A medida que se acerca la Semana Santa en Perú, los colegios de diversas regiones empiezan a organizar una variedad de actividades en las cuales los estudiantes tienen un papel fundamental, especialmente en la escenificación de eventos importantes de la vida de Cristo. Estas representaciones, que tienden a ser el centro de la programación durante esta época del año, invitan a la participación activa de la comunidad escolar.
No obstante, la diversidad religiosa dentro del entorno educativo presenta situaciones en las que algunos alumnos, quienes profesan creencias distintas, optan por no participar. La negativa es válida y respetada, pero emerge la interrogante sobre las posibles repercusiones en el plano emocional de esta exclusión voluntaria en la dinámica y relaciones con sus compañeros.
En el marco de esta pregunta, Infobae Perú se acercó a cuatro expertos: un sociólogo, una docente, un psicólogo y un director de colegio, con el objetivo de profundizar en este tema.
En ese contexto, el profesor de la Escuela Profesional de Sociología de la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV), Manuel Negreiros, explica que de acuerdo con la Constitución Política del Perú “nadie debe ser discriminado por motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de cualquiera otra índole”.
Por esa razón, añade que afirma que la participación en estas actividades por parte de los alumnos de otras religiones debe ser voluntaria, y su decisión no debería influir negativamente en su rendimiento académico o en la evaluación de sus notas.
“La inclusión promueve un sentido de pertenencia y respeto mutuo entre los estudiantes, independientemente de sus creencias religiosas, mientras que la exclusión de aquellos que no comparten la fe predominante puede generar sentimientos de aislamiento”, menciona.
Negreiros Criado añade que las instituciones juegan un papel crucial en la promoción de la diversidad cultural y religiosa a través de sus políticas y prácticas. Al adoptar un enfoque inclusivo, que celebra y educa sobre la variedad de creencias, las escuelas pueden preparar a los estudiantes para vivir en una sociedad globalizada al fomentar valores como el respeto, la empatía y la comprensión mutua.
Al respecto, aclara que la conmemoración de Semana Santa, cuando se aborda desde una perspectiva inclusiva y educativa, puede servir como un momento oportuno para enseñar sobre multiculturalismo y tolerancia.
En ese sentido, Enver Terrazas (CPsP: 24884), docente de la carrera de Psicología de la Universidad Científica del Sur, declara que para comprender el impacto de la participación en actividades durante estas fechas en alumnos no creyentes, es esencial analizar esta tradición desde una perspectiva social.
El experto explica que la Semana Santa, con sus normas sociales específicas como el Vía Crucis o el consumo de pescado, es un evento que involucra tanto de forma individual como colectiva a creyentes y no fieles.
Menciona que la manera en que los estudiantes que no practican esta fe reaccionan a dichos rituales puede ser influenciada por el ambiente educativo y el entorno familiar, por lo que estos pueden parecer una oportunidad de enriquecimiento o como un conflicto con sus convicciones personales.
Por eso, el psicólogo recalca que las instituciones educativas, con sus propias dinámicas culturales y reglamentos, juegan un papel importante en la formación de estas percepciones. Según el especialista, la desvinculación de estos preceptos puede resultar en situaciones de marginación o exclusión, al provocar incomodidad en el estudiante.
En ese sentido, señala que la escuela “a través de sus docentes y personal administrativo, debe promover un proceso de aculturación integradora. Esto les permitirá entender que ellos tienen su propio conjunto de creencias”, pero que están dispuestos a compartir el espacio social con personas de diferentes ideas.
Por otro lado, expresa que se debería explicar a la comunidad estudiantil que estos “eventos son una oportunidad para que el alumno se identifique más con el colegio y establezca relaciones más fuertes con sus compañeros de clase. Compartir experiencias nuevas con amigos siempre es agradable”.
“Sin embargo, si la familia del educando considera que la Semana Santa representa una amenaza para su identidad, es necesario abordar la situación de manera diferente. En este caso, el alumno podría experimentar miedo y malestar psicológico, incluso si el colegio muestra comprensión. Por lo tanto, es fundamental tomarse el tiempo necesario para conocer el caso en profundidad y evaluar hasta qué punto puede sentirse seguro en su entorno escolar”, añade.
Terrazas menciona que “el rol de la escuela en la enseñanza del respeto y la tolerancia hacia diversas creencias y tradiciones es complementar el aprendizaje social que los educandos adquieren en sus hogares bajo la guía de sus responsables, quienes cumplen el rol de autoridad”.
