En un rincón de la casa de un peruano, es posible encontrar un cajón de cartón o, en el mejor de los casos, un baúl donde se guardan objetos que tienen un gran valor sentimental para sus dueños. Estos artículos podrían causar extrañeza a los niños o adolescentes si los vieran por primera vez, especialmente en un contexto donde predominan los medios digitales.
Al tomar un objeto lúdico cubierto de polvo pero cargado de recuerdos, un niño o niña podría cuestionarse cómo se jugaba con él. Es entonces cuando los adultos o jóvenes se encargarán de explicar la esencia del juego que alcanzó su máximo esplendor en las últimas décadas del siglo XX.
Con la llegada del internet, juegos como las canicas, el yoyo o el trompo no desaparecieron, pero sí se practicaban con menos frecuencia. En las áreas periféricas de Lima, donde el acceso a internet era un lujo, los menores del nuevo milenio seguían jugando con la misma pasión que las generaciones de los años 80 y 90.
Este escenario se sostuvo aproximadamente hasta 2005, momento en el cual era común encontrar muchas cabinas de internet en los barrios populares. Con el tiempo, los niños comenzaron a privilegiar otras formas de entretenimiento, como jugar Gunbound con usuarios de distintas partes del Perú e incluso del mundo.
Hoy en día, los juegos infantiles han sufrido una transformación, impulsada en gran medida por los avances tecnológicos. Los niños y niñas prefieren videojuegos, aplicaciones móviles y plataformas en línea que brindan un entretenimiento interactivo y digital variado. Estos juegos modernos, que abarcan desde aventuras gráficas hasta simuladores de vida y competencias deportivas electrónicas, promueven habilidades como la coordinación visomotora, la rápida toma de decisiones y el trabajo en equipo a través de medios virtuales.
En contraste a ello, los juegos al aire libre y de destreza física y mental, que fomentaban la actividad física, la creatividad, el fortalecimiento de las relaciones sociales y la comunicación directa, parecen haber quedado en el pasado.
¿En qué consiste el juego del trompo?
El juego del trompo consiste en la manipulación de una peonza, un objeto con forma de pera fabricado generalmente de madera. Se enrolla con una cuerda alrededor de su cuerpo y se lanza al suelo con un movimiento del brazo y la muñeca para hacerlo girar.
En Perú, así como en otras partes de Latinoamérica (Uruguay y Ecuador), este juego tradicional se disfrutaba de diversas maneras e incluía diferentes técnicas y retos, como ‘dormir el trompo’ (lograr que gire perfectamente vertical sin moverse de su lugar), lanzarlo lo más lejos posible, hacerlo danzar en la palma de la mano, entre otros. También se practicaban competencias entre amigos para ver quién lograba hacer girar el trompo por más tiempo o realizar con él trucos más complejos.
En el libro “Así jugábamos”, Myriam Morante, quien nació en 1951 en Áncash, contó detalles de las competencias que se llevaban a cabo en su barrio. “El primer reto era ‘lanzamiento libre’. Los dos amigos no hicieron buenos lanzamientos… tampoco yo que pedí salir por mi inexperiencia, quizás porque era un juego casi solo para niños. Pero, me quedé viendo fascinada. ‘Pateperro’ lanzó el trompo, hizo un giro y lo atrapó en el aire, buen agarre. Maryuri levantó una pierna y por debajo lanzó el trompo y lo agarró en el aire. También muy bueno, pero por unanimidad ganó ‘Pateperro’. El evento se ponía emocionante porque quedaron jugando dos expertos (...)”, relató.
“El segundo reto era ‘el columpio’. ‘Pateperro’ lanzó el trompo y, sin soltar la huaraca, así se llama la cuerda, lo agarró en el aire y con la otra mano le dio una vuelta en la púa y el trompo empezó a pasear girando por la cuerda. Pero al volver, se cayó… Le tocó a Maryuri, que hizo lo mismo, pero ella lo hizo pasear ida y vuelta. Ganó el reto”, agregó.
La universalidad del juego del trompo
El juego del trompo, conocido por su capacidad de girar sobre su punta gracias a la habilidad y técnica de quien lo lanza, es una forma de entretenimiento que trasciende fronteras, siendo popular en diversas partes del mundo. Desde América Latina hasta Asia, cada cultura ha adoptado y adaptado este juego a sus propias tradiciones, lo que demuestra su universalidad y apreciación global. La historia del trompo, se cree, tiene raíces antiguas que podrían remontarse a civilizaciones milenarias.
Sobre este tema en cuestión, Carolina Navas Guzmán, jefa de Museología Educativa de Quito (Ecuador), escribió lo siguiente en su artículo “Juegos tradicionales: trompos y canicas”: “El trompo, perinola o peonza es casi tan antiguo como la humanidad. Se han encontrado versiones de arcilla de hace 4.000 años de antigüedad a orillas del río Éufrates. Además, se menciona en la literatura clásica como la obra Eneida del siglo I a. C. de Virgilio. En el Museo Británico se conserva una inscripción exhumada en Beocia, cerca de Tebas, fechada en el año 1.250 a.C. en la que un niño dedicó al dios Zagreo gran número de juguetes, entre ellos un trompo. El poeta romano Ovidio también mencionó al juguete en sus poemas y Platón lo consideró una metáfora del movimiento”, sostuvo.
La investigadora también señaló que el trompo es un juego de alcance mundial, conocido en naciones como China y Japón, así como en prácticamente toda América Latina. “Se cree que en los Andes el trompo existió desde mucho antes de la llegada de la conquista española. Los indígenas lanzaban los trompos o cushpis y los hacían ‘bailar’, otros jugadores lanzaban los suyos para intentar derribar a los primeros”, añadió.
La ingeniosa representación del trompo en una novela literaria
El trompo no solo ha sido un elemento central en la cultura lúdica del Perú, sino que también ha encontrado su lugar en la literatura peruana, sirviendo como inspiración y símbolo en diversas obras. Autores han utilizado al trompo en sus narrativas para evocar recuerdos de infancia, transmitir enseñanzas y explorar temas de camaradería, competitividad y tradición.
Por ejemplo, en la novela “Los ríos profundos” de José María Arguedas, el trompo que conocemos tiene el nombre de zumbayllu. Este objeto es mágico, dado que su zumbido tiene un simbolismo peculiar. Sobre este tema particular, José María González-Serna Sánchez, profesor de Lengua y Literatura Española en el IES V Centenario de Sevilla, escribió lo siguiente: “El zumbayllu es una especie de trompo que representa en la novela la identidad profunda de la memoria, la naturaleza y la música. Se trata de un objeto integrador que sirve para hacer funcionar los recuerdos más recónditos, casi podríamos decir que posibilita la recuperación de la memoria genética…”.
Fragmento de “Los ríos profundos”
“El canto del zumbayllu se internaba en el oído; avivaba en la memoria la imagen de los ríos, de los árboles negros que cuelgan en las paredes de los abismos. Miré el rostro de Antero. Ninguna niña contempla un juguete de ese modo. ¿Qué semejanza había, qué corriente, entre el mundo de los valles profundos y el cuerpo, de ese pequeño juguete móvil, casi proteico que escarbaba cantando la arena en la que el sol parecía disuelto?”.