En las páginas de la historia del Perú, la guerra del Pacífico contra Chile todavía guarda varios capítulos llenos de heroicidad que marcaron la resistencia del país frente a las incursiones chilenas.
Y muchos de estos episodios todavía no alcanzan el reconocimiento que se merecen, sobre todo luego de que hubo verdaderos héroes que ofrendaron su vida para que el Perú estuviera libre de cualquier intervención extranjera.
Ese es el caso de los ‘Tres Héroes de Sicaya’, quienes, marcaron un antes y un después en el desarrollo del conflicto armado con el país del sur. Con el paso de los años, estos personajes se transformaron en el ejemplo que todo peruano debe seguir en momentos en los que el país se encuentra en peligro. Esta es la historia
La vida por el Perú
Este hecho ocurrió después de que las fuerzas peruanas lograron una victoria el 5 de febrero de 1882 en Pucará, Junín. Andrés Avelino Cáceres, reconocido por su genio estratégico, organizó la defensa en localidades huancaínas tales como Colca, Chongos Alto, Huasicancha, Chongos Bajo, Chupaca y, específicamente, Sicaya.
Este último lugar se convirtió en el centro de preparación militar bajo la dirección de Vicente Samaniego Vivas, Enrique Rosado Zárate y Tomás Gutarra Solís, quienes lideraron los esfuerzos defensivos ante la inminente amenaza del ejército chileno, comandado por el Coronel Estanislao del Canto.
La Campaña de la Breña, marcada por intensos combates y una creciente hostilidad, llevó a Sicaya a desempeñar un papel central en el alistamiento de los regimientos de defensa.
El denominado “Batallón Libres de Sicaya” tuvo conocimiento de que el ejército chileno planeaba invadir el 18 de abril las poblaciones ubicadas en la orilla derecha del río Mantaro. Ante esto, las fuerzas de Sicaya tomaron la decisión de interrumpir el paso enemigo cortando el puente colgante que les permitiría avanzar.
Llegó el enemigo
Contrario a sus esfuerzos, el 18 de abril los chilenos lograron invadir, enfrentándose a los defensores peruanos en áreas entre Pilcomayo, Sicaya y Chupaca. La confrontación, desigual en términos de fuerzas, dejó varias bajas del lado peruano.
Pero a pesar de la derrota, en la madrugada de esa misma jornada, Vicente Samaniego Vivas, junto a Tomás Gutarra Solís, Enrique Rosado Zárate y el teniente José Gavino Esponda Tassa, decidieron dirigirse a Chongos Bajo para unirse a las fuerzas de Ceferino Aliaga y fortalecer al batallón conocido como “Los empochados del Cunas” (nombrados así por el río Cunas).
El destino, sin embargo, no les fue favorable. Mientras intentaban cruzar el puente Viso sobre el río Cunas, fueron capturados por una patrulla chilena. Llevados al cuartel de Chacabuco, en Huancayo, los cuatro héroes nacionales enfrentaron torturas y un juicio sumario que terminaría con su ejecución por fusilamiento el 22 de abril de 1882.
Palabra de honor
Antes del desenlace fatal, Enrique Rosado Zárate pronunció palabras que todavía resuenan a través del tiempo como un testimonio de coraje, determinación y un enorme amor a la patria.
“Un peruano no muere sentado ni vendado, sino de pie y descubierto. Quedan otros como yo que sabrán vengar mi sangre. ¡Viva el Perú!... ¡Muera Chile!”, fueron sus palabras finales, un eco de desafío y patriotismo que todavía perdura en el alma de la nación.
Este sacrificio, ocurrido en el corazón de nuestra sierra, se convirtió en un símbolo de la valentía y la lucha incesante de los peruanos durante la guerra del Pacífico.
Y a pesar de haber permanecido en las sombras de la historia, el valor demostrado por estos hombres en defensa de su patria garantiza que Sicaya, y con ella la memoria de su sacrificio, ya no volverá a ser relegada al olvido.