En los recientes días, Lima Metropolitana ha sido testigo de un acontecimiento que ha sacudido la estructura de su sistema de transporte público: la desactivación del Corredor Morado y el anuncio del cese de operaciones del Corredor Azul. Estos dos proyectos, concebidos como parte del SIT (Sistema Integrado de Transporte) para aliviar la congestión vehicular y mejorar la movilidad, se despiden dejando un vacío en la infraestructura vial y una incertidumbre sobre el futuro del transporte urbano. Según los reportes de concesionarios y autoridades, la decisión se ha tomado debido a diversos factores, entre ellos la falta de sostenibilidad financiera y la baja demanda de usuarios.
Esta situación afectará a usuarios y trabajadores del sistema, quienes tendrán dificultades para movilizarse, experimentarán repercusiones económicas y contribuirán al aumento de la congestión vehicular. Los involucrados deben dialogar para encontrar soluciones efectivas y mitigar los impactos negativos.
Este escenario se inserta en un contexto más amplio de problemas estructurales en el sistema de transporte. Según el ranking global de TomTom en 2023, Lima ocupó el quinto lugar entre las ciudades con mayor congestión vehicular a nivel mundial, con un promedio de congestión del 61% y una velocidad promedio de 17 km/h en hora pico. Además, estudios indican que el costo económico de la congestión vial en Lima supera los mil millones de dólares al año.
Esta congestión vehicular no solo afecta los tiempos de desplazamiento de los ciudadanos, sino también su calidad de vida. El estrés generado por los embotellamientos, junto con la contaminación del aire y los accidentes de tránsito asociados, tienen un impacto negativo en la salud física y mental de la población. Además, la falta de opciones de transporte público eficientes y sostenibles agrava aún más la situación, obligando a muchos limeños a depender de vehículos privados.
Ante estos desafíos, se debe buscar soluciones combinando estrategias como: fortalecer el transporte público, promover medios de transporte sostenibles y adoptar tecnologías innovadoras para optimizar el sistema de movilidad urbana. Se requiere un enfoque integral que involucre a todos: autoridades, operadores de transporte y sociedad civil.
Es necesario aprender de experiencias exitosas en otras ciudades y adaptarlas a la realidad limeña. Por ejemplo, fomentar un cambio positivo en la movilidad de nuestra ciudad, adoptando el enfoque “Avoid-Shift-Improve” (Evitar, Cambiar, Mejorar) que ha sido implementado con éxito en otros países en los últimos años. El enfoque ASI se centra en tres pilares para mejorar la movilidad urbana de manera sostenible. En primer lugar, “Evitar” se refiere a la reducción de viajes innecesarios en vehículos motorizados, fomentando alternativas como teletrabajo y uso compartido de vehículos. Luego, “Cambiar” implica promover la transición hacia medios de transporte más eficientes y respetuosos con el medio ambiente, como transporte público, ciclismo y caminar. Por último, “Mejorar” se refiere a la optimización del sistema de transporte existente mediante la implementación de tecnologías y políticas que mejoren su eficiencia y accesibilidad.
Alentamos a la comunidad a aplicar el enfoque ASI para impulsar un cambio positivo en la movilidad de nuestra ciudad. Lima está en constante evolución, y su futuro depende de las decisiones que tomemos en el presente. La gestión del tráfico y la movilidad sostenible no son responsabilidades exclusivas de las autoridades, sino de todos los ciudadanos. Por eso, te invito a ser parte activa de esta transformación. Cada elección que hagamos, cada viaje que emprendamos, puede marcar la diferencia. Juntos, podemos construir una Lima más habitable, amigable y eficiente para las generaciones futuras. ¡Es el momento de actuar y transformar el caos en calles más fluidas y limpias! ¡Unámonos por una Lima mejor!