El Gobierno del Perú anunció oficialmente que el 2024 será conmemorado como el “Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y Ayacucho”. Este nombre, decretado a través del Decreto Supremo 129-2023-PCM y publicado en el Diario Oficial El Peruano el 27 de noviembre de 2023, simboliza un momento significativo en la historia de nuestro país, marcando los 200 años desde importantes victorias que sellaron su independencia.
La presidenta Dina Boluarte, en una ceremonia realizada en el Teatro Nacional de San Borja, explicó que la denominación del año busca “fortalecer la identidad nacional y el ejercicio de una ciudadanía democrática”.
Conmemoración a las batallas de Junín y Ayacucho
Este anuncio también da inicio a una serie de actividades conmemorativas planificadas para reforzar los lazos nacionales y destacar la identidad del país. De acuerdo con Boluarte, “estamos próximos a la conmemoración de los 200 años de la consolidación del proceso de nuestra independencia y de toda Hispanoamérica gracias al triunfo en las batallas de Junín y Ayacucho”.
Además de afirmar la importancia de recordar y celebrar estos eventos históricos, el Decreto Supremo enfatiza que los documentos oficiales emitidos o recibidos por entidades estatales peruanas deberán llevar obligatoriamente el nombre del año. En contraste, para el sector privado, este uso permanecerá como opcional.
Asimismo, como parte del esfuerzo por promover la multiculturalidad del país, se ha instruido al Ministerio de Cultura para que traduzca este nombre a las lenguas indígenas u originarias relevantes, asegurando así su difusión y reconocimiento en todo el territorio nacional, conforme lo señala el Mapa Etnolingüístico del Perú.
Boluarte apostó por la importancia de realizar actos conmemorativos en todo el país, poniendo especial énfasis en las regiones de Junín y Ayacucho, donde se libraron las batallas que culminaron el proceso de independencia. “Invito a todos los peruanos a sumarse a estas actividades, en donde se afianzarán los lazos nacionales y resaltará la identidad nacional”, expresó la mandataria, subrayando el papel de la ciudadanía en el refuerzo de la identidad y la democracia peruanas.
Esta tradición de nombrar los años, que data de 1962, sirve no solo como un recordatorio de los hitos históricos y culturales significativos de la nación, sino también como una forma de orientar y enmarcar la agenda social del país. El nombre del 2024 refleja así no solo un momento crucial en la historia peruana, sino también un llamado a la reflexión sobre los valores, la identidad y la cohesión nacional, en un año que además será bisiesto, añadiendo un día más a la conmemoración y las reflexiones.
¿Por qué se elige todos los años?
Desde el año 1963, Perú ha adoptado la tradición de asignar un nombre oficial a cada año nuevo, una práctica que busca reflejar los objetivos y aspiraciones del gobierno en turno. Este nombre se elige entre una serie de propuestas presentadas por ministerios y otras entidades públicas, siendo la decisión final tomada por el presidente de la República. El propósito de este nombramiento es comunicar de manera clara el foco principal de la administración gubernamental en curso, pudiendo enfocarse en temáticas de relevancia económica, política o social.
El origen de esta peculiar costumbre se remonta al 7 de diciembre de 1962, momento en el que el entonces Ministerio de Educación Pública, actualmente Ministerio de Educación, promulgó el Decreto Supremo 067. Este decreto estableció que el año siguiente, 1963, se denominaría el “Año de la Alfabetización en todo el territorio patrio”, con el fin de destacar y promover los esfuerzos del país en la mejora de la educación y la reducción del analfabetismo.
A lo largo de la historia, los nombres asignados a los años han reflejado las diferentes prioridades y retos enfrentados por Perú en distintas épocas. La elección de estos nombres no solo pretende ser un recordatorio de dichos objetivos a nivel nacional, sino que también busca generar un sentido de unidad y propósito compartido entre la ciudadanía.