En los primeros años del nuevo milenio, los estudiantes solían adquirir láminas para realizar sus tareas escolares. En la premura del tiempo, se dirigían a las librerías de su vecindario para comprarlas a un precio módico de 50 céntimos. Estos materiales educativos cubrían una amplia gama de temas, desde historia hasta ciencias, asegurando que la comunidad estudiantil pudiera explorar diversos campos del conocimiento.
Con el avance del tiempo, la popularidad de estas láminas disminuyó debido a la expansión del internet. Los colegiales comenzaron a preferir los recursos digitales para realizar sus tareas, aprovechando el acceso a información actualizada. Desde sus hogares o en establecimientos con acceso a computadoras, realizaban sus tareas; mientras que las láminas físicas quedaban relegadas y se acumulaban de polvo.
Antes de usar las cabinas de internet, los escolares ni los vendedores verificaban la veracidad del contenido de las láminas, posiblemente porque los educadores no demandaban un alto nivel de precisión en las tareas. Debido a la casi nula exigencia, los errores pasaban desapercibidos.
Por ejemplo, las láminas Huascarán mostraban a los incas con cabello largo, influyendo en la percepción visual que estudiantes y el público en general tenían de esta civilización prehispánica. Cabe señalar que esta representación gráfica no era exacta. A continuación, se presentará lo que un cronista histórico documentó acerca del tamaño del cabello de los incas.
¿Los incas tenían cabello largo?
El mito sobre el cabello largo de los incas se ha perpetuado en el imaginario colectivo, en parte, debido a representaciones gráficas, como las láminas Huascarán, que los retrataban con largas cabelleras. Estas representaciones han sido tomadas por un sector de la población como fiel reflejo de la realidad sin siquiera revisar lo que dice la historia al respecto.
En ese contexto, es pertinente dar a conocer el tamaño del cabello de los incas. Para ello, citaremos al Inca Garcilaso de la Vega, quien escribió lo siguiente: “El inca tenía el cabello corto, como si acabase de ser cortado y que él y la nobleza se cortaban frecuentemente el cabello para tener siempre el mismo aspecto”.
Según cuentan los cronistas, el emperador dictó una inusual normativa dirigida a la nobleza del reino, exigiendo un estilo específico para el corte de cabello que ni se extienda más allá de las orejas ni sea demasiado corto. Este edicto tiene la particularidad de reservar para el propio inca el uso exclusivo de un corte casi al ras de la nuca.
De esta manera se evidenciaba su estatus y lo diferenciaba del resto de los nobles. Este estilo también permitió al emperador exhibir con mayor prominencia sus orejeras doradas y su fina ‘corona’.
Pero la historia nos dice que el inca Atahualpa sí tenía el cabello largo. ¿Por qué tuvo una melena? Para empezar, este rasgo no era común entre los líderes de su tiempo, pero tenía una razón de ser y estaba relacionada con un acontecimiento. El motivo detrás de su elección de llevar el cabello largo se vincula a una herida de batalla que sufrió en Pasto, actual territorio de Colombia, donde perdió una oreja.
Se cree que para ocultar esta marca de guerra y mantener una imagen impecable ante su pueblo, Atahualpa decidió dejar crecer su cabello, un gesto que evidencia la importancia de la apariencia física y la percepción de la perfección entre los líderes de ese período.
¿Por qué los incas no tenían el cabello largo?
En las sociedades prehispánicas americanas, el culto al cabello largo era una práctica extendida, simbolizando diversos aspectos de la vida social, espiritual y de poder. Entre estas culturas, los Aztecas se destacaban por su especial veneración hacia el cabello largo. Ellos veían en la melena un símbolo de fuerza y virilidad.
En contraste a esta realidad, los incas tenían el cabello corto. Pero, ¿a qué se debe? Según los cronistas, entre las prácticas culturales más distintivas de la nobleza inca, el arte de moldear el cráneo desde una edad temprana, intercambiar mechones de pelo por valiosos regalos y portar orejeras de oro y plata se destacaban como signos de distinción social y poder. Estos adornos, conferidos exclusivamente por el emperador, demarcaban a la élite dentro de esta compleja civilización precolombina.
El emperador exigía a la nobleza que cortara su cabello a una longitud intermedia, llegando hasta la altura de la oreja. Cabe señalar que él era el único autorizado a llevar un corte casi rapado en la nuca. Habiendo comentado ello, podemos afirmar que no todos los incas tenían el cabello largo como Atahualpa.