Una de las mayores erupciones volcánicas jamás registrada tuvo lugar en el sur del Perú el 19 de febrero de 1600 d. C. El protagonista de aquel evento fue el volcán Huaynaputina, ubicado en Moquegua.
La erupción del Huaynaputina fue tres veces más fuerte en comparación con la famosa erupción del volcán Vesubio en el año 79 d. C. que destruyó la ciudad de Pompeya en la antigua Roma. Asimismo, es considerada una de las cinco mayores erupciones volcánicas que han ocurrido en el planeta en los últimos 2.000 años.
Hasta la actualidad, la magnitud de esta catástrofe natural y sus consecuencias en territorio peruano y el resto del mundo son motivo de estudio.
Pueblos sepultados
Lo que pasó con el Huaynaputina aquella vez, según estudios, fue una erupción pliniana. Se trata de un evento eruptivo mayor caracterizado por magmas de alta viscosidad y columnas de humo que superan los 20 km de altura y contienen enormes cantidades de ceniza, flujos piroclásticos y otras partículas.
La erupción del Huaynaputina tuvo un Índice de Explosividad Volcánica (IEV) de 6, en una escala de 0 a 8, acota Marco Rivera, investigador del Instituto Geofísico del Perú (IGP).
Rivera señala que, según las investigaciones, la explosividad de aquella erupción se debió al aporte de un importante volumen de magma a la cámara magmática profunda del volcán, que ya poseía su propio material magmático.
De acuerdo con algunos cronistas, más de 20 pueblos en los valles de Omate y Tambo, la periferia del Huaynaputina, quedaron sepultados por material volcánico y al menos 1.500 personas murieron.
Un informe del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet) indica que la caída de ceniza de esta erupción tuvo un espesor de entre 1 a 3 metros, mientras que los depósitos de flujos piroclásticos llegaron hasta 6 metros.
“Todo este material piroclástico habría cubierto los pueblos establecidos en las periferias del volcán”, indica el mencionado documento.
Un relato del cura de Puquina, pueblo situado a 35 km al oeste del volcán Huaynaputina, quien visitó Omate un mes después de la erupción, afirma que “halló muertos a sus habitantes y cocidos con el fuego de las piedras encendidas”.
Mediante técnicas y herramientas geofísicas, el Ingemmet identificó, en la ubicación de seis de esos pueblos, edificaciones sepultadas a profundidades entre 0,5 m y 2 m bajo la superficie.
Efectos regionales y globales
Las simulaciones basadas en la magnitud de esta erupción indican que sus aerosoles y sulfatos cubrieron la estratósfera y comenzaron a reflectar la luz del Sol, lo que tuvo un impacto climático global, según el IGP.
Se estima que dicho evento provocó el descenso de 1,13 °C en la temperatura promedio anual. En consecuencia, la humanidad experimentó uno de los veranos más fríos de la historia en el hemisferio norte del planeta.
Este cambio climático causó efectos devastadores en la actividad agrícola y ganadera del recién fundado Virreinato del Perú, principalmente en el sur del Perú, la zona occidental de Bolivia y el norte de Chile.
Asimismo, ocasionó la caída de la producción de vino en Alemania y una severa sequía en Rusia que derivó en hambruna.
A lo largo de la historia, las grandes erupciones han alterado el clima global, como las que sucedieron con el Krakatoa y el Tambora, ambos ubicados en Indonesia.
Volcán activo
Huaynaputina, que en quechua significa ‘volcán joven’, se sitúa 65 kilómetros al noreste de la ciudad de Moquegua. Su cráter está a 4.850 metros sobre el nivel del mar.
Actualmente, el Huaynaputina es uno de los 16 volcanes activos y potencialmente activos en Perú. No obstante, se encuentra en alerta verde, lo que significa que sus condiciones dinámicas internas son estables y no presenta riesgo de erupción en el corto plazo.
Además del Huaynaputina, los otros 15 volcanes activos del Perú son Sara Sara y Quimsachata (Cusco), Cerro Auquihuato (Ayacucho), Coropuna, Andahua, Huambo, Sabancaya, Chachani y Misti (Arequipa), Ubinas y Ticsani (Moquegua) y, por último, Tutupaca, Casiri, Purupuruni y Yucamane (Tacna).