María Aguilar Zanabria, profesora del nivel secundaria con más de 20 años de experiencia, menciona que la exclusión de estudiantes que no celebran Semana Santa en un contexto escolar que sí lo hace puede tener varios efectos negativos en su bienestar y desarrollo académico.
“Puede generar sentimientos de aislamiento social y emocional, al percibirse a sí mismos como distintos o separados del resto de sus compañeros. Esto puede afectar su autoestima y confianza al limitar su participación en otras actividades escolares”, detalla.
La maestra menciona que, a largo plazo, este ambiente puede deteriorar el tejido social del aula, al impactar de forma negativa en el clima escolar y en la disposición de los estudiantes para el aprendizaje colaborativo.
Aguilar Zanabria expresa que para enfrentar con éxito la diversidad de creencias durante Semana Santa en el ámbito educativo, es fundamental adoptar un enfoque inclusivo y educativo.
En ese contexto, una de las mejores prácticas consiste en la implementación de proyectos interculturales, donde los estudiantes tengan la oportunidad de explorar y compartir las diversas maneras en que diferentes culturas y religiones observan esta época del año, o bien, cómo celebran festividades similares centradas en valores universales como la renovación y la reflexión.
“He sido tutora de salones en varias oportunidades y me ha ocurrido que algún alumno no participa por no ser creyente, y he respetado su decisión. Eso no afectará jamás su nota o rendimiento académico. Aunque también he tenido estudiantes de creencias distintas que sí han querido colaborar porque ellos lo ven como una forma de conocer diferentes culturas e incluso, aprender historia”, menciona.
De la misma forma, recalca que su objetivo es siempre crear espacios seguros donde los estudiantes puedan expresar libremente sus propias creencias y experiencias, y al mismo tiempo, tener la oportunidad de escuchar y aprender de los demás.
“Para lograr esto, organizo círculos de diálogo o grupos de discusión que fomentan la compartición de pensamientos y emociones de manera respetuosa. En estos espacios, promuevo el respeto por la diversidad y enseño el valor de la empatía, asegurándome de que todos los estudiantes se sientan escuchados”, explica.
La profesora señala que lo mismo aplica para el curso de Religión y menciona que si alumno profesora una creencia distinta, el padre de familia, en el momento de la matrícula, pide la exoneración de su hijo en la materia. “Cabe mencionar que esto no afecta en su calificación, ya que se promedian las otras notas”, recalca.
En la misma línea, Esteban Quispe, que recién asumió la dirección del I.E. 20187 José Hipólito Unanue en Herbay Bajo (Cañete), comenta que se pueden seguir diversas estrategias como la planificación previa con los estudiantes sobre las diferentes formas de celebrar esta festividad. “Además, se puede implementar un cronograma visible en el aula con las actividades”, agrega.
En este contexto, recalca que su objetivo constante es honrar la diversidad de creencias y culturas al impulsar la inclusión en actividades diseñadas para cultivar una convivencia armónica.
Menciona que “esta integración de las tradiciones religiosas se realiza respetando la diversidad cultural y religiosa de los estudiantes al fomentar un ambiente inclusivo donde se enseña el significado de la Semana Santa y se promueve la participación activa en las festividades”.
Por su parte, Enver Terrazas asegura que “una estrategia efectiva y sencilla es que el colegio facilite espacios donde tanto el estudiante como los padres puedan compartir sus inquietudes, y reducir la incertidumbre sobre la participación en las celebraciones de Semana Santa a través de la comunicación”. En ese sentido, considera que es vital incentivar su involucramiento o apoyo en las actividades para evitar otorgar cualquier forma de trato privilegiado.
“En caso de que algunos padres no deseen integrarse a largo plazo, un enfoque escolar que promueva la integración cultural tendrá menos conflictos con aquellos que no quieran participar”, complementa.
Mencionó que “para abordar las preguntas o inquietudes de los estudiantes respecto a las tradiciones de Semana Santa de manera inclusiva, es fundamental establecer una comunicación horizontal”. Esa conversación debe transmitir tranquilidad y además, explicar al escolar que “está invitado a participar sin sentir la presión de querer convertirse, y que no es necesario rezar ni preocuparse por ser juzgado, ya que su decisión es personal y respetada”.