Desafió los deseos de su padre y halló en la música su verdadera vocación: conoce la historia de Lucho Quequezana, el peruano que conquistó escenarios globales

Desde los andes peruanos hasta el lejano oriente, la música tiene el poder de traspasar fronteras y tocar el alma de personas de todas partes del mundo. Esta es la historia de Lucho Quequezana, un talento que encontró en la zampoña su primer lenguaje y que, con el tiempo, ha compuesto melodías capaces de evocar intensas emociones. Su viaje musical comenzó en las alturas de Huancayo, donde las tradiciones y sonidos ancestrales se convirtieron en la esencia de su obra.

Pero, ¿cómo es que un músico peruano logró conmover hasta las lágrimas a la realeza japonesa? Detrás de cada nota que Quequezana interpreta, hay una historia de exploración y un profundo respeto por la diversidad cultural de su país. Este relato no solo es un testimonio del impacto universal de la música, sino también de la travesía de un artista que superó las barreras del idioma y la geografía para llevar su arte hasta el corazón de la princesa de Japón.

Destacado por su profunda conexión con la música tradicional andina, el intérprete ha logrado trascender fronteras con su innovadora fusión musical. Desde su infancia en Perú, este talentoso músico sintió una fuerte atracción hacia los sonidos autóctonos de su tierra, lo que lo llevó a explorar y reinventar esta música, consiguiendo así un reconocimiento internacional.

Nacido como Luis Rafael Quequezana Jaimes, comenzó su aventura musical a la edad de 13 años, momento en el cual compuso sus primeros temas. Su juventud estuvo marcada por una impresionante capacidad para destacar musicalmente de forma autodidacta. Hoy, domina más de 25 instrumentos diferentes, entre percusión, viento y cuerda, demostrando su versatilidad y profundo amor por la música.

En una entrevista concedida a RPP, Quequezana reveló que a los 11 años, mientras se encontraba en Huancayo, descubrió por casualidad su habilidad para la música, un talento que con el tiempo se convertiría en su pasión y profesión. Sin embargo, el camino hacia el éxito no estuvo exento de desafíos. Recuerda su primera presentación como una experiencia amarga, marcada por el pánico escénico.

A pesar de estas dificultades iniciales, Lucho persistió en su camino, convirtiéndose no solo en un referente de la música peruana, sino también en un embajador de la riqueza cultural andina ante el mundo.

Desde muy joven, comenzó a superar su temor por tocar en público y a la temprana edad de 12 años, fundó su primera agrupación musical denominada ‘Kuntur Wasi’. Al culminar sus estudios secundarios, demostró un fuerte interés por dedicarse profesionalmente a la música; sin embargo, enfrentó la oposición de sus padres. Esto lo llevó a optar por una carrera en Comunicación en Lima, manteniendo siempre viva su pasión por la música.

La determinación de Quequezana lo llevó a postular a una beca de la UNESCO con el proyecto “Sonidos Vivos”, cuyo objetivo era compartir la música peruana con músicos de diversas culturas. Este proyecto se destacó entre cientos de candidaturas, otorgándole la oportunidad de trasladarse a Montreal, Canadá, y allí formar una banda internacional con integrantes de China, Turquía, Vietnam, Canadá, Venezuela, Colombia y Japón. La agrupación exploró géneros tradicionales peruanos como el landó, el festejo y el huayno, contribuyendo a la difusión y valoración de estos ritmos a nivel internacional. Este esfuerzo le granjeó numerosas nominaciones y premios en diferentes concursos.

Quequezana compartió su visión sobre el profundo impacto que la música ha tenido en su vida. La describe como una llama interna que impulsa el deseo de compartir el goce y el conocimiento musical con los demás.

Adicionalmente, se destaca su dedicación tanto a la interpretación como a la educación musical. Como fundador de la escuela “Hanan”, Quequezana ha creado un espacio de enseñanza destinado a estudiantes de todas las edades, desde niños hasta adultos mayores. Este programa educativo, que abarca módulos adaptados para diversas etapas de la vida, fomenta un profundo aprecio por la música en un entorno inclusivo.

En un inspirador relato compartido a través de un video en TikTok, Lucho Quequezana rememora su primer encuentro musical con Japón en el año 2000 y cómo, 14 años más tarde, en Tokio, vivió una experiencia única durante un concierto que calificó de “muy particular”. Durante este evento, tuvo el honor de contar con la presencia de la familia real Akishino, incluyendo al príncipe heredero, quien resultó ser un admirador de su obra, poseedor de sus discos y quien decidió llevar a su familia, incluyendo por primera vez a la princesa Kako, a disfrutar de su música.

El príncipe heredero y su familia quedaron tan encantados con el concierto que, al finalizar, se acercaron a saludar a todo el grupo de colaboradores de Quequezana, desde músicos hasta técnicos, en un gesto que el músico describe como “maravilloso”.

Esta anécdota, relatada con gran emoción por Quequezana, destaca cómo la música trasciende fronteras culturales y se convierte en un puente de unión y significado personal, incluso entre países y culturas tan distintas como Perú y Japón. La experiencia refuerza el poder de la música como un lenguaje universal capaz de conectar corazones, independientemente de su origen.