La Comisión Nacional de Investigación y Desarrollo Aeroespacial del Perú (Conida) junto con la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) trabajan de manera conjunta para mandar de cohetes sonda desde la Base Científica Punta de Lobos en Pucusana, Lima.
Roberto Melgar Sheen, jefe institucional de Conida, brindó esta buena noticia durante una presentación ante el ministro de Defensa, Walter Astudillo Chávez. Además, reveló que una delegación de la agencia del gobierno estadounidense vistió nuestro país en enero para finalizar los detalles del lanzamiento, previsto para 2028.
De esta forma, se aprovechará la posición estratégica de Punta de Lobos para enviar entre 10 y 14 cohetes sonda que investigarán la dinámica entre el sol y el campo magnético terrestre.
Además, se discutió sobre el lanzamiento del cohete sonda Paulet (un desarrollo 100% peruano), previsto para 2025, que alcanzará una altitud de 40 kilómetros y superará los 10 k logrados en un intento anterior en 2021.
El ministro también fue informado sobre la planta de propelente que servirá para alimentar estos cohetes, además de un proyecto para construir un puerto espacial en el país, liderado por Conida en asociación con la Fuerza Aérea del Perú y el Comando Espacial de los Estados Unidos, como parte de una iniciativa de inversión pública del sector Defensa.
De la misma forma, se reportó que, tras su activación en septiembre de 2016, el satélite PERUSAT-1, componente clave del Sistema Satelital Peruano, ha proporcionado más de 117,478 imágenes ópticas de precisión métrica y submétrica a entidades correspondientes.
Este conjunto significativo de fotos fue fundamental para impulsar el avance socioeconómico y fortalecer la seguridad nacional. “Si valorizamos un precio promedio del mercado, tenemos que aproximadamente la contribución del Sistema Satelital Peruano ha sido de casi dos mil millones de soles”, indicó Melgar Sheen.
La importancia de la NASA
Desde su creación en 1958, la NASA, Agencia Espacial de Estados Unidos, consolida un rol crucial en el fomento de la ciencia y tecnología espaciales, ejerciendo una influencia notable en distintos campos del saber y en aspectos de la vida diaria. Su relevancia global se evidencia a través de sus amplias aportaciones para la comprensión del cosmos, la innovación tecnológica y el fomento de la cooperación internacional en la exploración del espacio.
Sus expediciones marcaron hitos sin precedentes, como el envío del hombre a la Luna (20 de julio de 1969 en la misión Apolo 11), la exploración de las fronteras del sistema solar y las profundidades del espacio interplanetario, así como investigaciones detalladas de planetas y fenómenos cósmicos, enriqueciendo profundamente nuestro entendimiento del universo.
Más allá de sus triunfos en el ámbito exploratorio, la agencia estadounidense emerge como un baluarte de avances tecnológicos con aplicabilidad en campos como la medicina, el transporte, las comunicaciones y la protección ambiental. Muchas de las tecnologías gestadas en el contexto de las misiones espaciales han transcrito sus beneficios a la Tierra, desde la optimización de las redes de comunicaciones globales y el monitoreo ambiental vía satélite hasta progresos en técnicas de imagenología médica y sistemas de depuración del agua.
Asimismo, la NASA muestra una gran influencia en la percepción pública del espacio al inspirar a generaciones a soñar en grande y perseguir carreras en STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Su capacidad para capturar la imaginación del público y promover la educación científica es inigualable, llegando a ser un emblema de la exploración y la innovación.
En temas ambientales, también juega un papel fundamental en proporcionar datos clave sobre el cambio climático a través de sus satélites, ayudando a monitorear fenómenos como el derretimiento de los glaciares, los cambios en los niveles del mar y la variación de gases de efecto invernadero en la atmósfera.