A pesar de ser un país oficialmente laico, el Perú es un lugar que se destaca en el continente por mostrar un ferviente catolicismo en la mayoría de su población.
Esta situación no es nueva y con el paso de los años ha ido incursionando en otros ámbitos de la vida del ciudadano promedio. Uno de esos es la educación superior y para mayor muestra de ello es la aparición, hace más de un siglo, de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Esta es la historia de su fundación y de los problemas que tuvo por usar la palabra ‘pontificia’ al inicio de su nombre.
Directo desde Francia
A pesar de haber nacido en Provins, departamento de Sema y Marne (Francia), el joven Luis Eugenio Dintilac trazó un destino que marcaría profundamente la historia académica del Perú. En 1902, el reverendo padre Dintilac, tras sus primeros pasos en la Congregación de los Sagrados Corazones en Navarra, España, encontró su morada final en la capital peruana.
Y es que la ciudad de Lima, con su rica historia y su ferviente espíritu religioso, se convirtió en el hogar del futuro sacerdote. Aquí, bajo el cielo limeño, completó sus estudios de teología en la Universidad Mayor de San Marcos.
Sin embargo, el reverendo padre Dintilac no se contentó con absorber el saber que la vieja ciudad de los reyes tenía para ofrecer. Inspirado por una visión de educación superior arraigada en los principios de la fe católica, se propuso un desafío monumental: fundar una universidad que reflejara esos valores en el corazón mismo de Perú.
Justamente en este momento es cuando ingresa en la historia la Orden de los Sagrados Corazones, y su compromiso con la enseñanza católica, respaldó esta audaz empresa. Bajo el liderazgo del reverendo padre Dintilac, la creación de una universidad católica en suelo peruano se convirtió en una misión ferviente y apasionada.
No fue sencillo
El camino hacia la realización de este sueño no estuvo exento de obstáculos. Las voces de los detractores resonaban fuerte, y los desafíos legales amenazaban con detener el progreso hacia la fundación de la institución educativa.
Pero el reverendo padre Dintilac, con su determinación inflexible, perseveró ante la adversidad. Finalmente, el 24 de marzo de 1917, el presidente de la República, José Pardo Ibarreda, firmó el decreto supremo que autorizaba la creación de la Universidad Católica del Perú.
Con este acto histórico, se abrieron las puertas de una nueva era educativa en Perú. Las primeras facultades, Letras y Jurisprudencia, comenzaron sus clases en las humildes aulas cedidas por el Colegio Recoleta, en la emblemática Plaza Francia.
La primera clase
El 10 de abril de 1917 marcó el inicio oficial de esta travesía académica. El doctor Raimundo Morales de la Torre, uno de los colaboradores más cercanos del reverendo padre Dintilac, tuvo el honor de impartir la primera clase de Estética ante nueve entusiastas alumnos.
La ironía del destino se manifestó en el hecho de que el propio profesor Morales de la Torre había sido estudiante en esas mismas aulas de Plaza Francia durante sus años escolares. Este vínculo con el pasado añadió un matiz especial a este momento inaugural.
Junto al doctor Morales de la Torre y el reverendo padre Dintilac, varios jóvenes intelectuales desempeñaron roles fundamentales en la gestación y consolidación de la Universidad Católica del Perú. El doctor Jorge Belaochaga Menéndez, Guillermo Basombrío Carrasco, Carlos Arenas y Loaiza, y Víctor González Olaechea se unieron en un esfuerzo conjunto marcado por la pasión, el trabajo arduo y una profunda devoción por la causa católica.
A través de toda su historia, la Universidad Católica del Perú ha formado líderes en una variedad de campos, desde la política hasta la medicina, desde las artes hasta la ingeniería. Sus graduados, imbuidos con el espíritu de servicio y la búsqueda del conocimiento, han contribuido significativamente al desarrollo y progreso de la nación.
En la actualidad
Ya en pleno siglo XXI, la universidad cuenta con una variada oferta académica distribuida en facultades y escuelas que abarcan campos tan diversos como Arquitectura, Ingeniería, Derecho, Ciencias Contables, Ciencias Sociales, Comunicación, Arte, Educación, Psicología y más. Con programas de pregrado, maestrías y doctorados, la PUCP se destaca por su excelencia en la formación de profesionales en diversas disciplinas.
En el área de Ingeniería, por ejemplo, la facultad ofrece programas en Ingeniería Civil, Ingeniería Electrónica, Ingeniería Mecánica, Ingeniería Industrial, entre otros. Mientras tanto, la Facultad de Ciencias Sociales ofrece carreras como Antropología, Economía, Sociología y Ciencia Política y Gobierno.
Campus y Centros de Investigación
El campus principal de la PUCP, ubicado en el distrito de San Miguel en Lima, es un entorno dinámico que alberga aulas, laboratorios, bibliotecas, auditorios y espacios verdes.
Además, la universidad cuenta con centros de investigación especializados en áreas como ciencias e ingeniería, ciencias sociales, humanidades y arte. Estos centros son fundamentales para el desarrollo de proyectos e investigaciones que contribuyen al avance del conocimiento en sus respectivos campos.
La polémica
Un enfrentamiento entre la institución educativa y la Santa Sede respecto a la aprobación de los reglamentos universitarios resultó en la prohibición, el 21 de julio de 2012, por medio de un decreto, del uso de los términos “Pontificia” y “Católica” en el nombre de la universidad. El primero de estos títulos es otorgado por la Santa Sede, mientras que el segundo lo confiere el Obispo local.
A finales de 2012, el Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, en ese momento Gran Canciller, retiró el permiso canónico para la enseñanza de la Teología Católica en la institución, argumentando que no cumplía con los requisitos mínimos de fidelidad doctrinal exigidos por la Santa Sede.
A pesar de esto, la universidad continuó utilizando los títulos de Pontificia y Católica, ya que estaban legalmente registrados en Perú. Estos títulos fueron restituidos a la universidad por la Santa Sede en noviembre de 2016, coincidiendo con la separación de Cipriani del cargo de Gran Canciller del Arzobispado de Lima.