Baltazar Gavilán: la historia de la estatua que ‘mató’ a su creador luego de una noche de fiesta

Las esculturas de este artista han perdurado en las iglesias de Lima y son testigos de su genialidad artística. Sin embargo, tras la destreza y la celebración, se oculta la tragedia nocturna que marcó su existencia.

Guardar
La historia de Baltazar Gavilán, escultor virreinal peruano, es un fascinante relato entre el arte sublime y la fatalidad. Sus creaciones, marcadas por el realismo y simbolismo, son testigos de una vida envuelta en leyendas. (Andina)
La historia de Baltazar Gavilán, escultor virreinal peruano, es un fascinante relato entre el arte sublime y la fatalidad. Sus creaciones, marcadas por el realismo y simbolismo, son testigos de una vida envuelta en leyendas. (Andina)

A lo largo de toda su rica historia, el Perú ha sabido ver nacer a reconocidos artistas en todas las ramas. Desde pintores, escritores, poetas, músicos y un largo etcétera, las artes peruanas no tienen nada que envidiar a los demás países.

Sin embargo, hay una historia que ha quedado marcada para siempre por lo trágico del final de su protagonista.

Se trata de Baltazar Gavilán, un escultor cuya destreza trascendió las fronteras de lo convencional y dejó una huella hasta hoy imborrable a pesar de la Lima virreinal que lo acogió en el siglo XVIII.

Pocos detalles de su vida

La vida de Baltazar Gavilán, escultor colonial, es un fascinante viaje entre la genialidad artística y la fatalidad. Sus creaciones, impregnadas de simbolismo, narran una historia que va más allá de la mera escultura. (Cristo de la Columna, Iglesia de San Agustín, Lima).
La vida de Baltazar Gavilán, escultor colonial, es un fascinante viaje entre la genialidad artística y la fatalidad. Sus creaciones, impregnadas de simbolismo, narran una historia que va más allá de la mera escultura. (Cristo de la Columna, Iglesia de San Agustín, Lima).

Aunque los detalles exactos de su biografía se pierden entre los pliegues del tiempo, con muchos aspectos rodeados de un halo casi legendario, se cree que Gavilán fue de ascendencia mestiza y, según se dice, compartió vínculos fraternales con la orden de los agustinos.

La obra de Gavilán abarca una impresionante variedad de imágenes religiosas aún preservadas en las iglesias de Lima. Se destacan entre ellas las piezas creadas para el Convento de San Francisco entre 1734 y 1738: una Virgen Dolorosa, un Niño Jesús, los Tres Reyes Magos y otras figuras de la Natividad.

También se le reconoce por el Cristo de la Columna en la Iglesia de San Agustín. Sin embargo, su escultura de La Muerte, una representación en madera de un esqueleto que sostiene un arco con una flecha lista para ser disparada, sobresale como su contribución más icónica al arte sacro de la época colonial en América.

Esta obra, destacada por su realismo e inusual simbolismo americano, se expone en la antesacristía de la Iglesia de San Agustín y era parte central de la procesión de Semana Santa del convento.

Además de su talento para capturar el fervor religioso, Gavilán plasmó la historia política mediante la primera estatua ecuestre de bronce de América, representando al rey Felipe V de España, emplazada originalmente sobre el Arco del Puente del río Rímac en 1738. Desafortunadamente, este monumento no sobrevivió al devastador terremoto del 28 de octubre de 1746, que la derribó antes de que la noticia del fallecimiento del monarca alcanzara Lima.

Gavilán también dejó su huella en el retrato colonial a través de esculturas en madera policromada, incluidos los bustos del I marqués de Casa Concha y del III conde de Santa Ana de las Torres, este último aún se puede admirar en la capilla de Santa Ana en la Catedral de Lima.

La vida y la muerte

Este grabado exhibe la obra atribuida a  Baltazar Gavilán llamada 'El Cristo del Auxilio de Martínez Montañés y el Felipe V a caballo'. Esta sería la primera escultura ecuestre de Lima. (Leonardo Mattos-Cárdenas)
Este grabado exhibe la obra atribuida a Baltazar Gavilán llamada 'El Cristo del Auxilio de Martínez Montañés y el Felipe V a caballo'. Esta sería la primera escultura ecuestre de Lima. (Leonardo Mattos-Cárdenas)

La vida de Gavilán no está exenta de leyendas, alimentadas por el célebre autor peruano Ricardo Palma en sus ‘Tradiciones Peruanas’. Una de ellas cuenta que, Gavilán era un asiduo amante de la noche y de todo lo que esta tenía para ofrecerle, en ese entonces, con relación a las bebidas espirituosas.

En una de tantas jornadas de fiesta nocturna, el artista cometió un acto impropio de un caballero al agredir a una mujer que no correspondió a sus intenciones para continuar la fiesta en un lugar más privado.

Por este acto, Gavilán fue denunciado y estuvo a punto de terminar en prisión. Pero su familia, adinerada y muy influyente en esos tiempos, logró salvarlo de la persecución judicial y logró que el artista se refugiara en el convento de San Francisco. En este sitio, según relata Palma, el protagonista de esta historia se habría dedicado a labrar figuras de nacimientos y una celebrada Virgen Dolorosa. Esto le sirvió para perfeccionar su arte escultórico.

Y cuando se esperaba un castigo muy duro por su conducta contra él, el virrey Marqués de Villagarcía (quien gobernó entre los años 1736 al 1745) finalmente decidió perdonarle la vida, pero con una condición: que elabore una estatua del rey de España, Felipe V. Aunque en un primer momento esto le sirvió a Baltazar para seguir vivo, finalmente la obra sería destruida gracias al terremoto que sacudió Lima en el año 1746.

Susto mortal

En la trama de la Lima colonial, destaca Baltazar Gavilán, escultor de la dualidad. Entre sus obras maestras y la noche que marcó su destino, se revela la complejidad de un artista cuya vida transcurre entre el arte y la tragedia. (Arco del puente en Lima con el lema "Dios y la Patria", Biblioteca Nacional de Chile)
En la trama de la Lima colonial, destaca Baltazar Gavilán, escultor de la dualidad. Entre sus obras maestras y la noche que marcó su destino, se revela la complejidad de un artista cuya vida transcurre entre el arte y la tragedia. (Arco del puente en Lima con el lema "Dios y la Patria", Biblioteca Nacional de Chile)

Sin embargo, la misma voz popular sugiere que fue su otra creación famosa, La Muerte, la que, años después, le causaría a Gavilán un susto mortal, robándole la vida en un giro poéticamente trágico hacia 1753.

Esta escultura fue usada  para procesiones de Semana Santa durante buen tiempo, hasta que se dispuso que no salga más. En esta, La Muerte estaba representada por el esqueleto de un arquero. La obra todavía se puede ver en el convento de San Agustín.

La leyenda cuenta que una noche, en la que para variar había salido por unas copas para festejar el final del trabajo, al regresar a su habitación en el convento, entró y se topó frente a frente con su obra y tal fue la impresión que le dio que se desvaneció y no se volvió a levantar jamás.

Entre el mito y la realidad, el legado de Baltazar Gavilán permanece inmortalizado no solo en sus obras supervivientes, sino también en el misterio que rodea su figura y su contribución indiscutible al patrimonio cultural del Perú colonial.

Guardar