Cuando hablamos de la independencia del Perú, es imposible no pensar en lo que ese episodio representó para la mayoría de ciudadanos nacionales, ya que muchos de ellos entregaron sus vidas a fin de ver una patria libre de la opresión extranjera. Sin embargo, a veces es necesario un cambio de perspectiva que permita encontrar muchos más datos acerca de aquellas épocas y cómo impactó en sus protagonistas, que no solo fueron peruanos, sino también españoles.
¿Cómo fue para la madre patria perder el control de una tierra que por muchos años fue su mina de oro y centro de poder? El virreinato del Perú ahora pasaba a ser una nación que tomaba las maltrechas riendas de su destino. Esto, como era de esperarse, no fue bien recibido, por ello tenemos el registro de la dura resistencia realista, pero es probable que pocos se hayan aferrado tanto a los sueños de mantener el poder como lo hizo José Ramón Rodil.
La resistencia española
Este personaje, que tal vez no suene mucho en las clases de historia, nació como todo en Madrid hacia el año 1779. Su vida se vio marcada por la guerra de la independencia y pronto marchó hacia el nuevo mundo para defender los intereses de la corona actuando como militar, uno bastante disciplinado, enérgico y de temperamento rudo.
Luego de un tiempo asumió el cargo de comandante de las tropas realistas en el Real Felipe del Callao, pese a esto y a las condecoraciones que ganó en su tiempo de servicio, no participó de la gloriosa batalla de Ayacucho.
La historia narra con certeza que este enfrentamiento fue determinante para sellar la independencia peruana, sin embargo, la resistencia española permaneció todavía durante algún tiempo con la esperanza de recuperar lo que se les arrebataba.
Así, Rodil, un hombre apegado a las ideas absolutistas, soldado a cabalidad y fiel a la corona, tomó la decisión que le costaría la vida a miles de realistas: resistir el asedio de las fuerzas peruanas en la fortaleza chalaca.
Un infierno llamado Real Felipe
Pero, ¿qué lo llevó a hacer esto? Existe correspondencia enviada por el militar donde muestra un extraño optimismo sobre la posición española pese a que la batalla de Junín ya había consumado una victoria para Perú. Una vez llegadas las noticias sobre Ayacucho, su resistencia fue acompañada por la fidelidad de muchos hombres que defenderían a la corona hasta su último aliento.
Tal vez, la personalidad sencilla y activa de la que hace mención el viajero británico Hugh Salvin, a quien cita Jorge Luis Castro en ‘Los castillos del Callao antes de la paz de Ayacucho: el brigadier José Ramón Rodil y el juicio de historia’, puede dar algunas luces sobre por qué el comandante eligió quedarse en Lima. Sin embargo, en otro escrito de Robert Proctor, también se menciona que era “un hombre de índole feroz y tiránica, temido en todo el país por su crueldad”.
Lo cierto es que fueron nada menos que dos años de resistencia dentro de este espacio que poco a poco se fue convirtiendo en un verdadero infierno para los soldados y civiles refugiados, cuyas muertes hoy se cuentan por centenas e incluso por miles, ya que no se sabe con exactitud cuántos fallecieron realmente.
Algo que se sabe con certeza es que muchos perecieron a causa de infecciones y epidemias que se diseminaban por los estrechos y oscuros pasillos del Real Felipe. El hambre también convivía cada día con los realistas, e incluso se dice que llegaron a comer ratas para lograr sobrevivir. Pese a ello, Rodil no se enfermó ya que algunos escritos aseguran que pasaba días sin entrar a su habitación y se mantenía haciendo todo tipo de labores al aire libre, esto incluía evitar las deserciones.
Por supuesto, la esperanza del militar extranjero era la llegada de refuerzos u órdenes que podían tardar meses, ante ello, no parece descabellado pensar en una resistencia en un espacio estratégico con salida al mar a fin de ganar tiempo.
Un escrito de Rubén Vargas Ugarte en Historia General del Perú permite una imagen un poco más clara sobre las condiciones dentro del Real Felipe bajo el mando de Rodil: “un verdadero infierno donde nadie podía fiarse de nadie…un sistema terrorista”.
Desafortunadamente para él, la corona no pudo ejecutar movimiento alguno, el fuerte estaba sitiado por mar y tierra. Finalmente, luego de contar fallecidos por enfermedades como la disentería, escorbuto e incluso la desnutrición, la fortaleza fue entregada y el español logró sobrevivir, regresando a su patria como un héroe.
Se cuenta que el mismo Simón Bolívar se negó a ejecutarlo al considerar su comportamiento como heroico.
La historia ha condenado severamente al militar, a quien mucho se le ha criticado por el poco respeto a la vida que mostró con sus compatriotas y llevarlos a tan terrible tragedia. Incluso se le ha catalogado de haber actuado con obstinación y terquedad. Pese a esto, lo cierto es que su historia confirma la fuerte oposición que tuvo el Perú para finalmente ser una nación independiente y al Real Felipe como una verdadera tumba en tiempos de conflicto. Entonces, ¿Rodil fue un héroe o villano? Sin duda, eso dependerá de la óptica con que se mire.