La historia de la medicina en el Perú tiene muchos héroes que han hecho mucho dar los pasos necesarios para que nuestro país esté a la vanguardia.
Uno de ellos es el doctor Constantino Carvallo Loli quien, sin duda, es una de las grandes mentes de la medicina nacional que se destacó especialmente en los campos de la gineco-obstetricia, radiología, bioseguridad y cirugía general.
Nacido en Huacho el 12 de abril de 1853, este destacado galeno dejó un legado imborrable que marcó un antes y un después en la práctica médica en el Perú.
Pasión por la medicina
La contribución del doctor Constantino Carvallo Loli a la medicina peruana va más allá de ser una mera narración de logros; es la crónica de un visionario cuyo legado ha perdurado a lo largo del tiempo.
Desde sus primeros días como estudiante en la Facultad de Medicina de San Fernando, Carvallo demostró una pasión inquebrantable por la medicina. Su carrera docente comenzó mientras aún era alumno, desempeñándose como ayudante de práctica de Anatomía Descriptiva.
En medio de lo complicado que era ese año de 1871, en plena ocupación chilena de Lima, logró obtener el bachillerato y el doctorado en Medicina, marcando así el comienzo de una carrera que cambiaría el curso de la medicina peruana.
Durante aquellos tiempos tumultuosos, Carvallo también asumió la dirección del anfiteatro anatómico de la Facultad de Medicina, trasladando sus clases al mortuorio del Hospital San Bartolomé. Su compromiso con la enseñanza se mantuvo firme a pesar de las adversidades, y su influencia perdura en la formación de generaciones futuras de médicos.
Nada lo detuvo
Al llegar 1884, el presidente del país, Miguel Iglesias, destituyó al doctor Manuel Odriozola Romero como decano de la Facultad de Medicina de la UNMSM, en una clara violación a la autonomía universitaria.
Entonces, en solidaridad con el decano cesado, renunció a su plaza docente durante el primer cisma de San Fernando. Aunque este fue un período turbulento en la historia de la medicina peruana, Carvallo continuó contribuyendo al avance del conocimiento médico al unirse a la Academia Libre de Medicina en 1885, que evolucionaría más tarde para convertirse en la Academia Nacional de Medicina.
Pero la crisis en la decana de América solo duró un par de años, pues en un acto de justicia, en 1886, Andrés Avelino Cáceres se hizo cargo de la presidencia y no solamente repuso en su cargo al doctor Odriozola, sino a toda la plana docente que había renunciado a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Entre los restituidos se encontraba el mismo Carvallo.
Sin embargo, la búsqueda incansable de conocimiento llevó al médico a realizar dos significativos viajes a Europa entre 1890 y 1895. Durante estas travesías, exploró los servicios de cirugía en diversos hospitales europeos, absorbiendo conocimientos y técnicas innovadoras. Su segunda visita, en 1895, se centró en perfeccionarse en la técnica quirúrgica abdominal, ginecológica y obstétrica en el Hospital Bichat de París.
La llegada de nueva tecnología
El regreso de Carvallo de Europa en octubre de 1896 marcó un hito en la medicina peruana. Introdujo la primera autoclave, una bujía de Chamberlain y un aparato de Rayos X, siendo el pionero en radiología en el Perú y Sudamérica.
Y la noche del 22 de octubre de 1896, capturó las primeras radiografías en la historia del país, retratando la mano derecha del Presidente Nicolás de Piérola y la del tradicionalista Ricardo Palma. Usando radioterapia también fue el primero en tratar el cáncer.
En 1897, una Resolución Suprema lo designó profesor titular fundador de la cátedra de Ginecología, consolidando así su legado docente. La Sociedad de Beneficencia Pública de Lima cedió espacio en el Hospital de Santa Ana para construir un quirófano acorde con las especificaciones de la cirugía moderna.
Este quirófano no solo fue pionero en el Perú en lo referente a la tecnología, sino que también implementó prácticas de bioseguridad revolucionarias, como el lavado obligatorio de manos y el uso de mascarillas y guantes.
La nobleza y honestidad de Carvallo también se evidencian en su papel como administrador de las rentas para construir el nuevo edificio de San Fernando, inaugurado en septiembre de 1903. Este edificio, modificado sustancialmente gracias a sus aportes, ha resistido el paso del tiempo y numerosos eventos sísmicos en Lima.
Legado eterno
El fallecimiento de Carvallo el 10 de marzo de 1920 dejó un vacío en la medicina peruana. Sus restos descansan en el Cementerio Presbítero Maestro, en el nicho 12 C del pabellón San Alejandro. A pesar de ciertos períodos de deterioro, la tumba ha sido restaurada, preservando así el legado de este visionario médico.
La labor de Carvallo es tangible hasta el día de hoy. Sus discípulos, formados bajo su tutela, lideraron la cirugía peruana en la primera mitad del siglo XX, sentando las bases de la cirugía abdominal, ginecológica y obstétrica, modernas en el país.
La medicina peruana le debe a Carvallo no solo avances tecnológicos, sino también una visión vanguardista que perdura hasta hoy. Su vida y obra continúan inspirando a las nuevas generaciones de profesionales de la salud, asegurando que su legado sea eterno.