A Julio Andrés Rodríguez Granthon, alias ‘El Peruano’, se le imputan los delitos de tráfico de drogas, lavado de activos, homicidio, y otros. Este sujeto, nacido en la provincia de el Callao, en Perú, permanece actualmente en la prisión de Marco Paz, en la capital Buenos Aires de Argentina, cumpliendo una condena unificada de 21 años.
La noticia de la vida criminal de Rodríguez Granthon en el país del tango resuena recientemente en el Perú, luego que Infobae Perú presentara a detalle cómo este joven chalaco dejó su natal país con 18 años en el 2011 y terminó envuelto en el mundo del narcotráfico, pero no como cualquier traficante de estupefacientes, sino como uno de los capos de la cocaína que lidera la ciudad más peligrosa de Argentina.
De piloto a magnate de la cocaína en Rosario
Rosario, ubicada en la provincia argentina de Santa Fe, no solo es reconocida por ser el lugar de nacimiento de figuras emblemáticas como el Che Guevara y Lionel Messi, sino que hoy en día también ha adquirido la reputación de ser la ciudad más peligrosa de la Argentina.
Desde hace años, a esta ciudad le adolece una violencia extrema por la cantidad de asesinatos a sangre fría que se dan por órdenes de las organizaciones criminales que operan allí. Una de estas, lideradas por el narcotraficante peruano.
En entrevista con el Clarín, ‘El Peruano’ confirma lo que las autoridades policiales de ese país ya sabían: hay una fuerte disputa por el control territorial del Rosario entre las bandas narcotraficantes que abastecen a los microcomercializadores de drogas. Para él, la sangre dejará de correr solo con la muerte de una de las cabezas.
‘El Peruano’ no tiene la historia típica del narco que salió de las barriadas o que se formó en las zonas peruanas donde se produce a gran escala la hoja de coca para la cocaína. Este hombre, nacido en el 1993, dejó su natal país con el sueño de convertirse en piloto comercial en Argentina, sin tal vez pensar en algún momento que se convertiría en uno de los mandamás de la ciudad más peligrosa de ese país.
Sus padres, un abogado que trabajó para la Marina de Guerra y una ama de casa, probablemente estuvieron orgullosos de que su hijo lograra completar sus estudios en el mundo de la aviación. No obstante, la llegada de una joven a su vida le abriría las puertas del oscuro mundo de la venta de drogas que lo catapultaría a las esferas altas del crimen organizado.
“A los 21 años inicié una relación con una chica de Roldán. Por entonces trabajaba como remisero, era remisero trucho en la zona Oeste de Rosario. Esta chica ya andaba en el narco menudeo y empecé a meterme en el tema. Arranqué vendiendo 5 gramos, 10 gramos.... así estuve un año (...) Si te manejas bien, vas creciendo. Pase a vender 100 gramos por semana, después un kilo por semana, después 10 kilos por semana. Poco a poco seguí creciendo. Yo era considerado un proveedor grande en Rosario: bajaba 400 kilos por mes... una cantidad importante”, cuenta Rodríguez Granthon.
Ya para entonces, Julio Andrés Rodríguez Granthon conocía bien su mercado. Él detalla que la clave de su crecimiento exponencial en el mundo del narcotráfico se lo debe a la cocaína que se produce en su país.
“Bajo precio y una calidad del 93, 94 por ciento de pureza. Esa fue la clave de mi éxito”, dice Julio Rodríguez, quien confiesa que prefiere o prefirió introducirse en la cocaína “porque la marihuana no te genera la misma ganancia. Además, con la inestabilidad que hay en el país… la marihuana se vende en pesos... Lo mío era vender cocaína peruana”.
A ‘El Peruano’ no solo le jugó a su favor en este mundo criminal el haber nacido en uno de los países que más produce esta peligrosa droga, sino también la ubicación de la ciudad a donde llegó a parar.
El Rosario se destaca por su posición estratégica, funcionando como un eje central para el paso de narcóticos que vienen de Bolivia y Paraguay, sobre todo a través de la Ruta 34, que inicia en la frontera boliviana y culmina en esta ciudad.
Aunque el narco era especialista en pilotear aeronaves, revela que nunca transportó droga personalmente, sino que delegaba las operaciones a dos o tres pilotos que traficaban la sustancia desde Perú realizando escalas en la ruta mencionada.
“Bolivia, después en Paraguay y de ahí a Argentina. Siempre en avioneta. La cocaína no era para exportar, nunca hice eso. Casi toda quedaba en Rosario y una parte podía ir a San Luis o un poco más al Norte”.
Julio, quien cuenta que sus padres le pidieron en una oportunidad dejar ese mundo, consejo que decidió omitir, desliza otro factor importante que le hizo fortalecer su soberanía en el narcotráfico de Rosario: La supuesta corrupción en las autoridades policiales.
“En libertad no vendía a gran escala así que no tenía tanto dinero. La verdad es que yo empecé a hacer plata estando detenido, ya preso”, puntualiza el narco peruano que tiene a su disposición a sicarios que operan por él en la ciudad de Lionel Messi.