En medio de un sinfín de noticias desalentadoras a nivel político, económico y social, la elección de Lima como sede de los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos 2027 representa un bálsamo para intentar mirar con más optimismo el futuro. No obstante, en este artículo quisiera brindar algunas reflexiones que debemos hacernos como sociedad para que este gran evento deportivo sea realmente beneficioso para el país y no una amarga decepción.
Un primer aspecto por considerar es si el próximo gobierno le dará la importancia debida. Recordemos que el 2026 será un año electoral y tendremos nuevo presidente o presidenta. Si bien es muy prematuro hablar de favoritos, resulta necesario que una vez que se conozcan a los candidatos oficiales, se les pueda exigir a todos el cumplimiento de una “hoja de ruta” que garantice la realización de este proyecto, tanto por un tema de reputación como marca país, como también por las oportunidades de negocio que se tendrán: captación de turistas, mejora de infraestructura, entre otros.
Otro aspecto por analizar es que, en la presentación para la postulación de Lima, se ofreció como legado la construcción de viaductos aéreos como una solución al tráfico. No obstante, se deben priorizar otras alternativas más integrales con la población y que puedan contribuir con un transporte público más eficiente. Cynthia Yamamoto, cofundadora del colectivo Peruanos de a pie, advirtió esto y recordó lo que ocurrió con los Juegos Olímpicos de Río 2016 en los que hubo un interesante proyecto de renovación urbana llamado Porto Maravilha, que modernizó toda la zona portuaria (se abarcó un área de 5 millones de metros cuadrados), embelleciéndola al crear nuevos espacios de uso público que estuvieron en armonía con modernas edificaciones, así como el caso de Santiago en 2023 que impulsó la movilidad eléctrica.
Con relación a este último punto, en los últimos años, Lima ha visto un deterioro en la gestión del tránsito, que incluye una fallida reforma del transporte. Sin un sistema de metro, corredores sin vías segregadas, ciclovías inconclusas, una red de semáforos que no está interconectado, así como una pésima cultura vial, el desafío que se tiene es gigante para mejorar una escandalosa realidad: de acuerdo con el portal especializado Tomtom, Lima se ubica entre las ciudades más congestionadas del mundo, ocupando el quinto lugar en el ranking global de tráfico vehicular que contempló a 387 ciudades en 55 países de todos los continentes.
En general, se sabe que una persona que vive en la capital puede experimentar una pérdida de alrededor de 157 horas anuales en horas punta, lo que equivale a 6 días y 13 horas. Por ello, es imperioso que las autoridades prioricen soluciones al tráfico, considerando que esta problemática se agudiza año tras año debido al incremento del parque automotor y al poco desarrollo del transporte público.
Un tercer punto crítico es la inseguridad ciudadana que existe. De acuerdo con cifras del Sistema Informático de Registro de Denuncias Policiales de la Policía Nacional del Perú, el número de robos, explotación sexual, secuestros, extorsión, tráfico de drogas, entre otros se han incrementado a lo largo de los distritos de Lima. Si hacemos una radiografía del país, el Perú se encuentra en el puesto 32 de 193 países en el Índice Global del Crimen Organizado de la organización The Global Initiatiative Against Transnational Organized Crime. Si bien nos situamos a mitad de tabla en Sudamérica, la criminalidad está en aumento y se necesitan de una mejor estrategia para mitigar este problema.
Las reflexiones que se han planteado no tienen el propósito de señalar que Lima no debió ser elegida sede. Por el contrario, buscan exponer tres aspectos a priorizar para que los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos 2027 sean un éxito total y la imagen del país brille, como ocurrió en 2019. Hay mucho por hacer y es necesario un trabajo colaborativo y estratégico para cumplir con los desafíos. Infraestructura deportiva tenemos, pero se requiere que ahora exista un mayor impacto en términos de condiciones adecuadas de ciudad. Se presenta una oportunidad inmejorable para convertir a Lima en una ciudad inteligente. Que el uso de la tecnología y la inteligencia artificial contribuya a solucionar en parte los problemas de tráfico y de inseguridad.