En la historia de la televisión peruana se han visto y vivido experiencias de todo tipo. Desde de las más trágicas hasta las que terminan con un tono más feliz. Uno de los hechos pioneros en nuestra TV fue un hecho singular que, en su tiempo, capturó la atención de todo el país por su osadía y riesgo de que todo termine mal.
El ‘culpable’ de tremendo susto fue Enrique Adolfo Carbone Zungri, quien era más conocido como “El Profesor Blakamán”, y su acto dejó una marca imborrable en el escenario de la televisión peruana durante los años setenta.
Este mago, faquir y escapista ítalo-argentino, nacido en 1920, se ganó el corazón del público con su carisma y arriesgadas actuaciones, destacando en su famoso programa “El Gran Circo de Blakamán”, transmitido por el Canal 4 de Perú.
El gran circo de Blakamán
Tras su llegada al Perú, Blakamán, también conocido como “El Profesor”, llevó la magia y el entretenimiento a los hogares peruanos a través de su programa dominical. Su espectáculo, que iniciaba con una música circense característica, se destacaba por la combinación de hazañas increíbles y momentos cómicos.
Según las crónicas de aquellas épocas, uno de los sketches más recordados involucraba a un payaso secretario que, al ritmo de las “comas” dictadas por Blakamán, devoraba un sándwich y una botella de gaseosa. La audiencia disfrutaba de este ingenioso número, mientras se oían risas y aplausos pregrabados.
En otras ocasiones, el ilusionista se atravesaba el cuello con una daga, realizaba trucos con agujas enhebradas mientras arrastraba a dos modelos en un carrito, y hasta se acostaba sobre vidrio molido, soportando los impactos de otro hombre. Su habilidad para combinar la magia con la comedia le otorgó un lugar especial en el corazón de los espectadores peruanos de aquellos tiempos.
Un riesgoso reto
Hasta que llegó el 18 de octubre de 1969, cuando Blakamán desafió los límites de la audacia al anunciar, a través del programa “Perú 69″, su intención de ser sepultado vivo.
Este desafío, destinado a superar la marca del australiano Burman de 5.45 horas bajo tierra, generó un suspenso palpable en todo el ambiente limeño. Recordando la trágica experiencia del faquir Urbano en Belem do Pará (Brasil), que acabó con su vida, el público se preparaba para presenciar un acto de valentía extrema.
El lugar elegido para este riesgoso acto fue el frontis del Canal 5, la “esquina de la televisión”. Con un hoyo cavado y Blakamán conectado a un timbre para pedir ayuda, el faquir se enfrentó a un desafío que mantuvo en vilo a la ciudad. Aunque algunos sugirieron cubrir la fosa con cemento, la prueba continuó, desafiando los límites de lo seguro.
Las tensiones aumentaron cuando Blakamán, tras su liberación, experimentó fuertes dolores de cabeza. Cuarenta horas después, fue trasladado de urgencia a una clínica debido a vómitos, fiebre alta y escalofríos.
La posibilidad de que el avezado artista enfrentara consecuencias fatales estaba latente. Intrigantemente, una débil cuerda conectaba la muñeca de su esposa, Olga Cosiglio, con el faquir enterrado, alegando un contacto espiritual. Sin embargo, la realidad sugería que Blakamán podría haber pedido ayuda debido a la falta de aire.
Finalmente, los bomberos desenterraron a Blakamán, quien tardó varios minutos en recobrar la conciencia. A pesar de los riesgos, el faquir recibió una compensación de treinta mil soles por desafiar la muerte y mantener al público en vilo. Su arrojo dejó una marca indeleble en la memoria colectiva de aquellos que presenciaron este arriesgado desafío televisado.
Entre la magia y la venganza eterna
La influencia de Blakamán trascendió las fronteras de la televisión y se encuentra en la obra literaria de Gabriel García Márquez. “Blacamán, el bueno: vendedor de milagros” es un cuento que narra la historia de un estafador llamado Blacamán. Este personaje, que compra a un joven para convertirlo en adivino, representa la cara oscura de la magia y la estafa. La narrativa da un giro cuando el joven, víctima de Blacamán, se venga utilizando poderes desarrollados durante su sufrimiento.
El cuento de García Márquez destaca la temática de las mentiras y estafas perpetradas por Blacamán, quien paga por sus malas acciones al recibir la venganza de una de sus víctimas. Los personajes principales, Blacamán y el joven, encarnan la dualidad entre el engaño y la justicia divina.
El adiós llegó en México
Blakamán extendió su magia más allá de las fronteras peruanas. Se presentó en programas emblemáticos de México, como “Siempre en domingo” y “En Vivo”, compartiendo sus habilidades con una audiencia internacional. Sin embargo, el camino de Blakamán no estuvo exento de desafíos.
Tras regresar de un compromiso con el circo de los Hermanos Fuentes Gasca, Blakamán sufrió un infarto, marcando un episodio doloroso en su vida. La magia que había encantado a audiencias peruanas se desvaneció en 1992 en la Ciudad de México, silenciando para siempre al hombre del turbante que desafiaba los límites de la realidad.
Enrique Adolfo Carbone Zungri, “El Profesor Blakamán”, dejó un legado que mezcla risas, hazañas impactantes y valentía frente al riesgo. Su huella en la televisión peruana y en la obra literaria de García Márquez asegura que su nombre permanecerá en la memoria colectiva como un pionero de la magia y el entretenimiento, recordado por desafiar la muerte y cautivar corazones con su arte inolvidable.