En agosto del 2023, se dio a conocer que el animal más pesado del mundo había habitado el Perú hace 39 millones de años. Científicos nacionales, quienes lograron el notable hallazgo de los fósiles en el desierto de Ocucaje, Ica, informaron que se trataba de una gigantesca ballena, a la que llamaron Perucetus colossus.
En total, gracias a las excavaciones, se recuperaron 13 vértebras, cuatro costillas y un hueso de la cadera. Este descubrimiento fue publicado por la prestigiosa revista científica Nature. Con estos elementos, se llegó a deducir que su tamaño era mayor al de cualquier dinosaurio y su peso oscilaba entre los 85 a 340 toneladas. Su solo esqueleto excedía las siete toneladas.
Ante lo asombroso de estos datos, por aquel entonces, se concluyó que este cetáceo superaba con creces el peso del animal más grande del que se tenía conocimiento sobre la faz de la Tierra: la ballena azul, con 190 toneladas.
La ballena azul recuperó su trono
Sin embargo, un reciente estudio de la Universidad de California en Davis, también conocida como UC Davis, y el Instituto Smithsonian encontró un presunto error en la investigación del artículo que fue publicado el 2 agosto del 2023 por Nature.
De acuerdo al profesor Ryosuke Motani, paleobiólogo del Departamento de Ciencias Planetarias y de la Tierra de UC Davis, los científicos que estudiaron al Perucetus Colossus estimaron que el peso del cetáceo alcanzaba tales magnitudes debido a que sus huesos eran inusualmente densos, sin embargo, la nueva investigación sostiene que tal peso simplemente no habría encajado con el estilo de vida de la ‘ballena colosal peruana’.
“Habría sido un trabajo para la ballena permanecer en la superficie, o incluso abandonar el fondo del mar; habría requerido nadar continuamente contra la gravedad para hacer cualquier cosa en el agua”, dijo el profesor Motani en un comunicado.
Explicó que los huesos de los mamíferos suelen tener un exterior sólido y son esponjosos o huecos en el centro, pero, algunos animales tienen una mayor parte del centro lleno de hueso sólido, lo que los hace densos y pesados.
“En los animales acuáticos, los huesos pesados pueden contrarrestar la flotabilidad de la grasa corporal, lo que permite al animal mantener una flotabilidad neutra en el agua o, en el caso del hipopótamo, caminar sobre los lechos de los ríos”, sostuvo.
“Los huesos fósiles de ballena tienen un relleno extenso y un crecimiento adicional de hueso también en el exterior, una condición llamada paquiostosis que también se observa en algunos mamíferos acuáticos modernos, como los manatíes”, agregó.
De acuerdo al docente de la UC Davis, los científicos que posicionaron al Perucetus Colossus como el animal más pesado de la historia “se basaron en una serie de suposiciones” para asegurar tal afirmación.
Motani, junto a Nick Pyenson, del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian, realizaron una serie de pruebas para reexaminar la teoría que desplazaba a la ballena azul de la cima como el animal más pesado que jamás haya vivido en el planeta Tierra.
Tras ello, concluyeron que anteriormente se utilizó el peso de los huesos encontrados en Ica para calcular el peso del esqueleto total. Basándose en esos datos, los escalaron para hallar su tamaño corporal.
Sin embargo, esta fórmula estaría errada debido a que los patrones de crecimiento y el peso esquelético no coinciden con los valores que se observan en los animales existentes.
“Las estimaciones originales también sobrestimaron cuánto aumenta la masa corporal general como resultado de la paquiostosis. Pero la evidencia de los manatíes muestra que sus cuerpos son relativamente livianos en relación con su masa esquelética”, se lee en una nota de prensa emitida por la entidad estudiantil.
Por tal motivo, Motani y Pyenson estiman que el Perucetus colossus, de unos 17 metros de largo, llegó a pesar entre 60 y 70 toneladas, muy por debajo del peso conocido de las ballenas azules.
“El nuevo peso permite a la ballena subir a la superficie y permanecer allí mientras respira y se recupera de una inmersión, como lo hacen la mayoría de las ballenas”, dijo Motani.
“Los paleontólogos aún no han descubierto un cráneo o dientes de Perucetus, por lo que es difícil saber qué comía. Para mantener un cuerpo enorme se necesita mucha comida. (...) sugirieron que Perucetus podría haber comido peces y mariscos costeros, o carroñeado cadáveres, como lo hacen algunos tiburones”, concluye el texto antes mencionado.