En un acontecimiento histórico para el Perú, por primera vez una mujer ha sido nombrada al mando del Ejército peruano, marcando un hito en la inclusión y la equidad de género dentro de las Fuerzas Armadas. Esta distinguida oficial logró destacarse sobre más de 90 candidatos masculinos, demostrando excepcionales capacidades de liderazgo, estratégicas y operativas, que la convirtieron en la elegida para dirigir una de las instituciones más emblemáticas del país.
Su ascenso rompe con años de tradiciones y abre nuevas puertas para la participación femenina en roles de alto mando dentro del ámbito militar peruano. Con una carrera llena de logros, la flamante comandante se ha preparado en diversas áreas, desde tácticas militares hasta gestión y liderazgo, estableciendo un precedente que inspirará a futuras generaciones de mujeres a seguir sus pasos. Este nombramiento no solo reafirma el compromiso del Ejército con la igualdad de género sino que también subraya el valor de la meritocracia y la competencia profesional sin distinción de sexo.
¿Quién es la primera mujer al comando del Ejército peruano?
Úrsula Atarama Mesones ha roto esquemas en el ámbito militar peruano, convirtiéndose en un símbolo de perseverancia y dedicación. Tras 26 años de riguroso servicio, su trayectoria culminó en el liderazgo del Ejército del Perú, un logro sin precedentes para una mujer en esta esfera dominada históricamente por hombres. Su excepcional aporte al Ejército no solo refleja un avance significativo en términos de igualdad de género sino que también le ha valido reconocimientos de alto calibre, como la Orden Al Mérito Mujer 2023 otorgada por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), que destaca su destacada contribución a las Fuerzas Armadas del país.
En una emotiva entrevista con la Agencia Andina, Úrsula compartió reflexiones sobre su experiencia pionera al mando del Batallón de Comunicaciones del Ejército.
“Realmente es un honor ser la primera oficial en esta posición. La carrera militar es especialmente desafiante para las mujeres; hemos enfrentado numerosas adversidades para llegar a donde estamos”, expresó.
Úrsula enfatiza la doble carga que enfrentan las mujeres en la milicia, equilibrando las demandas de la vida familiar sin descuidar su desarrollo profesional. Su historia es testimonio del cambio y la apertura que están experimentando las Fuerzas Armadas del Perú, marcando un hito en la historia militar del país.
¿Cómo inicia el sueño de Úrsula?
Desde muy temprana edad, Úrsula albergaba un gran sueño: convertirse en soldado. A los 6 años, ya afirmaba con convicción su deseo de “ser cachaco”, lo que provocaba las burlas de sus compañeras de clase. Sin embargo, lejos de desanimarla, estas reacciones no hicieron más que fortalecer su determinación. Siendo la mayor de ocho hermanos, Úrsula se sentía atraída por la idea de volar en paracaídas, manejar armas y, especialmente, ayudar a las personas en caso de conflicto bélico.
Aunque en su familia no contaba con referentes militares directos, la influencia de su padre fue significativa. Él solía leer y compartir historias de la Segunda Guerra Mundial, narraciones que capturaban la imaginación de Úrsula y alimentaban su sueño de infancia.
Estas declaraciones se han recogido a través del portal Andina, destacan como Úrsula se convirtió en la primera mujer al mando del comando peruano, demostrando que la perseverancia y la inspiración pueden convertir los sueños en realidad.
El camino de desafío de Úrsula: de problemas económicos a líder militar
La historia de Úrsula Atarama Mesones y su familia, originaria de Piura, está marcada por desafíos. En los años 90, lidiaron con dificultades económicas debido a problemas en su negocio, lo cual comprometió la posibilidad de financiar la educación superior de Úrsula, la primogénita de la familia, que se encontraba comprometida en sostener a sus hermanos menores. Sin embargo, el destino tenía reservadas sorpresas alentadoras para Úrsula.
Después de culminar sus estudios secundarios y enfrentarse a la dura realidad de su contexto familiar, una tarde, al salir del dentista, Úrsula se encontró con un cartel que cambiaría su vida: anunciaba la Academia pre Cadete. Emocionada, agarró del brazo a su padre y lo convenció durante el camino a casa de que la apoyara en su postulación. A pesar de sus intentos por disuadirla citando que “las armas no traen la paz”, Úrsula persistió con un ferviente “papito, ayúdame”.
La determinación de Úrsula se puso a prueba en cada etapa del proceso de selección, donde su padre constantemente le preguntaba si estaba segura de su decisión, consciente de que cada prueba superada significaba un esfuerzo económico adicional. Sin embargo, fue esta determinación y el apoyo de su “papalindo” lo que impulsó a Úrsula a lograr su objetivo.
En marzo de 1997, a sus 17 años, logró ingresar a la Escuela Militar de Chorrillos, convirtiéndose en parte de la histórica primera promoción de mujeres en el Ejército Peruano. Junto con otras 49 mujeres, Úrsula comenzó un camino de transformación dentro de una institución hasta ese momento dominada por hombres, marcando un antes y un después en la historia militar del país.
¿Cómo fue el proceso para lograr este cargo?
Su llegada a este importante cargo es el resultado de un riguroso proceso de selección en la Escuela de Guerra, una institución donde solo los más destacados de cada promoción tienen la oportunidad de ingresar tras superar intensas jornadas de estudio y entrenamiento.
Atarama Mesones relata a la Agencia Andina que la competencia para obtener el cargo fue feroz, evaluando un amplio rango de capacidades y requisitos. De los 100 oficiales seleccionados, solo cuatro eran mujeres”, señala.
En su rol, la teniente coronel es responsable no solo de la tropa, sumando un total de 110 soldados, sino también de una combinación de oficiales y suboficiales, lo que representa a 45 soldados adicionales. Su misión principal es asegurar una comunicación fluida entre todas las unidades del Ejército, así como la coordinación efectiva con los gobiernos regionales y el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) frente a cualquier emergencia.
“Mi deber es facilitar la interacción entre civiles y militares”, subraya, destacando la importancia del rol que desempeña en la gestión y respuesta ante situaciones críticas.