En una época donde el entorno académico y profesional estaba dominado por figuras masculinas, surge la historia de una mujer que desafió las normativas sociales y se convirtió en un faro de inspiración para generaciones futuras. Desde las antiguas calles de Perú, esta pionera trascendió las barreras de género para inscribir su nombre en la historia, no solo de su país sino de todo Sudamérica, al convertirse en la primera mujer en ejercer la jurisprudencia en el continente.
Mientras las convenciones de la sociedad limitaban el rol de la mujer a espacios confinados por tradiciones, ella forjó un camino en un terreno hasta entonces inexplorado. Su determinación y pasión por la justicia la llevaron a desempeñar un papel crucial en el desarrollo del derecho y en la lucha por la equidad de género en el ámbito legal. Esta es la historia de una jurista que, con su toga y birrete, marcó el inicio de una nueva era para las mujeres en el campo del derecho en Sudamérica.
¿Quién fue la primera mujer peruana jurista en Sudamérica?
Después de la Independencia en Perú, las mujeres enfrentaban un rechazo al intentar acceder a cualquier nivel de educación. Su formación se limitaba exclusivamente a adquirir habilidades domésticas, destinadas a beneficiar a esposos, padres o hermanos. En esta época, la desigualdad entre los derechos y oportunidades de hombres y mujeres era abismal, siendo estos últimos quienes gozaban de beneficios sustancialmente mayores. En este contexto de marcada inequidad, emerge la figura revolucionaria de María Trinidad Enríquez. Su historia es destacable no solo por haber sido la primera mujer en Perú y en toda Sudamérica en adentrarse en el campo del derecho, sino también por haber pavimentado el camino para las mujeres en el ámbito de la jurisprudencia.
Nacida en Cusco en 1846, con tan solo una educación básica completada, María Trinidad Enríquez se fijó el objetivo de convertirse en abogada. De acuerdo a registros del Ministerio de Educación, su primer intento por ingresar a la universidad fue frustrado por el simple hecho de ser mujer, impidiéndole siquiera presentarse a las pruebas de admisión. Lejos de resignarse ante esta negativa, Enríquez encontró en ello una oportunidad de luchar por un cambio. Con determinación, escribió una carta al presidente de la República de aquel entonces, en la cual no solo solicitaba reconsideración para su caso, sino que también abogaba por el derecho de todas las peruanas a recibir una educación universitaria al igual que los hombres. Este hecho marcó un antes y un después en la historia de la educación y los derechos de la mujer en Sudamérica.
¿Cómo fue su lucha para la visibilización de la mujer profesional?
Según la información plasmada por el artículo publicado por Bicentenario Perú, María Trinidad Enríquez se convirtió en la primera mujer en el Perú, y Sudamérica, en cursar una carrera universitaria. A los 24 años, fundó el Colegio Superior para Mujeres, con clases vanguardistas, pero los grupos conservadores de la época obligaron a cerrarla en 1873, solo tres años después.
El deseo de María Trinidad era ejercer la abogacía, por lo que solicitó su ingreso a la universidad. Como esta petición estaba restringida para las mujeres, el Gobierno, que estaba bajo el mando de Nicolás de Pierola, tuvo que emitir una resolución en 1874 en el que se le permitía a Enríquez realizar exámenes en cualquier universidad. Finalmente, se graduó en la Universidad San Antonio Abad, de su natal Cusco, en 1875.
Finalmente obtiene el título de bachiller en jurisprudencia y no en abogacía, que es distinto, ya que tiene una serie de dificultades para ser reconocida.
¿Qué otros reconocimientos logró?
Los logros de María Trinidad Enríquez generaron un impacto profundo y duradero tanto en el ámbito legal como en el social. Esta era de transformación marcó un hecho importante en la percepción de la mujer en la sociedad. Al convertirse en la primera mujer en Sudamérica que logró adentrarse en el campo de la jurisprudencia, rompió las barreras invisibles que limitaban a las mujeres a roles tradicionalmente domésticos o de apoyo, por lo que demostró que su capacidad intelectual y profesional no solo equiparaba, sino, en muchos casos, superaba la de sus contrapartes masculinas.
- Fue fundadora de “La Voz del Perú” y de la Sociedad de Artesanos. Destacó su liderazgo durante la batalla de Zepita o Chua Chua, donde organizó un batallón compuesto exclusivamente por artistas de Cusco.
- A sus 24 años, su tenacidad la llevó a establecer el Colegio Superior para Mujeres. Este lugar logró ampliar el acceso a la educación para las mujeres peruanas.
- Sus esfuerzos y dedicación no pasaron inadvertidos. El 11 de junio de 2021, en un reconocimiento póstumo a su contribución al progreso nacional y su lucha incesante por la igualdad en la educación, el Gobierno la honró incluyéndola en la “Orden Emérito a las Mujeres del Bicentenario”, conforme a la Resolución Ministerial 159-2021-MIMP.
- Además, en una muestra de admiración y respeto hacia su legado, en 2019 su semblanza fue inmortalizada en el carnet universitario distribuido a lo largo de todo Perú, un tributo significativo que resalta la importancia de su figura en la historia y el desarrollo educativo del país.
La huella de María Trinidad
La intrépida trayectoria de María Trinidad Enríquez no solo redefinió su destino propio, sino que también allanó caminos para el futuro de todas las mujeres en Perú y Sudamérica. A través de sus logros, ella cimentó fundamentos para una serie de reformas legales que fueron ampliando progresivamente los derechos educativos y profesionales femeninos. Este hecho logró cuestionar y transformar los roles tradicionalmente asignados a las mujeres en la sociedad.
Laura Martínez, destacada historiadora y socióloga, reflexiona sobre la figura de Enríquez, enfatizó la importancia de explorar más allá de sus logros públicos para apreciar la magnitud de su lucha personal y cotidiana.
“En el caso de María Trinidad sería importante rescatarla y conocer más de su ámbito privado, porque también son importantes las luchas cotidianas ya que nos permiten ver cuáles son las limitaciones, a ella en cierto momento, Nicolás de Piérola le da las facilidades para que pueda obtener el título. Sin embargo, ella lo rechaza, por cansancio, agotamiento, además de sentir que era una lucha de representación, de visibilidad. Una contra el mundo prácticamente. Ella marca un hito importante, proveniente del Cusco, por lo que se rescata que hay una serie de mujeres que estaban escribiendo, que acompañaban en este coro musical de reivindicación de los derechos de la mujer”, señala Martínez para una entrevista al artículo “Históricas Precursoras de la Universidad”.
En conclusión, la vida y obra de María Trinidad Enríquez trascienden su rol de pionera en la obtención de derechos legales para las mujeres en Sudamérica. Su historia es un testimonio del valor y la determinación que pueden alterar el curso de la historia. María demostró que la resiliencia frente a la adversidad es capaz de derrumbar las más rígidas barreras de discriminación. Su legado es un recordatorio perpetuo de que el camino hacia la igualdad y la justicia no lo abre una sola persona, sino el coraje colectivo de todas aquellas voces que, inspiradas por su ejemplo, continúan en la lucha para ser oídas y reconocidas.