En la actualidad los peruanos somos testigos de cómo muchos emprendedores mueven la economía del país e inspiran con sus historias, en más de un caso marcadas por el esfuerzo, dificultades y duro trabajo que realizaron para sacar adelante sus negocios en un mercado tan competitivo y lleno de ingenio como lo es el de Perú. Sin embargo, los tiempos de antaño no se quedan atrás, ya que han sabido traer a nuestros días locales muy emblemáticos que visitamos y conocemos.
Sus historias son ejemplo de perseverancia, pero también representan mucha tradición y cuentan las memorias de épocas pasadas. En tal sentido, vale la pena mencionar a uno de los negocios más exitosos en su rubro, la Sanguchería ‘El Chinito’.
Son muchas las personas que conocen algunos de sus locales y han disfrutado las especialidades que ofrece, particularmente el pan con chicharrón, uno de sus productos estrella. De textura jugosa y un sabor único, ha cautivado a más de un paladar en sus más de sesenta años de existencia.
Sin embargo, su historia también tiene muchos aspectos interesantes que vale la pena recordar, ya que antes de ser una exitosa marca, fue un pequeño negocio.
Un pequeño emprendimiento
Los orígenes se remontan al año 1960, cuando un joven hijo de inmigrantes chinos nacido en Perú, llamado Felix Yong, adquiría por el método de traspaso una pequeña bodega llamada ‘El Muelle’, cuyo nombre hacía referencia a la calle del Centro de Lima donde se encontraba, ya que antes de ser Jirón Chancay habría sido la calle El Muelle.
Aquí el emprendedor se dedicó a vender sánguches junto con su esposa ‘Doña Luchita’. No pasó mucho tiempo antes de que la buena sazón que ostentaba atrajera comensales a su bodega y mucho empezaron a identificarlo por sus rasgos orientales como ‘el chinito’, un vendedor carismático, dueño de la clásica tienda de la esquina que pronto se convertiría en todo un éxito.
Según narra el hijo de Félix Yong, Luis Yong Tataje, quien se encarga del negocio, su padre tuvo la visión de ofrecer al público no solo calidad, sino también cantidad en cada producto. Con el paso del tiempo la familia se involucró para sacar adelante la sanguchería. Sus hijos trabajaron como mozos, cajeros, y empujaron con esmero a la sanguchería que pese al paso del tiempo no tenía un nombre oficial.
Yong Tataje explicó para el canal de Youtube ‘Canal J Oficial’, que al cabo de algunos años consultaron con su padre la idea de darle una identidad y una marca al negocio, a lo que él habría respondido que no era necesario pensar mucho en el nombre, ya que todos lo conocían como ‘el chinito’, por ende, esa sería la denominación idónea y fácil de reconocer para los comensales.
Nace ‘El Chinito’
‘El Chinito’, cuyo local original está ubicado hasta hoy en el cruce de los jirones Chancay con Zepita, se volvió tan popular que llegó a vender hasta 2000 sánguches a diario. Sus visitantes también fueron en aumento y fue concurrido por ciudadanos de a pie, comerciantes, artistas, intelectuales y hasta políticos en la época de los 80, donde se le empezó a conocer como ‘La catedral del chicharrón’.
El negocio fue tan importante para la familia Yong que Luis Yong dedicaba gran parte de su tiempo al emprendimiento, pese a que es médico de profesión. Así, cada día cambiaba su bata blanca de galeno por el mandil de sanguchero para seguir ofreciendo al público sabores y experiencias.
Sin embargo, tras 25 años decidió dedicarse de lleno al negocio. “Yo hacía alta cirugía de aparato digestivo en los seres humanos en el hospital Arzobispo Loayza, y hoy hago alta cirugía al pavo, al chanchito, a la gallina, al pollito, es decir, me siento igual con el mandil blanco y el saco blanco”, declaró hace unos años para el canal de Youtube PQS.
La llegada de la pandemia
Por ‘El Chinito’ han pasado varias generaciones de limeños que quedaron deslumbrados con el aroma a café y sandwiches que emanaba el local en jirón Chancay. No obstante, el negocio que fue viento en popa también tuvo que enfrentar la pandemia de la COVID-19, que arrasó con miles de vidas, pero también con muchos sueños emprendedores y propició grandes cambios para muchos locales, incluyendo al emblemático ‘Chinito’, que tras muchos años de atención presencial cerró sus puertas para dar paso a nuevas formas de interactuar con su público.
El delivery, práctica que no estaba implementada, se convirtió en la forma en que muchos ciudadanos podrían seguir disfrutando unos deliciosos sánguches de ‘El Chinito’. Por supuesto, esto fue un reto de los tantos que le ha tocado vivir a la marca.
Aunque el patriarca Yong manejaba el negocio de una manera casi exclusivamente familiar, esto ha cambiado y ha evolucionado para adaptarse a los nuevos tiempos. Hoy , a diferencia del pasado, son muchos los empleados fuera del círculo familiar que trabajan para sostener los seis locales que han abierto en varias partes de la ciudad
Pese al paso del tiempo, ‘El Chinito’ ha sobrevivido a duras épocas, la pregunta es, ¿qué lo hace diferente? Tal vez sea la visión de su creador, quien estaba convencido de que darle bienvenida a sus visitantes y ser un buen anfitrión en el local ayudaba en parte a solucionar los grandes problemas de su época; o quizá sea el inconfundible sabor y sensación de hogar al pisar sus locales.
Cualquiera que sea la respuesta, lo cierto es que este restaurante emblemático constituye un capítulo vivo de la historia capitalina que sigue desbordando aroma a tradición.