En un giro inesperado durante la ceremonia del Domingo de Ramos de la Semana Santa 2024, en la plaza de San Pedro del Vaticano, el papa Francisco optó por no leer su homilía, un hecho que ha llamado la atención al inicio de la Semana Santa. Dicha decisión se tomó en el último momento, durante una misa que tradicionalmente inicia los rituales religiosos de esta época del año, poniendo de manifiesto las crecientes preocupaciones sobre el estado de salud del pontífice de 87 años.
El papa Francisco, que ha estado lidiando con problemas de rodilla y dificultades respiratorias, también decidió no participar en la procesión tradicional de cardenales alrededor del obelisco de la plaza. En lugar de ello, desde el altar, bendijo las palmas y ramas de olivo que portaban los asistentes. La decisión de omitir la lectura de la homilía no fue acompañada de una explicación oficial por parte de funcionarios del Vaticano en ese momento, quienes posteriormente indicaron que la homilía fue reemplazada por “un momento de silencio y oración”.
A pesar de estos cambios, Francisco mantuvo una presencia activa a lo largo de la ceremonia, liderando las oraciones y, hacia el final de la misa del domingo, realizó una vehemente llamada por la paz. En sus palabras, mencionó un ataque reciente en un concierto en los suburbios de Moscú, catalogándolo como “inhumano” y pidió oraciones tanto por “la Ucrania mártir” como por el pueblo de Gaza.
Reflexiones del papa Francisco por Semana Santa
Durante estas fechas, el sumo pontífice realiza misas en la Basílica de San Pedro recordando la última cena de Jesús con sus apóstoles y realiza el lavatorio de pies, como gesto de humildad de Jesús hacia sus discípulos. El Viernes Santo, que es un día de ayuno y abstinencia, el Papa preside la liturgia de la pasión y muerte del Señor en la Basílica de San Pedro. En esta solemne celebración no se celebra la Eucaristía, sin embargo, el papa brinda reflexiones sobre la Semana Santa y la vida cristiana. Aquí algunsa de las que ha dado en los últimos tres años:
- Se debe vivir esta Semana Santa “como nos enseña la tradición del Santo Pueblo Fiel de Dios, es decir, acompañando al Señor Jesús con fe y amor”.
- “El sufrimiento de Jesús fue grande (...). Sufrió en el cuerpo: de las bofetadas a los golpes, de la flagelación a la corona de espinas, hasta llegar al suplicio de la cruz. Sufrió en el alma: la traición de Judas, las negaciones de Pedro, las condenas religiosas y civiles, las burlas de los guardias, los insultos bajo la cruz, el rechazo de muchos, el fracaso de todo, el abandono de los discípulos”.
- Aprender “de nuestra Madre, la Virgen María: ella siguió a su Hijo con la cercanía de su corazón, fue una sola alma con Él y, aun sin comprender, junto a Él se entregó plenamente a la voluntad de Dios Padre”
- Jesús “se hizo solidario con nosotros hasta el extremo, para estar con nosotros hasta las últimas consecuencias. Para que ninguno de nosotros pudiera considerarse solo e insalvable. Experimentó el abandono para no dejarnos rehenes de la desolación y estar a nuestro lado para siempre”.
- “Hoy hay tantos ‘cristos abandonados’. Hay pueblos enteros explotados y abandonados a su suerte; hay pobres que viven en los cruces de nuestras calles, con quienes no nos atrevemos a cruzar la mirada; emigrantes que ya no son rostros sino números; presos rechazados, personas catalogadas como problemas”
- “Jesús crucificado está herido y despojado de todo. Sin embargo, amando y perdonando a quienes lo lastiman, convierte el mal en bien y el dolor en amor; transforma sus heridas en fuente de esperanza para todos. También nosotros podemos transformar nuestras heridas uniéndolas a las de Jesús”
- “El señor nos salva así, desde el interior de nuestros “por qué”. Desde ahí despliega la esperanza que no defrauda. En la cruz, de hecho, aunque se sienta abandonado completamente, no cede a la desesperación –esto es el límite–, sino que reza y se encomienda”
- “Estoy herido, estoy herido de pecado, estoy herido de historia, cada uno tiene la propia herida. ¿Qué hago? Estoy herido de pecado, estoy herido de historia, cada uno tiene la propia herida. ¿Qué hago: lamo mis heridas así, toda la vida? ¿O miro las heridas de los otros y voy con la experiencia herida de mi vida, a sanar, a ayudar a los otros? Este es el desafío de hoy, para todos vosotros, para cada uno de vosotros, para cada uno de nosotros. Que el Señor nos ayude a ir adelante”.