La ciudad de Lima fue casi desde su fundación una de las metrópolis más importantes de la época de la colonia. El espacio que ostenta no fue casual, su salida a importantes rutas marítimas la hicieron un lugar cosmopolita y reconocido por las riquezas que los extranjeros lograban extraer de las recientemente conquistadas tierras del inca.
Nuestro país resultó un sueño para la corona española, por lo que dominar los mares era una empresa de vital importancia; sin embargo, aquellos que ejercían la soberanía no eran los únicos que estaban tras los recursos que nuestra nación tenía para ofrecer, ya que pronto toda la riqueza llamó la atención de los piratas y corsarios más afamados de la época, entre ellos, el conocido inglés Sir Francis Drake.
Las historias sobre estos hombres de mar han inspirado una serie de leyendas y mitos a lo largo de años, sin embargo, lo cierto es que causaron terror en los ciudadanos limeños y uno que otro episodio curioso para contar.
¿Quién era Sir Francis Drake?
Pirata para las fuerzas españolas, corsario y navegante para los ingleses, Francis Drake fue sin duda una figura controvertida. Nació en 1540, épocas donde el viejo continente se había visto deslumbrado por los grandes descubrimientos más allá del mar que hacían soñar a más de uno con hacer fortuna en el nuevo mundo.
Durante su juventud trabajó con el dueño de un barco que luego él heredó, siendo cercano a la vida en el mar, a la cual se lanzó por completo realizando comercio de esclavos.
Por aquella época España e Inglaterra estaban enfrentadas, por lo que se registraron combates en el mar. Uno de ellos culminó con un ataque a Drake, quien iba como capitán de un navío en las costas mexicanas en medio de un acuerdo de paz que no fue acatado por los españoles.
Con el paso de los años el explorador recibió una patente de corso para actuar en contra de los barcos españoles y quedarse con el botín. Esto formaba parte de los esfuerzos de Inglaterra por debilitar al rey Felipe II y conseguir riquezas. Vale mencionar que muchas veces la corona inglesa financió estas aventuras para tratar de sacar algún beneficio.
Por otro lado, una de las hazañas más llamativas del corsario y explorador fue el viaje de circunnavegación, convirtiéndose en el tercer hombre en realizar una expedición de esta naturaleza.
A su regreso a Inglaterra, cargado de tesoros y fama, Drake fue nombrado Sir por la reina y obtuvo cargos como el de alcalde o miembro del Parlamento. Sus relaciones con la monarca fueron bastante buenas e hizo más de una exploración para ella. Se sabe que en su escudo de armas grabó la frase Sic parvis magna, que significa ‘La grandeza nace de pequeños comienzos’, posiblemente como una referencia a su orígenes.
La vez que llegó a Perú
Debido a las actividades que desempeñaba el pirata, su incursión hasta el Perú era inevitable. Aquí se concentraba gran riqueza y los españoles no perdían un momento cuando de extraerla y llevarla hasta su país se trataba. Así, Drake avanzó por el sur capturando un importante botín en el puerto de Arica, para luego arribar hasta Arequipa, donde ya se tenía la alerta del saqueo ocurrido en ese territorio y se logró evitar el robo de 500 barras de plata de un navío.
Sin embargo, fue informado sobre la salida de un barco llamado Nuestra Señora del Valle, que contenía el tesoro real, asimismo, el navío Nuestra Señora de la Concepción había partido poco antes desde Lima con plata del rey y algunos comerciantes, además de dos barcos de mercancías arribarían pronto.
Drake llegó al puerto del Callao un 12 de febrero de 1579 y registró las 19 naves que allí reposaban: les cortó las amarras y derribó los mástiles, además, se llevó consigo uno de los barcos cargados de mercancías que luego abandonó.
El pirata continuó su travesía informado sobre la posibilidad de alcanzar un barco en altamar cargado del tesoro real. Y así lo hizo. La nave de San Juan de Antón, llena de estas riquezas y sin saber de la amenaza que representaba Drake, se acercó al navío del corsario a indagar, para luego ser saqueada sin problemas, siendo ese el mayor botín tomado por los ingleses durante sus incursiones. No hubo resistencia ya que las naves mercantes no contaban con artillería para defenderse, según el libro Estudios sobre Guerra y Sociedad en la Monarquía Hispánica, de Enrique García Hernán y Davide Maffi.
Un bochornoso episodio para Lima
El asalto de Drake a Lima fue visto como una deshonra para España. Por todos lados se esparcía la vergonzosa noticia del asalto a Lima y se juzgaba la capacidad de defensa de la corona, especialmente porque nadie se enteró de su presencia hasta entrada la madrugada, pese a que había llegado a las diez de la noche del 13 de febrero.
No obstante, don Francisco de Toledo, virrey en turno, aseguró que había dado la alarma, reuniendo a los vecinos y hombres para tomar las armas y perseguir al corsario.
A la mañana del 14 de febrero, la tripulación reunida por el virrey zarpó, pero con pocas intenciones de enfrentarse al temido Francis Drake, ya que las naves que les enviaron para abastecerlos de pan fueron rechazadas ante el deseo de volver mucho más pronto de lo que se estimaba bajo la excusa de ‘prepararse mejor para el enfrentamiento’.
En tal sentido, los navegantes regresaron el 15 de febrero solo con la nave que el corsario inglés había abandonado tras salir de Lima, lo que marcó un capítulo bochornoso para la ciudad y dejó en claro que el factor rapidez fue uno de los elementos más importantes en las incursiones de Drake. Se sabe que muchas de las misivas de advertencia de sus ataques llegaban a los puertos cuando el pirata ya había hecho de las suyas.
Por otro lado, este episodio desencadenó una serie de investigaciones y procesos en contra de los vecinos, encomenderos, soldados y demás personas que dieron media vuelta en lugar de perseguir a Drake. Para cuando plantearon nuevamente ir tras él, el experimentado pirata ya les llevaba tres días de ventaja.
Por supuesto, también hubo preocupación generalizada por la facilidad con la que el corsario había cruzado el Pacífico, exponiendo la debilidad del sistema de defensas y la poca preparación de los barcos que llevaban el tesoro real.
La muerte del pirata
Francis Drake marcó una parte de nuestra historia al exponer, entre otras cosas, el poco compromiso de los ciudadanos a favor de la corona española y su ‘amor al rey’ que fue mucho menor que el que tenían por sus vidas y fortunas.
El corsario y explorador, llamado pirata en el nuevo mundo de España, saqueó más de un puerto y fue posiblemente el hombre más rico de Inglaterra en su momento, desafiando a la muerte en cada uno de sus viajes. Aunque mantuvo una vida calmada por algún tiempo, pronto volvió al mar, con consecuencias desastrosas.
En 1596 partió con una flota de 27 barcos para atacar el istmo de Panamá, sin embargo, España, alertada por el ataque, tuvo tiempo suficiente para tomar previsiones. El corsario no pudo llevarse tesoro alguno y fue poco favorecido por los vientos, la resistencia enemiga y la propagación de enfermedades.
Drake contrajo disentería y murió a la edad de 55 años aproximadamente, dejando a su paso toda una leyenda.