El Banco Mundial revisó al alza su proyección de crecimiento de la economía peruana de 2,5% a 2,7%, una cifra por encima de lo estimado (2,5%) por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y cada vez más cerca de lo esperado por el Ministerio de Economía y Finanzas y del Banco Central de Reserva (3%) para el devenir de este 2024. Pese a la cifra auspiciosa, la banca global espera que para el 2025 y 2026, el PBI peruano crezca a una tasa menor (2,4%).
En contraste, el ente financiero empeoró las expectativas de crecimiento para América Latina y el Caribe, al pronosticar un PBI regional en 1,6% comparado con la estimación anterior de 2,3%, un factor preocupante en el contexto de estancamiento económico que enfrenta Latinoamérica.
Esta condición es el resultado de “anémicas tasas de crecimiento” atribuidas a la insuficiente acumulación de capital y la baja productividad a largo plazo. Además, se subraya la incidencia de la criminalidad en la región, considerada la más violenta del mundo, lo que deteriora el clima de inversión.
“América Latina y el Caribe ha llegado a una coyuntura crítica. Si bien en las últimas décadas ha logrado avances significativos en la estabilización económica, el crecimiento se ha estancado, lo que socava el progreso. Se necesitan medidas urgentes para revertir el rumbo”, indicó.
La proyección del PBI peruano y sus pares de Sudamérica
De acuerdo a las cifras presentadas por el Banco Mundial, al cierre del 2024 estos serían los niveles de crecimiento de las economías de la región:
- Paraguay (3,8%)
- Uruguay (3,2%)
- Perú (2,7%)
- Chile (2,0%)
- Brasil (1,7%)
- Bolivia (1,4%)
- Colombia (1,3%)
- Ecuador (0,7%)
- Argentina (-2,8%)
El vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, Carlos Felipe Jaramillo, sostuvo que “el bajo nivel de crecimiento, de manera sostenida, no es sólo una estadística económica sino una barrera para el desarrollo”.
“Se traduce en servicios públicos reducidos, menos oportunidades de empleo, salarios deprimidos y mayor pobreza y desigualdad. Cuando las economías se estancan, el potencial de su gente se ve limitado. Debemos actuar con decisión para ayudar a América Latina y el Caribe a romper con este ciclo”, indicó
Los factores detrás de estas cifras incluyen bajos niveles de inversión y consumo interno, altas tasas de interés y elevados déficits fiscales, la caída de los precios de las materias primas y la incertidumbre en las perspectivas de socios importantes como Estados Unidos, China, Europa y otros países del G7. Un escenario global adverso, marcado por tensiones geopolíticas, interrupciones en el transporte a través del Canal de Suez y el fenómeno de El Niño, podría perjudicar aún más las perspectivas regionales.
Cuestionan la concentración empresarial
El Banco Mundial señaló que fomentar la competencia es fundamental para reactivar la economía y recuperar la confianza de los inversores. “Cuando la competencia se sustenta en políticas, instituciones y marcos sólidos, se alienta a las empresas a innovar, ser más eficientes y ofrecer avances tecnológicos”, indicó en rueda de prensa.
Además, desde la firma global cuestionan que el panorama empresarial está altamente concentrado, lo que perjudica a los consumidores, debido a que se les dificulta acceder a precios más bajos y a una variedad de opciones. Además, de que existe un marcado contraste entre unas pocas grandes empresas que dominan los mercados y numerosas pequeñas empresas.
“Este es un asunto urgente. La región tiene bajos niveles de competencia, lo que socava la innovación y la productividad. Los consumidores también se ven perjudicados al enfrentar costos más altos que el resto del mundo (...) Todo esto crea un ciclo en el que un puñado de grandes empresas dominan e influyen en los mercados, y tienen pocos estímulos para innovar. Con bajos incentivos para sobresalir, empresas poco productivas permanecen en el negocio y terminan mal preparadas para competir, sofocando su potencial para impulsar el crecimiento”, expresó.
Indicó que el 70% de los trabajadores laboran en empresas de menos de 10 empleados, ocupados en su mayor parte en actividades de baja productividad. Además, pese a que muchos países de la región cuentan con agencias y leyes de competencia, su aplicación es débil debido a que muchas agencias carecen de fondos o de personal suficiente. “Las firmas poderosas suelen influir en las políticas gubernamentales, lo que reduce la eficacia de las leyes de competencia”, observó.