Descubre la historia del ‘lirio de los Incas’: una flor que encierra una leyenda de amor y la búsqueda de revalorizarla

El Perú es una tierra de contrastes y maravillas naturales, alberga una diversidad única de flora y fauna que cautiva a propios y extraños. En medio de esta biodiversidad, destaca una flor hermosa: el lirio de los incas, también conocido como astromelia, azucena peruana o lirio peruano. Esta planta, originaria de Sudamérica y presente en las regiones de Perú, Brasil y Chile, es mucho más que una simple flor; es un símbolo cargado de historia y significado.

El lirio de los incas fue descubierto en el siglo XVIII por el científico sueco Clas Alströmer, quien le otorgó su nombre actual y despertó el interés de cientos de agricultores por su cultivo. Pero más allá de su valor como planta ornamental, esta flor está envuelta en una leyenda de amor y sacrificio que ha perdurado a lo largo del tiempo.

Según la tradición oral, la historia se remonta a tiempos antiguos, cuando un joven noble inca llamado Quintral se enamoró perdidamente de la bella Amancay, cuyos sentimientos eran correspondidos. Sin embargo, una epidemia de fiebre asoló la tribu, y Quintral cayó gravemente enfermo. Desesperada por salvar a su amado, Amancay consultó a la hechicera del pueblo, quien le habló de una flor amarilla oculta en lo alto de la montaña, custodiada por un gran cóndor.

Decidida a obtener la flor que podría curar a Quintral, Amancay emprendió un peligroso viaje hacia la cima de la montaña. Pero al alcanzar su objetivo, se encontró con una sorpresa, el cóndor exigía como pago el corazón de la joven. Sin dudarlo, Amancay entregó su corazón, y el cóndor, tomando tanto la flor como el corazón entre sus garras, se elevó hacia los dioses. En su vuelo, la sangre de Amancay se esparció por los valles y montañas, cubriéndolos de pequeñas flores amarillas moteadas de rojo: las astromelias.

Se dice que regalar o recibir astromelias es un gesto de amistad, devoción y amor eterno. Además, se le atribuyen connotaciones de buena suerte, riqueza y prosperidad. Sus hojas, ligeramente retorcidas, representan un lazo irrompible que perdura a lo largo de la vida.

Pero el valor de la azucena peruana no se limita a su significado simbólico. En la comunidad campesina de Chocco, ubicada en la región de Cusco, un grupo de productores está impulsando la revitalización de esta flor tradicional. Con el apoyo del programa Agroideas del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), los agricultores de la provincia están llevando a cabo un ambicioso plan de negocio para duplicar su producción.

Según Miguel Cusittito, presidente de la Asociación de Productores de Floricultura Ttikary, “la mejora en la producción del lirio peruano se debe a la implementación de tecnología y al asesoramiento técnico continuo”. El experto destaca que la calidad y durabilidad de las astromelias son factores determinantes que atraen a los compradores tanto locales como internacionales.

Descrita como una planta de modesta estatura, que rara vez supera el metro de altura, esta planta exhibe hojas largas y delgadas, evocando la elegancia de los lirios convencionales. Su preferencia por la luz solar se combina con una notable tolerancia a la sombra parcial, y su óptimo desarrollo requiere suelos con adecuado drenaje.

Las flores de la astromelia son un imán para las abejas, emergen en racimos de 3 a 10 campanas relucientes, exhibiendo una amplia paleta de colores que van desde el blanco y el amarillo hasta el rosa, el morado y el rojo. Entre estos pétalos resaltan dos o tres con manchas oscuras y alargadas, aunque existen variedades exentas de esta característica distintiva.

La reproducción de la Alstroemeria es un proceso sencillo, a menudo realizado mediante la división de sus cepas. Esta planta muestra una preferencia por los climas frescos, lo que puede afectar su floración en áreas de alta temperatura. En tales condiciones, la planta dirige su energía hacia el fortalecimiento de sus bulbos, sacrificando la producción de flores. La profundidad adecuada al plantar los bulbos y el enriquecimiento del suelo con materia orgánica son prácticas recomendadas para su cultivo exitoso.