Perú, país privilegiado por su riqueza natural, alberga una variedad de flora y fauna que es fundamental para su desarrollo. Los recursos marinos y la biodiversidad terrestre han dado lugar a importantes manifestaciones culturales a lo largo de su territorio.
En este contexto, el Parque Nacional del Río Abiseo alberga a una criatura que se creía extinta durante casi un siglo: el mono choro de cola amarilla, el primate más grande del Perú. Su redescubrimiento se dio en el año 1974, ello impulsó la conservación de los bosques de la región.
La historia de esta especie se remonta al siglo XIX, cuando Alexander von Humboldt, en una de sus expediciones por lo que hoy es Jaén, encontró pieles de mono que adquirió y llevó a Alemania. Sin haber visto un ejemplar vivo, lo bautizó como Simia flavicauda debido a los pelos amarillos en las colas.
Durante décadas, el mono choro de cola amarilla permaneció en el anonimato científico hasta 1927, cuando una expedición liderada por el británico Oldfield Thomas encontró nuevas pieles en los alrededores de Rodríguez de Mendoza, en el departamento de San Martín, denominándolo como una nueva especie, Oreonax hendei. No fue hasta 1963 que se comprendió que ambos descubrimientos se referían al mismo primate.
El momento crucial llegó en la década de 1970, cuando el primatólogo estadounidense Russel Mittermeier leyó sobre esta especie y emprendió una expedición junto con Hernando de Macedo. Fue durante este viaje que avistaron un ejemplar vivo por primera vez, vieron a un soldado con un mono entre los brazos. A medida que se fueron acercando, se dieron cuenta de que lo que buscaban entre los árboles estaba a punto de subirse a un bus interprovincial
¿Dónde vive el mono choro de cola amarilla en el Perú?
El hábitat del mono choro de cola amarilla abarca principalmente las regiones de Amazonas y San Martín, situadas entre los 1.500 y 3.000 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m), aunque también se observaron ejemplares en zonas limítrofes con Loreto, La Libertad y Huánuco. Su dieta incluye frutas, flores, hojas y raíces, entre otros elementos propios de los bosques montanos y de neblinas.
Esta especie está clasificada como ‘En Peligro’ (EN), según la legislación peruana, y como ‘Peligro Crítico’ (CR) en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Además, se encuentra entre los 25 primates más amenazados del mundo y está catalogado como uno de los tres más vulnerables en Sudamérica.
Estas son las características que los diferencias de otras especies
Los monos choro de cola amarilla viven en grupos de hasta 30 individuos y desempeñan un papel crucial como dispersores de semillas en los bosques. Sin embargo, enfrentan diversas amenazas, como la deforestación, la fragmentación de su hábitat, la minería y la caza para consumo y comercio ilegal.
Con medidas entre los 54 centímetros de altura y un peso que ronda los ocho a doce kilogramos, este primate diurno destaca por sus características distintivas. Desde sus parches blancos sobre los ojos hasta los pelos largos en el área genital, cada detalle de su físico revela adaptaciones únicas para la vida en los bosques tropicales.
Su pelaje, ya sea grueso o en tonalidades que van desde el marrón rojizo hasta el oscuro, lo camufla entre la densa vegetación. En estas comunidades, las hembras juegan un papel significativo con las crías, dando a luz cada dos o tres años y dedicándose al cuidado de la descendencia.
Para preservar esta especie y su entorno, desde la década de 1980, el Estado peruano estableció diversas áreas naturales protegidas, como el Parque Nacional del Río Abiseo, declarado Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad por la Unesco, y el Santuario Nacional Cordillera de Colán, estas reservas naturales son refugios vitales para la supervivencia de los monos de cola amarilla. Sin embargo, el desafío persiste, y se estima que su población podría disminuir en un 80% en las próximas tres generaciones. El futuro de los monos choro de cola amarilla depende de esfuerzos coordinados de conservación que protejan tanto su hábitat como su integridad como especie.