Perú es un país que destaca por diversas razones, especialmente culturales, gastronómicas y demás. Sin embargo, no podemos olvidar que nuestra privilegiada ubicación geográfica ha hecho de esta nación un espacio que también ostenta gran riqueza de recursos, especialmente si hablamos de metales o minerales que abundan en muchas partes del suelo nacional.
Esta abundancia atrajo por mucho tiempo los ojos de aquellos que no esperaron demasiado para empezar a explotar las riquezas. Es decir, la minería se ha practicado desde tiempos de antaño, pero indudablemente el paso de los años le ha permitido ganar terreno hasta convertirse en un importante actor de nuestra economía, mejorando sus procesos y empujando el crecimiento.
Y aunque es bien sabido que actualmente hay muchos proyectos mineros en Perú, pocos han causado tanto revuelo como el recordado Tía María, que hasta nuestros días no ha logrado ser una realidad y ha recibió casi desde su génesis una fuerte oposición.
¿Qué es el proyecto Tía María?
Se trata de un proyecto minero para el procesamiento de cobre que explotará dos yacimientos: La Tapada y Tía María, los cuales se encuentran en la cuenca media del desierto La Joya y la margen derecha del río Tambo del distrito de Cocachacra, provincia de Islay, departamento de Arequipa.
Según la página oficial de Tía María, este tiene sus orígenes en el año 1994, cuando se realizaron las primeras exploraciones que duraron hasta 2010. Asimismo, se realizó el primer estudio de impacto ambiental entre 2011 y 2013, entre otras actividades que incluyeron una audiencia pública con en Cocachacra y talleres informativos.
Conforme al Instituto Peruano de Economía, este proyecto produciría al año alrededor de 120,000 toneladas de cobre, las obras generarían aproximadamente 9 mil puestos de trabajo y abonarían al Estado casi 5,460 millones de soles por concepto de canon minero y regalías durante 20 años de operaciones.
¿Por qué fue tan polémico?
Aunque el paso a paso se hizo conforme a lo establecido, el primer estudio de impacto ambiental presentado para el proyecto generó serias dudas entre la población, que se oponía a la ejecución de Tía María debido por temor a la afectación que podría tener precisamente en el ambiente.
El estudio en mención pasó a manos de la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (Unops), la cual tuvo varias observaciones y reveló serias deficiencias. Una vez que este documento se filtró y llegó a manos de los opositores del proyecto, la llama de la protesta se encendió en contra de Tía María ya que confirmaba las preocupaciones que estos tenían, generando aún más desconfianza.
Lo que vino en adelante fue un seguidilla de conflictos sociales, como los ocurridos en 2011 y 2015, que dejaron a su paso fallecidos, cientos de heridos e importantes pérdidas económicas.
Algunas razones para la protesta
Sobre los reclamos de quienes se oponían al proyecto, es importante mencionar que los principales puntos fueron el uso de las aguas subterráneas. Aunque al día de hoy la minera precisa en su página que usarán agua de mar desalinizada, de la cual el 60 % volverá al mar en forma de salmuera y sin generar impactos negativos en el medio ambiente, esto no quedó del todo claro para los manifestantes en su momento.
Otro de los cuestionamientos para los pobladores fueron la amenaza que representaba la minera para la agricultura y la contaminación generada por las partículas, producto de las voladuras, máquinas chancadoras, relaves, entre otros. Esto es potencialmente peligroso para la salud de las personas y tiene efectos en el medio ambiente.
Finalmente, los pobladores mostraron preocupación por temas como los problemas generados por las instalaciones mineras, irregularidad en talleres y audiencias públicas e incluso una percepción negativa sobre la empresa.
Lo cierto es que hasta el momento la minera todavía no ha empezado su fase de construcción y la licencia social que esperan obtener parece tardar más de lo esperado sin que haya realmente una solución para destrabar el proyecto.