El poder nutricional de la máchica: las ancestrales ‘barras energéticas’ incas, un tesoro de la historia andina

Este valioso alimento, utilizado por civilizaciones incaicas, resurge en la actualidad gracias a sus múltiples beneficios nutricionales y su aporte a una dieta saludable

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Las ancestrales 'barras energéticas' incas, un tesoro nutricional de la historia andina (Composición: Infobae)
Las ancestrales 'barras energéticas' incas, un tesoro nutricional de la historia andina (Composición: Infobae)

Desde el Tahuantinsuyo hasta la actualidad, la medicina tradicional ha perdurado como un factor importante de la atención primaria de salud. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 80% de la población mundial recurre rutinariamente a la medicina tradicional, siendo las plantas medicinales un recurso esencial para satisfacer diversas necesidades de salud.

La palabra “máchica” resuena como un eco ancestral en las alturas de los Andes. Proviene del quechua mashka, machka o kamcha, y encierra en su esencia un alimento invaluable para las antiguas civilizaciones incaicas. Se trata de una harina finamente molida, resultado de la trituración de granos de cereales como maíz, quinua y, tras la llegada de los conquistadores españoles, predominó la cebada.

A continuación, una referencia de un antiguo diccionario de términos andinos, publicado en 1933, lo definía así:

“Másicha y Mashca, harina de cebada tostada que comen los indios y muchos blancos, en seco, mezclansdo con rapadura, con chicha o en las comidas haciendo chupo con caldo, con miel o con chocolate. Con ella se hace mazamorra de sal y de dulce, y el pinol (admitida en 1925, pero la definición que da la Academia, no es de la Máchica sino del pinol, o sea Máchica con panela y canela, no con azúcar)”.

Consumido por los antiguos peruanos

El poder de la máchica. (sumer)
El poder de la máchica. (sumer)

Este proceso de molienda no solo preserva los nutrientes, sino que también facilita la digestión, convirtiendo a la máchica en un recurso fundamental en la dieta andina. Desde los albores del tiempo, esta harina ha sido utilizada como base para una variedad de platos, desde las clásicas mazamorras hasta las modernas barras energéticas caseras.

Un vistazo al pasado nos revela la importancia de la máchica en la alimentación de los antiguos peruanos. Fue el primer alimento sólido para bebés en la región andina y recientes estudios destacan su alto contenido de proteínas, minerales y oligoelementos. Hoy en día, se reconoce su valor como reconstituyente para el agotamiento físico, convirtiéndose en un aliado indispensable para deportistas y personas activas.

La harina es una fuente concentrada de nutrientes, rica en proteínas, fibra dietética, vitaminas del complejo B y minerales esenciales como hierro, potasio, fósforo y calcio. Estos elementos proporcionan energía sostenida al cuerpo, mejorando tanto la resistencia física como mental. Un dato histórico revela que los incas, que recorrían miles de kilómetros de caminos, se sustentaban en una alimentación rica en calorías para soportar sus impresionantes recorridos a pie.

De acuerdo al cronista Bernabé Cobo, la harina de maíz tostado, conocida como “pito” o “pitu”, era una de las provisiones indispensables para los viajeros de antaño. Guardada en pequeñas bolsas, esta harina se convertía en alimento y bebida al ser mezclada con agua fría, siendo incluso enriquecida por los españoles con azúcar para un toque más exquisito.

La tradición de moler la máchica en batán, una piedra tallada, se está perdiendo en favor de los modernos molinos. “Se busca recuperar la técnica ancestral para preparar la harina de cebada y obtener un alimento nutritivo tradicional que se usa en diferentes platos del Colca”, aseveró la coordinadora de la unidad Operativa Territorial Caylloma de Desco, Delmi Poma.

Es importante destacar que la máchica no solo se limita a la cebada, sino que históricamente ha sido combinada con otros cereales como la quinua y las habas, dando origen al conocido “7 semillas”. Esta diversidad no solo enriquece su sabor, sino que también potencia su valor nutricional.

Hoy en día, la máchica es una opción saludable y natural para obtener energía. A diferencia de muchas barras energéticas comerciales, cargadas de aditivos y azúcares refinados, la máchica ofrece una alternativa más pura y auténtica. Su presencia en los mercados limeños es accesible a 5 soles el medio kilo, la convierte en un tesoro al alcance de todos aquellos que deseen beneficiarse de sus propiedades nutricionales y su rico legado histórico.

Receta para hacer galletas de máchica

Galletas de máchica (post de postres)
Galletas de máchica (post de postres)

Ingredientes

  • 200 gramos de máchica
  • 50 gramos de azúcar rubia (o cualquier otro endulzante)
  • 50 gramos de mantequilla
  • 2 huevos

Preparación

Comenzamos mezclando la mantequilla con el azúcar hasta que los dos ingredientes se unifiquen por completo. Debe quedarte una masa cremosa. Importante: no debe sentirse el azúcar. Este procedimiento durará más o menos unos 10 minutos.

Ahora vamos a agregar el huevo, sin dejar de mezclar. Ojo: si dejas de mezclar se te puede cortar la masa y ya no serviría.

Luego de eso es momento de agregar la máchica poco a poco. ¡No te olvides de cernirla antes! Eso te ayudará a eliminar las impurezas que pueden venir con la máchica, además, tendrá una consistencia más suave que te permitirá amasar mejo

Vamos a seguir amasando y agregando más y más máchica a la mezcla. Si la pones toda de frente puede haber riesgo de que se forme un engrudo. ¡Cuidado con eso!

máchica.
máchica.

La idea es obtener una masa compacta y homogénea. Te darás cuenta de que la masa está lista porque ya no se te pegará en las manos ni en la superficie que estás usando para amasar.

Cuando ya la tengamos lista, debemos estirarla con la ayuda de un rodillo. Luego de eso vamos a ayudarnos de algunos moldes para cortar. Puedes usar algunos de formas como corazones o estrellas para hacer más divertidas las galletas. Pero si no tienes, puedes usar un vaso. El siguiente paso es sacar el exceso de masa que queda alrededor con mucho cuidado.

Con la ayuda de una espátula o un cuchillo, colócalas sobre papel manteca en la bandeja del horno.

Debes precalentar el horno a 200 grados centígrados. ¡Hornéalas de 15 o 20 minutos! No pierdas de vista la bandeja y voltéala para que se cocinen los dos lados por igual.

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