El actual proceso de calentamiento global está acelerando el derretimiento de los glaciares tanto en los polos como en las cordilleras. En el caso de los Andes peruanos, este problema se ha agravado en los últimos años, y podría empeorar si las las emisiones de gases de efecto invernadero —proveniente de las industrias, los medios de transporte, etc.— siguen su curso actual.
Un análisis realizado por el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (Ceplan) sobre retroceso glaciar en el Perú revela una preocupante reducción en la masa de hielo a nivel nacional, con impactos significativos en las regiones de Áncash, Junín, Lima y Cusco.
Los dos nevados peruanos que desaparecerán pronto
Según el informe del Ceplan, se han identificado 18 cordilleras nevadas y sus principales nevados afectados por este proceso de derretimiento. De estos, se estima que dos desaparecerán en el 2024.
Una de ellas es la Cordillera La Viuda, ubicada entre los departamentos de Lima y Junín. Se encuentra a solo 100 kilómetros de la capital peruana.
En sus más de 50 kilómetros de largo, esta cordillera cuenta con varios picos que sobrepasan los 5.000 metros de altura sobre el nivel del mar: Rajuntay, La Corte, Puagjanca, Mishipiñahui, Alcoy, Callas, Chonta.
La otra es la cordillera Huanzo, que abarca parte de los departamentos de Apurímac, Arequipa, Ayacucho y Cuzco.
Se extiende por unos 57 kilómetros y su pico nevado más elevado es Waych’awi (5.445 msnm). Otras de sus cumbres altas son Waytani, Waqrawiri y Waña.
Consecuencias del derretimiento glaciar
De acuerdo con el Ministerio del Ambiente, el 71% de los glaciares tropicales del mundo se encuentran ubicados en Perú. De estos, han desaparecido el 22% en los últimos 30 años.
Asimismo, se estima que los glaciares que se encuentran a más de 5.000 m. s. n. m. desaparecerán en los próximos 10 años. En tanto, una predicción más a largo plazo indica que dentro de 100 años desaparecerán todos los nevados del país.
Este fenómeno no solo amenaza con disminuir el agua disponible para consumo y energía hidroeléctrica, sino que también incrementa el riesgo de desastres naturales como aludes y aluviones, los cuales ya han demostrado su devastador potencial en el pasado.
La creación de lagunas debido al derretimiento glaciar, si bien puede parecer un aporte positivo, en realidad representa una amenaza por la inestabilidad que estas poseen y el potencial para desencadenar catástrofes. La situación demanda un esfuerzo concertado para el monitoreo continuo de glaciares y lagunas, así como una evaluación de sus cambios. En ese sentido, se requiere medidas de adaptación y mitigación que protejan a las comunidades vulnerables y aseguren la gestión sostenible del recurso hídrico.