Perú, un país lleno de misterios ancestrales y paisajes de ensueño, no solo cautiva con sus sitios arqueológicos y su rica historia, sino también con una variedad de frutas que deleitan a los paladares más exigentes, sin importar la procedencia de estos.
El asombroso legado de los productos peruanos no es algo nuevo. Desde los tiempos de los primeros cronistas que llegaron con la conquista española, se han maravillado ante la variedad de frutales que pueblan estas tierras. Sacerdotes jesuitas como José de Acosta y Bernabé Cobo, en las primeras décadas de la época virreinal, dejaron constancia de la abundancia y la diversidad en sus escritos.
La fruta considerada como un “manjar blanco” conquista el mundo
La chirimoya, una fruta tropical apreciada por su pulpa cremosa y semillas de color negro brillante, fueo objeto de estudio en la investigación titulada “Annona cherimola Mill. “chirimoya” (Annonaceae), una fruta utilizada como alimento en el Perú prehispánico”. Los autores de este trabajo destacan que, hasta la fecha, no se registró el nombre común “chirimoya” en los documentos consultados, sino más bien el término “anona”, utilizado indistintamente para referirse a los frutos de diversas especies del género Annona.
Históricamente, esta fruta fue confundida con otras como la guanábana, también conocida como “manjar blanco” por su delicioso sabor.
Mientras que algunos registros como los de Acosta en 1590 y Cobo en 1653 no diferenciaban claramente entre estas frutas.
Respecto a su origen andino se expuso algunos datos: “chirimoya” es una palabra quechua que significa “semilla fría”, es un árbol que crece especialmente en los valles templados de los Andes, a diferencia de Annona squamosa que es de clima tropical; por otra parte, el nombre antiguo de esta fruta, de acuerdo al investigador cusqueño Fortunato Herrera, es “masa” que significa “fruta blanca”, palabra lamentablemente perdida, pero de la que sobreviven toponimias. El cronista Inca Garcilaso de la Vega, en sus Comentarios reales de los incas, describe una fruta que puede ser la “chirimoya”:
“También se da en la Andes otra fruta que los españoles llaman manjar blanco, porque partida por el centro parece dos escudillas de manjar blanco, en color y sabor; tiene dentro unas pepitas negras, como pequeñas almendras, no sirve para comer. Esta fruta es del tamaño de un melón pequeño; tiene la corteza dura y gruesa como la de una calabaza seca; dentro de ella se conserva la médula tan estimada”.
La presencia de la chirimoya en la dieta de los antiguos peruanos se evidencia en piezas de cerámica de la cultura Mochica, demostrando su importancia como fuente de vitaminas, minerales, carbohidratos, fibra y agua. Además de su valor nutricional, esta fruta fue utilizada en la medicina tradicional, como lo demuestran antiguos registros que mencionan su empleo como insecticida y su potencial ayuda durante el periodo de expulsión del parto.
Estos son las regiones donde crece la chirimoya
La chirimoya es un cultivo característico de los valles interandinos, donde las condiciones de altitud entre 1,500 y 2,000 metros sobre el nivel mar son ideales para su desarrollo. En el panorama nacional, diversas regiones destacan por su producción, siendo Amazonas, Áncash, Apurímac, Cajamarca, Cusco, Huánuco, Huancavelica, Junín, Moquegua, Pasco, Piura, Tacna y Lima las principales áreas de cultivo.
La capital peruana en particular, lidera con aproximadamente el 40% de la producción nacional de esta fruta.
En el departamento de Lima, San Mateo de Otao y Callahuanca son dos puntos destacados por su contribución a la producción de chirimoya. Estos distritos, parte de la provincia de Huarochirí, son reconocidos por su capacidad para el cultivo de esta fruta. En San Mateo, específicamente en el centro poblado de Cumbe, se concentra una producción notable, lo que le otorga el título de “capital de la chirimoya”.
Esta distinción se debe no solo a la abundancia de la cosecha, sino también al tamaño extraordinario y peso de los ejemplares recolectados en esta área.