El último 23 de enero de este año, el comandante general, César Briceño Valdivia, y un grupo de sus representantes compareció ante el Congreso de la República. Esto, a raíz de los serios cuestionamientos iniciados en contra del Ejército del Perú por la compra de 10 mil fusiles valorizados en más de US$ 27.3 millones, que fue determinado como irregular por la Contraloría General.
Fue durante la Comisión de Defensa Nacional, Orden Interno, Desarrollo Alternativo y Lucha contra las drogas del Parlamento, que Briceño tomó la palabra y refirió que se habían seguido todos los procedimientos requeridos durante la compra de dicho armamento militar. Para dar más peso a sus aseveraciones, el comandante general pidió la intervención de Moisés Carbajal, jefe del servicio material de Guerra, para que explique los pormenores.
No obstante, un informe revelado días después de esta disertación del Ejército revelado por el periodista Ángel Páez reveló que los fusiles de marca ARAD 7, pertenecientes a la Fábrica de Armas y Municiones del Ejército (FAME), habían sido descartados en evaluaciones durante pruebas para procesos de compra anteriores por haber resultado defectuosos.
Actas de evaluadores del Ejército descartaron armas
Los cuestionamientos hacia la adquisición no solo se dieron por las deficiencias indicadas por la Contraloría, sino que también se advirtieron luego de que varios representantes de las empresas armamentísticas denunciaran irregularidades en el proceso de contratación que se llevó a cabo mientras Briceño Valdivia era el presidente de la FAME. Ello, debido a que esta contratación se dio mediante adjudicación directa y las pruebas para probar la efectividad de las armas se dieron en la misma empresa Israel Weapon Industries (IWI), a donde llegaron efectivos militares peruanos.
Aquel martes 23 de enero, Carbajal detalló que se había suscrito un contrato luego de que miembros del Ejército realizaran las pruebas en tierras israelíes. Lo que no detalló es que quienes las hicieron eran solo tres soldados del Ejército. Según el periodista, la eficacia de estas pruebas se dio de manera deficiente en comparación con otros procesos de prueba para la adjudicación, en los que se enviaron hasta 18 soldados.
Pero esto no sería solo uno de los duros precedentes que se cernían contra la empresa IWI. El medio La República accedió a actas e informes de los efectivos del Ejército que probaron armas de la misma empresa armamentística y que, en su momento, las descartaron con bajas calificaciones.
“Como conclusión final se puede indicar que el fusil Galil ACE calibre 7,62x51mm de la empresa IWI de procedencia israelí, es un armamento que no cumple con los requisitos y condiciones para satisfacer los requerimientos operacionales del COS (Comando de Operaciones del Sur), en virtud que no pudo superar las pruebas establecidas en el Protocolo de Pruebas, por lo que fue descalificado”, se lee en una de las actas recabadas.
Fusiles defectuosos como antecedentes
Otros cuestionamientos comprendidos en estos documentos tienen que ver con desperfectos técnicos como torceduras de armas y otras deficiencias con referencia a un rifle de IWI del modelo Galil ACE; en pruebas que se elaboraron durante los años 2009 y 2012.
Este hecho ha servido como un precedente que acreditaría la existencia de presuntos cuestionamientos que parten de la premisa de que esta compra de 10 mil fusiles corresponde a una adquisición irregular. Como consecuencia de ello, la Fiscalía de la Nación ha dispuesto el inicio de una investigación preliminar por un periodo de 120 días por el presunto delito de negociación incompatible entre el Ejército del Perú y la FAME, ambos comprendidos en el proceso de adjudicación.