Los peruanos tenemos la fortuna de contar con un territorio abundante en variedades de alimentos, un legado conocido por los pobladores precolombinos. Por ello, siempre han buscado una alimentación natural con el objetivo fundamental de alcanzar una nutrición óptima. Aunque los productos industrializados pueden resolver algunos problemas, especialmente en regiones extremadamente frías donde la disponibilidad de alimentos es limitada en ciertas épocas del año, la mayoría del Perú disfruta de una oferta constante de productos frescos durante todo el año. En este contexto, surge un alimento que muestra la esencia misma de los Andes peruanos: el cushuro.
Conocido también como el “caviar andino”, el cushuro, o Nostoc sphaericum, es una cianobacteria que habita en las lagunas de gran altitud en el territorio peruano. Durante la época de lluvias, este organismo forma colonias gelatinosas, de tonalidades que van desde el verde oliva hasta el pardo verdoso o amarillento. Su presencia se concentra especialmente por encima de los 3 mil metros sobre el nivel del mar.
Desde tiempos ancestrales, el cushuro es un componente esencial en la dieta de los habitantes. No solo en el Perú, sino también en Ecuador, Bolivia y el norte de Chile, este alimento fue consumido tradicionalmente, remontándose a la época de los incas.
Se dice que los incas consumían el “caviar andino” debido a sus supuestas cualidades para fortalecer y mantener la salud de los huesos y los dientes.
Las investigaciones actuales lo califican como un superalimento
El potencial del cushuro como una fuente nutricional extraordinaria viene captando la atención de la comunidad científica y de diversos sectores industriales. Con un contenido proteico del 30%, de los cuales el 60% son aminoácidos esenciales, este organismo se posiciona como un recurso invaluable para mejorar la alimentación humana, según explica Faviola Jiménez, Directora de la carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad Científica del Sur.
Además de su valor nutricional, el “caviar andino” está ganando terreno en campos tan diversos como la medicina, la industria alimentaria e incluso la aeroespacial, gracias a sus propiedades únicas y sus potenciales beneficios para la salud. Su uso como fertilizante natural y sus posibles efectos anticancerígenos han despertado un interés creciente en Sudamérica y Asia.
Mientras que, la doctora Elizabeth Rodríguez destaca que este alimento es comparable en contenido proteico a la carne, supera en calcio a la leche y en hierro al pescado. Esta riqueza nutricional lo convierte en un aliado para fortalecer huesos y dientes, así como para combatir la anemia y estimular el crecimiento. Además, su alta concentración de proteínas promueve la salud muscular, cutánea e inmunológica.
El cushuro no solo aporta minerales esenciales como el potasio y vitaminas del grupo B, sino que también contiene nostocarbolina, un compuesto que podría ayudar a prevenir la formación de colesterol y tumores cancerígenos, según investigaciones científicas.
En la ciudad del Cusco, este alimento se emplea tradicionalmente para tratar diversas afecciones, desde inflamaciones oculares hasta la regulación del ciclo menstrual. Además, estudios sugieren su potencial en la industria aeroespacial, gracias a su capacidad para proteger contra la radiación ultravioleta y mejorar la fertilidad del suelo mediante la producción de bioetanol.
Es muy consumido en Semana Santa
En la provincia ancashina de Sihuas, conocida como la cuna del cushuro, esta alga se convierte en un ingrediente muy demandado durante las festividades de Semana Santa. Los habitantes de la zona acuden a la laguna de Cushurbamba, donde abunda esta bacteria, para recolectarlo y preparar la famosa sopa de cushuro, un plato tradicional que sustituye a la carne en la mesa festiva. Acompañado de postres regionales como el dulce de Chiclayo o la mazamorra de harina de trigo, este alimento se destaca por su asequibilidad, con un costo de hasta seis soles por kilogramo.
Actualmente, se utiliza en la preparación de diversos platos, desde guisos y picantes hasta ceviches. Su sabor neutro, similar al del agar, lo hace versátil para integrarse en mermeladas, mazamorras, bebidas y ensaladas. Además, se emplea en la elaboración de potajes como el Locro y diversas sopas, enriqueciendo su valor nutricional y agregando un toque único a cada receta.
Pero no solo la cocina ha encontrado en el cushuro un aliado. La industria cosmética también se ha interesado en sus propiedades beneficiosas para la piel. Por esta razón, se utiliza en la fabricación de mascarillas, cremas, lociones y champús, aprovechando sus potenciales efectos hidratantes y revitalizantes para cuidar y embellecer la piel de manera natural.
¿Quiénes ejercían la medicina en el imperio de los incas?
En el antiguo Imperio Inca, la salud estaba en manos de una variada casta de médicos, quienes no solo curaban a los enfermos con hierbas y productos naturales, sino que también oficiaban ceremonias de sanación. Entre ellos, destacaban los ‘ichuris’, médicos-curanderos que compartían sus habilidades con la población. Para los habitantes comunes, los ‘Comascas’ eran los encargados de velar por su bienestar, mientras que la nobleza inca confiaba en los servicios de los ‘Amaucas’.
El Watuk, con su habilidad diagnóstica, evaluaba enfermedades y estilos de vida. El Hanpeq, especie de chamán, desplegaba sus artes curativas en ceremonias religiosas. El Paqo se ocupaba de curar el alma, creyendo que el corazón albergaba este elemento vital. El Sancoyoc, sacerdote cirujano, intervenía en casos de extremidades rotas, abcesos y problemas dentales. El Hampi Camayoc, químico del estado inca, salvaguardaba los recursos médicos naturales, mientras que el Collahuaya proveía plantas medicinales y amuletos para fortalecer la salud.