La irreverencia en el periodismo y en la literatura peruana tiene a más de un representante, sobre todo en el siglo XX. Lo más probable es que cuando cualquiera de nosotros escuchamos la frase de ‘niño terrible’ pensamos inmediatamente en Jaime Bayly.
Pero lo que muchos desconocen es que en la historia nacional hubo otro personaje al que se le podría calificar como el primer ‘niño terrible’ por su locuacidad y excentricidades, poco común para los inicios del siglo pasado. Se trata de Abraham Valdelomar, y es la historia del dandi de una Lima que ya no existe.
Interesado en escribir
Nacido en Ica el 27 de abril de 1888, y fallecido trágicamente en Ayacucho el 3 de noviembre de 1919, Abraham Valdelomar, fue una de las figuras literarias más destacadas del Perú a inicios del siglo XX. Su obra abarca una amplia gama de géneros, incluyendo la narrativa, la poesía, el drama, y el periodismo, haciéndolo un verdadero polímata de las letras peruanas.
Desde sus primeros años, el literato demostró un interés profundo por la literatura y las artes. Su infancia transcurrió entre Ica, Pisco y Chincha, etapas que marcaron su sensibilidad literaria y forjaron la esencia de sus futuras obras.
La educación secundaria la recibió en Lima, en el prestigioso Colegio Nuestra Señora de Guadalupe, donde ya se destacaba por su ingenio y capacidad literaria.
Con ambiciones que iban más allá de los límites de los salones de clase, Valdelomar dejó sus estudios universitarios para sumergirse en el mundo del periodismo y la política, convirtiéndose en un ferviente partidario de Guillermo Billinghurst.
Su compromiso político lo llevó a ocupar cargos importantes, como la dirección del diario oficial El Peruano y un puesto en la legación peruana en Italia.
Regreso con éxito
Su retorno al Perú marcó el inicio de una etapa de intensa actividad periodística y literaria. Valdelomar fundó y dirigió “Colónida”, revista que se convirtió en el emblema de una nueva generación de escritores peruanos. Publicó “El caballero Carmelo” en 1918, obra que juega un papel crucial en la narrativa peruana por su estilo innovador y su calidad literaria.
Además, el escritor iqueño incursionó con éxito en otros géneros. Su poesía, influenciada por el tránsito del modernismo al vanguardismo, incluye piezas emblemáticas como “Tristitia” y “El hermano ausente en la cena pascual”, que reflejan su capacidad para conjugar la sensibilidad poética con un profundo sentido de lo peruano.
Asimismo, su trabajo como dramaturgo y ensayista contribuyó a consolidar su reputación como un intelectual versátil y comprometido con la cultura de su país.
El interés de Valdelomar por la política no menguó con el tiempo. En 1919, fue elegido diputado por Ica, un cargo que desafortunadamente no pudo ejercer por mucho tiempo debido a su prematura muerte tras una caída que le provocó una grave lesión en la columna vertebral.
¿Dandi o gay?
Abraham Valdelomar aspiraba a emular el estilo de vida de un dandi al modo del escritor irlandés Oscar Wilde. Aunque nunca adoptó el apodo de “El Dandy”, se le atribuye esta inclinación, alimentada por un documental peruano titulado “Abraham Valdelomar, el Dandy”.
Para encarnar este papel, se requería una exquisita elegancia en el vestir, el uso de monóculo, desprecio hacia los poderosos, rechazo a la vulgaridad y una leve sofisticación, a veces interpretada como homosexualidad. Valdelomar completó su transformación en Roma y retornó a Perú, donde se le describe con anteojos, guantes y una ternura innata.
Aunque se sugiere una posible homosexualidad basada en sus relaciones y comportamiento, se conocen más detalles sobre sus amores heterosexuales, incluyendo relaciones con Rosa Gamarra Hernández y Consuelo Silva Rodríguez, aunque se consideran más como “pasiones intelectuales” según su biógrafo, Luis Alberto Sánchez.
Se fue muy pronto
Su temprana muerte, a la edad de 31 años, privó al Perú de uno de sus talentos literarios más prometedores. Sin embargo, su obra y su visión innovadora dejaron una marca indeleble en la literatura nacional.
Valdelomar no solo fue precursor de la modernidad literaria en el Perú, sino también un espejo de su sociedad y un crítico agudo de su tiempo.
La legendaria figura del Conde de Lemos, como también se le conocía, sigue inspirando a nuevas generaciones de escritores y lectores. En su corta vida, Valdelomar logró un legado duradero, evidencia de su genio y su pasión por la expresión literaria. Su obra continúa siendo un punto de referencia esencial para entender la evolución de la literatura peruana en el contexto latinoamericano y mundial.