Madre Teresa de Calcuta: el legado que dejó la santa luego de visitar cuatro veces el Perú

En una época en las que las agitaciones sociales eran el pan de cada día, la presencia de la Premio Nobel de la Paz fue un bálsamo de paz y humildad para el Perú.

Las visitas iniciales de la fundadora de las Misioneras de la Caridad sentaron las bases de un legado de compasión y cuidado en Perú.   (El Peruano)

Cuando escucha nombrar a la Madre Teresa de Calcuta, generalmente en lo primera que piensa es el amor que esta santa de origen albanés le dio a los más necesitados de varios países del mundo, incluido el Perú.

Y es que la fundadora de las Misioneras de la Caridad, conocida por su labor humanitaria a nivel global, visitó Lima en varias ocasiones, y en cada una de sus vistas a nuestra capital dejó una huella indeleble en una sociedad que no pasaba necesariamente por los mejores años de su historia.

Travesía por el Perú

La orden religiosa logró transformar espacios de desesperanza en refugios de luz para los desposeídos, ganándose el reconocimiento de la comunidad.  (El Peruano)

Su primera visita documentada a Perú se dio en 1973, un tiempo donde su misión comenzaba a cruzar fronteras, buscando expandir su obra de caridad más allá de Calcuta.

En esta ocasión, la Madre Teresa centró sus esfuerzos en Lima y Chimbote, estableciendo los cimientos de lo que serían refugios de esperanza y compasión: hospicios de las Hermanas Misioneras de la Caridad. Estas instituciones nacieron de una profunda necesidad de ofrecer cuidado y amor a los más olvidados, ejemplificando el compromiso de la Madre Teresa con los marginados de la sociedad.

No sería sino hasta 1979 cuando la Madre Teresa volvería a pisar suelo peruano, embarcándose en una misión que expandiría aún más su influencia en el país.

Fue durante este viaje cuando su orden consiguió un establecimiento que se convertiría en vital en el distrito de La Victoria, situado estratégicamente en la intersección de las avenidas 28 de Julio y Aviación, donde antiguamente operaba el Convento de las Madres de la Asunción.

Este nuevo hogar se volvió un santuario para los desposeídos, ofreciendo un rayo de luz y esperanza en medio de la desesperanza. Los habitantes del lugar comenzaron a referirse a las misioneras que allí servían como ‘Los Ángeles de La Parada’, en reconocimiento a su incansable labor y amor.

En una época de agitaciones sociales, la presencia de la Premio Nobel de la Paz fue un símbolo de paz y humildad para el Perú. (El Peruano)

El apego de la Madre Teresa por el Perú se fortalecería aún más en los años 80, durante un periodo marcado por agitaciones sociales y violencia terrorista. El 6 de septiembre de 1982, en medio de estos tiempos turbulentos, su llegada a Lima fue un bálsamo para las heridas de un país que luchaba por encontrar su camino.

Su prestigio como Premio Nobel de la Paz 1979 precedía su visita, pero fue su humildad y dedicación las que realmente capturaron los corazones de la población. Durante esta estancia, aparte de sus actividades caritativas, sostuvo encuentros significativos, incluyendo una misa en la capilla del Palacio de Gobierno y una reunión con el entonces presidente Fernando Belaúnde Terry y su esposa, Violeta Correa, reafirmando así su compromiso con los más vulnerables.

La última vez

Madre Teresa reafirmó su mensaje universal de amor en encuentros con figuras clave del país, abogando por la paz en momentos complicados para el Perú. (AFP)

Su última visita registrada se dio el 1 de agosto de 1989, un momento en que su mensaje de amor y compasión resonaría con fuerza en el corazón de los peruanos.

Su encuentro con figuras importantes del país, incluidos el cardenal de Lima, Juan Landázuri, y el presidente Alan García, fue un testimonio de la universalidad de su mensaje, abogando por la paz y el conocimiento a través del amor y la oración en tiempos de violencia y disensión.

“He venido a anunciar el amor de Dios”, proclamaba, demostrando que su misión iba más allá de cualquier barrera religiosa o cultural.

Su legado

La labor humanitaria de la Madre Teresa de Calcuta, recientemente canonizada, dejó una huella significativa en el Perú. Hace 43 años, fundó el hogar de la paz de las Misioneras de la Caridad, brindando apoyo a los más desfavorecidos.

En La Victoria, más de 130 personas reciben atención en este hogar, una de las 758 casas establecidas por la Santa en todo el mundo. Su objetivo era llevar amor a los lugares más necesitados, como lo hizo en Calcuta. La congregación Misioneras de la Caridad, fundada por ella en 1950, tiene 5,000 monjas en más de 150 países, evidenciando su impacto global.

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