Un descubrimiento reciente en Arequipa realizado por investigadores extranjeros ha causado asombro entre la comunidad y ha planteado una nueva interrogante sobre la creatividad humana. Este hallazgo tuvo lugar en el sitio arqueológico de Toro Muerto, reconocido como uno de los mayores depósitos de arte rupestre a nivel mundial.
Está ubicado exactamente en la parte central del valle del río Majes, en el distrito de Uraca-Corire, provincia de Castilla, en la zona costera del extremo sur del país. Es en dicha área donde se ubican miles de rocas volcánicas, gran parte de ellas decoradas con petroglifos realizados por diferentes culturas a lo largo de miles de años.
Sin embargo, pese a ser una joya de arte lítico prehispánico para el mundo, se han realizado muy pocos estudios sobre el contenido ilustrado en las rocas volcánicas.
¿Qué es lo nuevo que se halló en Toro Muerto?
Se ha encontrado evidencia que sugiere que los grabados en las rocas del sitio arqueológico Toro Muerto habrían sido dibujados por personas que cantaban y bailaban mientras consumían plantas alucinógenas.
Esto fue dado a conocer gracias a un estudio realizado en conjunto por estudiantes de dos universidades de Polonia, encabezados por los arqueólogos Andrzej Rozwadowski y Janusz Wołoszyn y publicado en la revista Cambridge Archaeological Journal bajo el título: “Dances with Zigzags in Toro Muerto, Peru: Geometric Petroglyphs as (Possible) Embodiments of Songs” (Danzas con zigzags en Toro Muerto, Perú: petroglifos geométricos como (posibles) encarnaciones de canciones).
Allí, los científicos centraron su atención en los patrones geométricos colocados en yuxtaposición a los personajes principales de la pintura rupestre, es decir, líneas en zigzag dibujadas alrededor de los ‘danzantes’.
Según expusieron en su investigación, se basaron en las revelaciones antes hechas por el antropólogo y arqueólogo austriaco Gerardo Reichel-Dolmatoff sobre Colombia y la rica tradición sonora de las culturas sudamericanas.
De esta manera, encontraron una relación entre los patrones geométricos ilustrados en varias rocas del Toro Muerto con una coreografía cósmica y divina, influenciada por sensaciones propias del ayahuasca u otros rituales místicos.
“Este artículo sugiere que los patrones geométricos de Toro Muerto, con los que se yuxtaponen las figuras de los danzantes , pueden haber sido representaciones de canciones. Una extensión de esta hipótesis es la sugerencia de que algunas de las composiciones más complejas que consistían en danzantes y motivos geométricos lineales eran metáforas gráficas de transferencia al otro mundo”, se lee en la presentación del trabajo elaborado por Rozwadowski y Wołoszyn.
En ese sentido, sostienen que los ‘danzantes’, representados con una pose dinámica y la ausencia de características explícitas de género, sugieren, con todas las líneas que convergen a su lado, una perspectiva cosmológica amazónica.
Los polacos, tras realizar un análisis minucioso de todas las pinturas rupestres de la zona, llegaron a la conclusión que los antiguos peruanos trataron de representar como ellos sentían las canciones que escuchaban al atravesar un estado alucinógeno.
De esta manera, los zigzags habrían sido tallados por personas que cantaban mientras consumían plantas alucinógenas en busca de representar cómo los hacía sentir la música, junto a la energía que percibían. Esta hipótesis presenta una nueva perspectiva sobre la creatividad humana y los misterios que alberga Toro Muerto.
Petroglifos planificados
Para finalizar, los arqueólogos también llegaron a la conclusión la mayoría de los petroglifos habrían sido planificados antes de ser plasmados en las rocas volcánicas, ya que calzaban perfecto en las dimensiones de ‘lienzo’ al igual que las tramas coincidían con el color de la superficie.
Declaran Patrimonio Cultural de la Humanidad las líneas y geoglifos de Nazca y Palpa
Nuestro país cuenta con una gran cantidad de lugares impresionantes, muchos de los cuales son reconocidos a nivel internacional. Entre estos destacan las Líneas y Geoglifos de Nazca y Palpa.
El pasado 17 de diciembre, se conmemoró un hito importante: en 1994, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) otorgó a estas figuras el estatus de Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Situadas en las áridas regiones de las provincias de Nasca y Palpa, en la región de Ica, Perú, estas líneas y geoglifos son testimonio de la rica historia que hemos heredado de nuestros ancestros. Consisten en figuras zoomorfas, antropomorfas y líneas trazadas en la superficie plana de los desiertos. Estos monumentos arqueológicos representan un legado del mundo espiritual de las antiguas civilizaciones prehispánicas que poblaron la costa sur del Perú entre los siglos VIII a.C. y VIII d.C.