gestión del presidente militar se caracterizó por una transición de políticas radicales a reformas más moderadas, enfocándose en la estabilización económica del país. Durante su mandato, Morales Bermúdez convocó a la Asamblea Constituyente de 1978, que resultó en una nueva constitución en 1979, estableciendo las bases para el retorno de Perú a un sistema democrático.
Características de la arquitectura brutalista
La arquitectura brutalista, surgida a mediados del siglo XX, se distingue por su énfasis en el uso de materiales crudos, siendo el hormigón armado el protagonista. Este estilo resalta la textura natural del material. Los edificios que ostentan esta estética tienen formas geométricas simples y masivas, con diseños que buscan proyectar una sensación de fortaleza y permanencia.
Los espacios interiores se diseñan para ser funcionales y versátiles, con áreas amplias que se conectan fluidamente, otorgando gran importancia a la luz natural y la interacción con el entorno. Pese a que el brutalismo ha sido objeto de críticas debido a su aparente frialdad y sobriedad, ha experimentado una revalorización en años recientes, siendo apreciado por su integridad, su audacia en el diseño y su capacidad para evocar la robustez y la honestidad expresiva de los materiales con los que se construye.