En las alturas de los Andes, mucho antes de la llegada de los conquistadores europeos, los incas desarrollaron un complejo sistema astronómico que guiaba sus actividades diarias, agrícolas, y rituales. Este sistema, profundamente enraizado en la observación de los astros, no solo marcaba el paso de las estaciones sino también influenciaba directamente en la vida de cada individuo. A diferencia de lo que muchos podrían pensar, este conocimiento celestial no estaba reservado solo para la élite; penetraba todos los aspectos de la vida inca, desde el cultivo de maíz hasta las grandes ceremonias del solsticio.
Sin embargo, el funcionamiento detallado de su horóscopo y la manera en que este se entrelazaba con el destino de quienes vivían bajo el imperio del sol ha estado envuelto en misterio. ¿Cómo conseguían los Incas interpretar los mensajes divinos escritos en las constelaciones? ¿Y cómo influyó esto en la organización social y política de una de las civilizaciones más avanzadas de América?
En la siguiente nota, se detallará cómo los astrónomos incas se valían de complejos instrumentos y alineaciones arquitectónicas para decodificar los designios celestiales.
El legado astronómico de los incas
Desde tiempos remotos, la civilización incaica, profundamente conectada con los elementos naturales y los ciclos del cosmos, desarrolló un sistema único de conocimiento astronómico y espiritual. Entendían que cada individuo era portador de una energía única, y para interpretar estas vibraciones personales, sus oráculos crearon un horóscopo basado en la observación meticulosa de las estrellas y, de manera particular, en el estudio de las aves, consideradas mensajeras celestiales.
La evidencia de esta práctica se encontró en Tambopata, donde una piedra tallada revela la existencia de un zodiaco incaico, con signos asignados a cada mes del año. Este hallazgo, discutido por Anthony Polanco, también conocido como ‘Tío Liberal’ en las redes sociales, destaca la importancia de la astronomía y la espiritualidad en la organización y el entendimiento del mundo para los Incas.
¿Cómo funcionaba el horóscopo de los incas?
El horóscopo de los incas, una herramienta milenaria y sofisticada, delineaba las personalidades y destinos de aquellos nacidos bajo sus distintos signos, influenciando desde roles sociales hasta decisiones personales.
Según la información proporcionada por el escritor Anthony Polanco, se dividía de la siguiente forma:
- Enero: Los hijos del halcón (Huamán): Conocidos por su habilidad para cazar serpientes, quienes nacen bajo este signo son vistos como pacificadores capaces de resolver conflictos con sabiduría. En la era del Imperio Inca, se prefería que los adivinos pertenecieran a este signo, dado que su claridad e integridad espiritual facilitaban la comunicación con lo divino.
- Febrero: Los hijos de la paloma (Urpi): Quienes vienen al mundo en febrero son distinguidos por su afecto, serenidad, cortesía, aunque tienden a ser bastante ansiosos. Particularmente, las mujeres nacidas bajo el signo de Urpi eran reconocidas como las figuras más seductoras del zodiaco incaico.
- Marzo: Los hijos del loro (Kaylla): Este mes da luz a los maestros de la comunicación, individuos persuasivos con una inclinación hacia la reflexión filosófica. Son seres que rebosan de vida, charlatanes y extremadamente sensibles. Sin embargo, suelen tener el desafío de mantener la discreción, a menudo revelando más de lo debido.
- Abril: Los hijos de la Gaviota (Quillwa): Aquellos que celebran su nacimiento en abril se distinguen por su esbelta figura y su impecable sentido de la moda. Dotados con un talento natural para el deporte, eran frecuentemente llamados a formar parte de las filas incaicas en tiempos de guerra.
- Mayo: Los hijos del pájaro carpintero (Akakllu): Maestros constructores, las personas nacidas en mayo jugaban un rol crucial en el diseño de las impresionantes ciudades de piedra. A su vez, destacaban por ser excepcionales gestores domésticos, manteniendo el orden y la armonía en el hogar.
- Junio: Los hijos del águila (Anka): En junio llegan al mundo los innovadores y creativos, seres dotados de una inteligencia pronunciada y una creatividad sin límites. Su afinidad innata con el cosmos les predestina para la astrología, especialistas en interpretar las señales del universo.
- Julio: Los hijos del cóndor (Kuntur): Los nacidos en julio tienen el liderazgo impreso en su ser, característica que los hacía favoritos para ocupar el trono inca. Se destacan por su fortaleza, valor y determinación, cualidades que los guían al éxito en cada uno de sus empeños.
- Agosto: Los hijos del canario (Tayiko): Agosto es el mes que ve nacer a los artistas del alma: músicos, cantantes y todo aquel cuyo arte ilumina y divierte a la comunidad. Aunque tienden a ser más susceptibles a las enfermedades, esta vulnerabilidad es equilibrada por una notable intuición que guía sus pasos.
- Septiembre: Descendientes de la Golondrina (Sillanky): Este mes da la bienvenida a los maestros de la velocidad. En la época incaica, se prefería que los mensajeros, conocidos como chasquis, nacieran bajo este signo. Son espíritus que florecen en la libertad del aire libre, amantes indiscutibles de la naturaleza.
- Octubre: Los hijos de la perdiz (Yutu): Las personas nacidas en el mes de octubre son tranquilas y reservadas, de buen corazón, saben guardar un secreto. Adicionalmente, tienen un gran instinto para elegir el lugar donde van a vivir.
- Noviembre: Los hijos del picaflor (Run - run): Son personas inquietas, extrovertidas y muy amorosas. Se llevan bien con todos, son considerados los mejores amigos del zodiaco.
- Diciembre: Los hijos del tucán (Silkwanka): Son ambiciosos y exigentes. Y al igual que el tucán tienen las ramas más altas para hacer sus nidos. Su curiosidad es inagotable, además se desempeñan muy bien como comerciantes y exploradores.
¿Para qué servía el zodiaco en la época incaica?
Basándonos en los datos aportados por Anthony Polanco, se sabe que los incas recurrían a su conocimiento zodiacal para asignar a cada individuo el rol más adecuado dentro de la sociedad. Este conocimiento profundo de los astros no solo les permitía posicionar a los individuos en roles donde sus talentos y habilidades podían ser maximizados, sino que también servía como una guía esencial para predecir la armonía y el éxito potencial de las uniones matrimoniales. La observación cuidadosa de los cielos ofrecía, entonces, las claves para una sociedad más equilibrada y floreciente, al orientar decisiones personales y colectivas que resonaban profunda y espiritualmente con el cosmos.